VALÈNCIA. “Ven por el chascarrillo, quédate por los traumas”. Así cascabelea el lema existencial de ¿Puedo Hablar!, el podcast de Esnórquel y Perra de Satán (o lo que es lo mismo, de Enrique Aparicio y Beatriz Cepeda) que pone focos sobre los tabúes que persisten en la sociedad contemporánea y defiende el humor como una forma de estar en el mundo. Todo ello, salpimentado con un imaginario en el que se entremezclan Sorpresa ¡Sorpresa!, Fotolog o Pedro Almodóvar. Y bien de lentejuela, eso siempre.
En su hoja de ruta los puntos cardinales están marcados con precisión: orgullo LGTBIQ+, feminismo y la reivindicación de la salud mental. Desde ese prisma, cada episodio acoge una conversación en profundidad sobre asuntos tan diversos como la gordofobia, la creatividad, el VIH, los viajes, las adicciones, la adolescencia, la responsabilidad afectiva o la figura de Gloria Fuertes. Y más allá del asunto protagonista, una constante: la experiencia personal en tanto que artefacto político. “Damos mucha importancia a quiénes somos y desde dónde hablamos. Somos un maricón de Alpera (Albacete) y una gorda de Zamora; nuestra orientación sexual, nuestros cuerpos y nuestra procedencia han sido muy relevantes a la hora de que nuestras vivencias fueran o no tenidas en cuenta”, apuntan al respecto Cepeda y Aparicio. El próximo sábado 20 de noviembre llegan al Teatro la Plazeta con su espectáculo en directo para charlar sobre heridas sistémicas, proclamar el poder catártico de una carcajada bien dada y exigir que vuelva en prime time El Juego de la Oca.
-¿Por qué pensáis que es importante abrir espacios seguros en los que exponer de forma pública vivencias personales y puntos de vista que a menudo no encuentran hueco en los discursos hegemónicos?
-Beatriz Cepeda: Si yo no me siento segura en un entorno, no voy a exponer ciertos temas que no están bien vistos socialmente. Pero justo esos temas de los que nos cuesta más hablar son aquellos que más nos tocan y nos afectan. Y creo que, si las millennials como generación, hemos conseguido algo es precisamente hablar mucho, ser pesadísimas abordando los asuntos que nos importan. A mí desde siempre me ha chiflado hablar de mis cosas. En el caso concreto de este podcast, parte de su éxito reside en que hemos logrado conectar con mucha gente simplemente charlando sobre nuestros problemas y nuestras inquietudes.
-Enrique Aparicio: Creo que todo el mundo, si tiene una relación sana con sus amigas y la familia, habla con ellas de lo que pasa a lo largo de los años. Sin embargo, no suelen tratarse de conversaciones en profundidad, con calma. Y hay reflexiones que solamente aparecen cuando llevas un buen rato charlando de ello, concentrado en ese asunto. En este proyecto hemos generado un espacio donde podemos abordar esos asuntos que nos interesan durante hora y media, tomándonos nuestro tiempo.
-En un tiempo regido por ritmos cotidianos hiperacelerados, ¿resulta disruptivo plantear un programa de conversaciones en el que la prisa no es un factor?
-Beatriz Cepeda: La prisa no es un factor aquí, pero tener la presión de contar algo trascendente, tampoco, porque creo que el formato perdería frescura. No contamos con una escaleta cerrada como muchos otros podcasts: planteamos un tema de partida y algunos puntos que queremos tocar seguro, pero no sabemos dónde vamos a llegar. Esa espontaneidad hace que nos divirtamos mucho haciendo cada capítulo. Supongo que el proyecto acabará cuando sintamos que ya no tenemos nada más que contarnos el uno al otro, si es que eso sucede algún día.
-Uno de los elementos clave de este podcast es comentar vuestras propias experiencias en asuntos que, en ciertos ámbitos, todavía se consideran tabú. ¿Por qué habéis optado por este enfoque?
-Beatriz Cepeda: Cuando hablo de un asunto ante el micro siempre se trata de algo sobre lo que ya he reflexionado mucho y que es importante para mí. Visibilizamos temas de los que socialmente no se suele hablar y creo que a mí me habría salvado hace años escuchar programas como el nuestro. Por ejemplo, la salud mental es un tema recurrente en el podcast, pero cuando yo era adolescente, era algo de lo que no se hablaba y punto: ni en el instituto, ni con los amigos ni con la familia. Por eso, cuando yo notaba que en mi interior había cosas que no encajaban, cuando tenías señales de alarma de que las cosas no iban bien, yo me sentía rara, me sentía un monstruo. Si hubiese podido conversar sobre ello, estoy segura de que mi vivencia habría sido diferente y me habría ahorrado muchos años de sufrimiento. Para mí es una gran motivación poder dejar a otros esas referencias que yo no pude tener.
-Enrique Aparicio: Generacionalmente, estamos en ese punto en el que estamos usando nuestras voces para hablar sobre nosotros. Durante mucho tiempo, parecía que algunos procesos no se debían compartir con el exterior, que eran asuntos que solo se comentaban de puertas para adentro. En nuestro programa, si nos centramos de la depresión, yo voy explicar cómo viví la mía, no voy a desgranar un manual de psicología, para empezar, porque no soy psicólogo. Expondré mi experiencia, que tampoco tiene que ser igual que la de la audiencia, pero sé que a otras personas les puede ayudar escucharlo.
-En ese sentido, difundir las experiencias personales puede ser también una manera de hacer política en el espacio público...
-Beatriz Cepeda: Cuando te das cuenta de que los problemas que has atravesado, desde tener un trastorno de alimentación a sufrir relaciones abusivas, son consecuencia de un sistema, te quitas un peso enorme de encima, pero también te entran muchas ganas de hacer algo para cambiar ese escenario. Empecé a escribir en WeLoverSize y para mí fue un punto de inflexión: por una parte porque era un lugar en el que poder relatar mis problemas y, además, porque encontré una comunidad en la que sentirme comprendida. El siguiente paso es darte cuenta de que ese sistema tiene una política detrás que afecta enormemente a cómo construimos nuestra existencia. Por ello, todo lo que yo hago públicamente, (artículos, contenidos en redes sociales, este programa…) tiene un trasfondo político, sabemos que el sistema en el que vivimos está destrozando vidas y yo no quiero quedarme parada ante eso.
-Enrique Aparicio: Esto lo lleva haciendo el feminismo un siglo. No estamos inventando nada, sino que hemos heredado esa manera de comunicarnos y repensarnos y lo estamos aplicando a todos los temas que tratamos, más allá de los asuntos de género y patriarcado (que, por otro lado, lo inunda todo).
-En uno de los episodios debatíais sobre si os sentíais cómodos o no con el uso de la etiqueta ‘Activismo’ para denominar vuestras actividad en este programa. ¿Qué opinión tenéis al respecto ahora?
-Beatriz Cepeda: Cuando me pongo delante del micro, me quedo más tranquila si pienso que lo que estoy haciendo no es activismo porque supondría demasiada presión, demasiada responsabilidad respecto a las cosas que digo en cada capítulo. Pero una vez publicamos y difundimos el episodio, somos conscientes de que sí estamos haciendo una labor activista precisamente en ese camino de arrojar luz sobre tabúes sociales.
-Enrique Aparicio: No creo que uno deba arrogarse la pátina activista constantemente: el nuestro es un programa activista, pero también es muchas otras cosas. Me interesa mucho el activismo histórico LGTBI y cuando leo al respecto siento que, en comparación, no estoy haciendo nada tangible. Pero lo cierto es que sí estamos interviniendo en la realidad de otra manera, que es la nuestra; sí tenemos conciencia política; sí queremos intervenir en el mundo y mejorarlo. Eso sí que es activismo, independientemente de la forma en que lo hagas.
-Sea cual sea el tema protagonista de cada episodios, el elemento que está presente como común denominador es el humor...
-Beatriz Cepeda: Para Enrique y para mí el humor es una forma de ser y de expresión natural. También, me parece que es una vía de llegar al público más fácilmente, porque le prestas más atención a aquello que te resulta divertido.
-Enrique Aparicio: Es el idioma que hablamos, es nuestro registro . Desde siempre, mi manera de relacionarme con el mundo y tender puentes ha sido hacer chistes, llevo toda la vida afilando ese sentido del humor. Por eso, en el programa, tratemos el tema que tratemos los chascarrillos aparecen por un lado u otro. Pero no lo forzamos, simplemente surge porque lo tenemos ahí. Además, las dos entendemos que se pueden contar las cosas más dolorosas, necesarias y urgentes sin perder el sentido del humor. Para exponer un trauma no tienes por qué recurrir a la solemnidad. De hecho, creo que nosotras lo que más ha ayudado para lidiar con los asuntos que nos hacían daño ha sido reírnos de ellos. Y eso me parece profundamente humano.
-Hablar de una misma en público es, obviamente, una forma de darse a conocer ante los demás, pero ¿pensáis que esa autonarración es también un mecanismo para comprenderse mejor, para saber más sobre quién eres?
-Enrique Aparicio: Para mí este proyecto ha sido una experiencia terapéutica. Mi principal escollo durante mucho tiempo ha sido la autoestima, mi sistema operativo no era compatible con ella (risas). Este podcast, además del reconocimiento público que nos haya podido aportar, está siendo también un viaje personal. Sentarme ante un micro para hablar de mí mismo, sentirme cada vez más cómodo haciéndolo y prestarme atención no era algo que me saliera de manera natural, sino que ha sido parte de mi trabajo psicológico. Igual que en su momento tenía que hacer el ejercicio de mirar mi cuerpo en el espejo conscientemente durante un tiempo determinado o desde distintos ángulos. Hablar es sanador; la práctica de contar mis vivencias me sirve como una vía de curar heridas.
-¿Cómo estáis viviendo el paso del formato podcast a las actuaciones en directo en teatros?
-Beatriz Cepeda: Estamos aprendiendo en el camino. Lo único planeado fue grabar los siete primeros capítulos y sacarlos a ver qué pasaba. Y así hemos seguido, probando cosas. Yo era oyente de Todopoderosos, que graban siempre con público, y le propuse a Enrique intentarlo. Empezamos a buscar locales en los que poder actuar, a agotar entradas y nos dimos cuenta de que los oyentes también tenían ganas de encontrarnos en directo. Hemos tirado hacia adelante sin tampoco ponernos grandes objetivos: si nos apetece, lo hacemos. Al principio me ponía muy nerviosa, ahora lo llevo mejor. Para mí es parte de un proceso de aprendizaje.
-Enrique Aparicio: Hay un cambio de registro entre el teatro y el podcast, que es lo lógico cuando tienes un público físico delante mirándote. Una sala de un teatro llena de gente tiene una energía muy especial, se percibe. Tienes que comunicarte de una forma distinta y navegar esa energía: buscas la conexión de una manera más directa. Ahora que sabemos que eso lo podemos hacer, queremos ir probando cosas nuevas. Por ejemplo, la actuación que haremos en Madrid por los 100 programas no seguirá el formato de podcast, sino que será una fiesta, un espectáculo con invitadas.
Al acabar la entrevista, pedimos a Esnórquel y Perra de Satán que se pongan la gorra de prescriptoras y nos lancen algunas de sus recomendaciones en el ecosistema del podcast. A continuación, su lista de imprescindibles: El Programa de Sita Abellán, Todopoderosos, ¡Ay, Campaneras! y Deforme Semanal.
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