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NOSTÀLGIA DE FUTUR  / OPINIÓN

¿Siguen las personas al empleo o el empleo a las personas?

1/06/2017 - 

Siempre hemos pensado que las personas migran, se mueven, a las ciudades o regiones dónde hay oportunidades de empleo. Pero, ¿se podría dar la situación contraria?, ¿podría ser que el empleo siguiese a las personas? Esta cuestión es una especie de dilema del huevo o la gallina de la economía del desarrollo

La visión tradicional es que las personas han ido cambiado de lugar de residencia por necesidad, en busca de mejores oportunidades. No obstante, recientemente, ha ido ganando peso la visión, ligada a la aparición de la economía del conocimiento, de que las personas más formadas eligen aquellos lugares dónde pueden tener una mayor calidad de vida y son ellas las que generan y atraen negocios y posibilidades de trabajo.

Un reciente estudio de Stein Østbye, Mikko Moilanen, Hannu Tervo, Jyväskylä y Olle Westerlund publicado en Regional Studies, y citado por Richard Florida en este artículo, ha sacado unas conclusiones muy interesantes para el caso de las naciones nórdicas: Suecia, Noruega y Finlandia

A nivel agregado llegan a la conclusión de que la visión tradicional es la correcta: las personas siguen al empleo y no al revés. La implicación en cuanto a las políticas de desarrollo dibujaría un escenario en el que es más aconsejable centrar el tiro en la generación de empleo más que en invertir en la mejora del atractivo de los territorios para vivir. No obstante, con un análisis más detallado, más complejo econométricamente, esa conclusión se debe matizar.

Al utilizar un modelo que diferencia la economía en dos sectores, el del conocimiento y el tradicional, encuentran que en realidad es el empleo el que sigue a las personas, pero que este efecto es mucho más grande para el caso del sector del conocimiento y más difuso e impreciso para la parte tradicional de la economía. 

Eso significaría que los gobiernos deberían centrarse en promocionar y aumentar el atractivo de los lugares, particularmente para la gente formada y con talento. El problema de dicho enfoque es que las políticas que favorecen a un grupo social ya de por sí privilegiado pueden tener implicaciones negativas para la segregación urbana y social, y también pueden exacerbar las tensiones en el mercado inmobiliario.

Los autores identifican una causalidad bi-direccional en cuanto al empleo entre los dos sectores (el del conocimiento y el tradicional). El empleo tradicional sigue al del conocimiento, y el empleo del conocimiento persigue al empleo tradicional. El tema clave aquí es la competencia por el suelo y en consecuencia por la vivienda. La economía del conocimiento tiene más capacidad de pago en los lugares y puede tender a desplazar a aquellos menos formados que trabajan en sectores tradicionales. Este fenómeno explica parcialmente algunos de los procesos de gentrificación que se observan en Europa. 

Podríamos concluir que las políticas de atracción de talento a través de la promoción y la calidad de vida, a pesar de tener una lógica económica, pueden ser contraproducentes. Como afirma Florida, necesitamos un nuevo marco de políticas urbanas que mitiguen los efectos adversos de la desigualdad territorial, que mejoren las condiciones de los lugares y grupos más desfavorecidos y favorezcan la consistencia de los tejidos sociales

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