La exposición de Juan Carlos Nadal podrá verse hasta octubre
VALÈNCIA. El Espai d’Art Contemporani de Riba-roja acoge una veintena de pinturas, esculturas y dibujos del artista alicantino Juan Carlos Nadal quien, bajo el título de Solcs, rememora los accidentes geológicos de la naturaleza mediante el propio proceso pictórico.
“Entiendo el lienzo como un campo de energía, donde los surcos e incisiones son el registro de mi propia presencia, vinculándolo con el cuerpo y la pintura”. Nadal reúne en el Espai d’Art Contemporani, El Castell (ECA) de Riba-roja, una veintena de pinturas, esculturas y dibujos, fruto del trabajo del último año y medio. Mediante surcos, el artista practica un proceso creativo que intenta rememorar los accidentes geológicos de la naturaleza.
Johanna Caplliure, comisaria de la exposición que desde el jueves 22 de julio se prolongará hasta octubre, la describe así: “En Solcs la pintura y la escultura, de factura diferencial, inciden en la materialización de los procesos, el registro del movimiento, la evidencia de los accidentes geológicos que invocan energías subterráneas o fenómenos de la naturaleza que reescriben el paisaje y que, en esta ocasión, parecen ser preservados a través de la mano del artista”.
Nadal, que dice llevar al ECA una continuación de su trabajo anterior (Noir Serpentin), “con sus conexiones y diferencias, muestra los surcos aludidos en el título de la exposición y los pliegues de sus esculturas como prolongaciones naturales de la pulsión creativa, ligada al propio latido de la tierra que trata de convocar en sus piezas", indica un comunicado. "No soy un pintor geométrico, siempre me ha gustado la fisicidad de la pintura, enfrentándome al trabajo de forma muy visceral", afirma el artista.
Solcs cuenta con una parte de instalación ubicada en una de las salas de El Castell, donde a lo largo de una mesa de 1,50 x 4,50 se muestra un conjunto de piezas (retales de esculturas de metal, zinc y aluminio, y maquetas pequeñas), a modo de gran superficie plateada habitada por restos industriales de una naturaleza congelada.
En los dos habitáculos contiguos, Nadal se hace eco, mediante una pieza de audio, de los sonidos propios de su trabajo en el estudio, mezclados con aquellos otros provenientes de la naturaleza, mientras en el espacio de al lado se muestran una serie de dibujos con formas serpenteantes.
En otras dos grandes salas del ECA, el artista exhibe cinco obras de gran dimensión y una decena de mediano y pequeño formato, todas ellas evocando el modo de producción vinculado con el sentimiento que aflora tras su ejecución y contemplación. “Los surcos forman una parte importante de la construcción del cuadro: es un método sustractivo. Yo pinto la superficie con un color plano y después, con herramientas que puedan dejar huella, retiro la pintura y es cuando se crean todos esos surcos. Es quitar construyendo”, explica Nadal.
“Así, pareciera que los surcos de las palmas de las manos, los rayados de la piel, la corteza de un árbol o las rugosidades terrestres hacen que el tiempo se detenga. Este queda en suspensión, llevado a la quietud del instante raptado, en un sinuoso movimiento de eterno recorrido”, subraya la comisaria de una exposición. “No me interesa tanto el componente narrativo como relacionarlo con los fenómenos que ocurren en la naturaleza”, concluye Nadal.