“Sólo el necio confunde valor y precio”, Antonio Machado (y antes Francisco de Quevedo) nos enseñaron que el valor de las cosas es asunto distinto al precio que pagamos por ellas. Y es que hay vinos muy ricos para todos los bolsillos.
Esos que alegran el gusto sin hacer daño a la cartera. Los que nos permitirán que esta bebida sea, como es, un alimento que forme parte de una dieta tan saludable como hedonista. Y cómo no, para acercarnos un poco más a una de nuestras mayores inquietudes en este ámbito, que los jóvenes se aproximen a este mundo olvidando encorsetamientos y tediosos discursos que no interesan a nadie. Que descubran que hay vinos que lejos de ser pesados y aburridos, se beben sin sentir mientras hacen pasar fantásticos ratos. El vino como sinónimo de diversión. De compartir los mejores momentos con buena gente. ¿Hay algo mejor en la vida? Pues a eso nos vamos a dedicar esta vez. A hablar de vinos que no superan los diez euros y que nos gustan de verdad. Mucho.
Empezamos con un espumoso, que no deben faltar. A pesar de la mala impresión que tienen muchos sobre las burbujas españolas, hay casas que ofrecen productos más que dignos. Un ejemplo es el Cava Carles Andreu Brut (Celler Carlos Andreu) elaborado con las clásicas uvas catalanas parellada y macabeu y con una crianza de 18 meses. Un vino con buena acidez y una agradable burbuja que estalla sin ser molesta. Frescura con un toque goloso que se nos antoja con unas vieiras a la plancha con salsa de soja y alga nori.
Como saben los que nos leen, aquí nunca faltan los vinos generosos. Vamos con el Fino en Rama El Maestro Sierra (Bodega El Maestro Sierra), de uva palomino criado bajo velo de flor. Seco, punzarte y elegante que irremediablemente combinaremos con un jamón ibérico de esos que ponen los pelos de punta.
Vamos ya con los blancos, con el Formigo 2015 (Bodega Finca Teira), un ribeiro que juega con las uvas de la zona -treixadura, palomino fino, godello, torrontés, albariño y loureira- para obtener un vino suave, ligero y cítrico con ese final amargoso que tanto nos gusta y que invita a comer unos buenos mejillones gallegos al vapor.
No nos alejamos mucho de Galicia para acercarnos a El Brezo 2015 (Bodegas y Viñedos Mengoba) de Castilla y León, concretamente de El Bierzo. Un vino de uvas godello y dona blanca de expresivos aromas a flores y una seria frescura que le imprime carácter. Nos parece ideal para tomar con un pescado a la brasa. Aligerará la maravillosa grasa de un buen rodaballo, ojalá en Elkano.
Seguimos el viaje para llegar a la localidad pucelana de La Seca, donde encontramos este Cucú 2014 (Bodegas Barco del Corneta). Un verdejo. Sí, he dicho verdejo. Traemos por primera vez un vino de esta variedad que entre muchos se han encargado de darle la mala fama que hoy en día la persigue. Por querer hacer mucho y malo para alegrar sus bolsillos sin tener en cuenta el flaco favor que le hacía al buen nombre de esta uva, de la zona que la acoge y de demasiados estómagos. Pero por suerte también hay unos cuantos románticos que hacen fantásticos blancos de este varietal castellano que recuperan lo que un día fue. Como este Cucú que dentro de su sencillez nos seduce con sus pajizos recuerdos a heno y, de nuevo, esos amargos que nos encantan cuando están en su sitio. Sabor a terruño que combinamos con un platillo de tierras lejanas que hemos adoptado mucho por aquí, un guacamole picantito y con bien de cilantro.
Nos pasamos ya a los tintos, que en esta ocasión van a ser tres de la misma variedad, la garnacha, una uva que bien trabajada da productos memorables y que además en cada zona se expresa de una forma única. Comenzamos en Navarra con el Viña Zorzal Garnacha 2015 (Proyecto Zorzal). Mineralidad y frescura para beber con, por ejemplo, un calderillo ribereño hecho a base de las excelentes verduras que crecen junto al río Ebro, patatas, costilla de cerdo y conejo.
El Pispa 2014 (Vinos del Paseante) que pertenece a una colección de vinos de diferentes denominaciones de origen españolas, que marcan el carácter de cada suelo llenándolos de tipicidad. Esta es una garnacha catalana, del Montsant, con buena estructura y montones de fruta que acarician la boca como una fiesta. Lo vamos a acompañar con un plato típico de la zona: cap i pota. Melosa casquería que conjugará a la perfección con el brío de este tinto.
Con Viento Fresco 2014 (Bodegas Ziries) es nuestra última garnacha de hoy, hecho a base del fruto de capas de casi cincuenta años. Esta vez vamos hasta los montes de Toledo para disfrutar de la refrescante brisa de un vino gustoso, placentero y elegante. Diversión para los sentidos que vamos a acompañar con un lomo de venado a la plancha no muy hecho.
Y nos tomamos el postre viajando al sur, a Chiclana, donde nace el Moscatel Oro Los Cuartillos (Primitivo Collantes), un vino dulce cremoso, envolvente y nada empalagoso. Equilibrio de matices que nos inspiran un queso, un Stilton afinado con estilo sería un compañero ideal.