VALÈNCIA (EFE/Belén Delgado). La subida de los precios internacionales de los alimentos a su nivel más alto de la última década y los problemas en las cadenas de suministro añaden incertidumbre en los sistemas alimentarios, alertan los expertos por el Día Mundial de la Alimentación.
El índice de precios de esos productos básicos que elabora la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se situó en septiembre pasado en 130 puntos, un 33 % más que en el mismo mes de 2020.
El economista de la FAO Abdolreza Abbassian relaciona dicho encarecimiento con una combinación de factores, como el hecho de que la economía global se esté recuperando "bastante rápido" en ciertos países desarrollados y el mercado energético esté incrementando los precios, de lo que depende una parte importante de la producción alimentaria.
Con la reactivación económica, "el mundo necesita más producción de casi todo; la demanda fue muy débil durante el pico de la pandemia, pero de repente despegó y la oferta necesita un tiempo para su ajuste", de ahí que haya problemas logísticos con el transporte, explica en declaraciones a Efe.
El experto apunta que, por ahora, los precios locales de los alimentos no han subido tanto como los mundiales, pero existe "gran preocupación" por los países pobres que deben importarlos y no tienen suficientes recursos, ante la posibilidad de que un aumento de los precios derive en mayor inestabilidad política.
A estas circunstancias se une el impacto de la pandemia, que elevó el desempleo y las pérdidas económicas en muchos países, desencadenando el mayor aumento del hambre en décadas, hasta afectar en 2020 a unos 811 millones de personas, casi el 10 % de la población mundial, según la ONU.
En su último diagnóstico, el Sistema de Información sobre el Mercado Agrícola (AMIS) advierte de que la mayor demanda de alimentos, los precios energéticos al alza y la subida de los costes de fertilizantes y transportes añaden incertidumbre en los sistemas alimentarios globales, por lo que recomienda garantizar el acceso a los suministros adecuados de alimentos sin interrupciones.
Las malas condiciones meteorológicas, además, han golpeado la producción de trigo esta temporada en importantes países productores, lo que puede influir en la reducción de las reservas globales mientras su consumo aumenta, incluido su uso para piensos.
El investigador del centro británico Chatham House Richard King destaca que, al inicio de la pandemia, las cadenas agroalimentarias globales funcionaron "relativamente bien", en parte porque había suficientes suministros.
Sin embargo, muchas de estas cadenas se han visto perturbadas por la disminución de vuelos, como en el caso de las exportaciones hortícolas del este de África, y por las dificultades en el transporte marítimo internacional.
Ya a principios de 2020 hubo bloqueos en puertos que dejaron muchos contenedores vacíos y varados en Europa y Estados Unidos.
Entonces se formaron cuellos de botella y después los fletes marítimos han repuntado cuando la demanda de los consumidores occidentales por los productos asiáticos se ha recuperado, asegura King.
El especialista afirma que muchos alimentos básicos, incluso si se envían secos a granel, se han visto afectados por las congestiones portuarias (como las últimas registradas en China y Estados Unidos) y los retrasos, que también han supuesto problemas fitosanitarios y pérdidas para los productos perecederos.
También la Comisión Europea advierte en un reciente informe del incremento de los precios de los productos básicos, debido sobre todo a la recuperación de las economías europea, estadounidense y china.
Destaca que, aparte de los mayores costes en transporte y energía, que han contribuido a duplicar los precios de los fertilizantes en un año, la expansión de la variante delta de la covid-19, en particular en Asia, está impactando en las cadenas de suministro globales.
Las tensiones comerciales entre la Unión Europea (UE) y el Reino Unido con motivo del Brexit añaden presión a la baja en las exportaciones e importaciones, según Bruselas.
A raíz de la salida de la UE y la pandemia, el mercado británico está experimentando la falta de productos básicos de alimentación en medio de una crisis de suministro y de mano de obra, motivada en parte por las restricciones a la contratación de extranjeros, que puede agravar la situación de cara a la campaña de Navidad.
El encarecimiento de los costes del transporte marítimo ya penaliza las exportaciones de algunos productos, como la aceituna española, mientras que en otros países como Argentina la insuficiente oferta de vidrio está dificultando sus ventas de vino al exterior.