plato de la semana

Tabla de quesos en Quesomentero

Una tabla de quesos, un vino tinto y buena compañía es pura alquimia, una combinación que cura todos los males y que te recuerda lo sencillo que es vivir 

| 18/11/2022 | 2 min, 32 seg

VALÈNCIA. Hay combinaciones tan sencillas que parecen pura alquimia, que han sido creadas por los dioses del Olimpo para esos días en los que necesitamos un pequeño empujón. Días en los que todo te sale mal, que crees que todo está perdido y que ya no te reconoces en el espejo. Días que borrarías del calendario, días que… hasta que en la mesa tienes una tabla de buen queso —que se dice pronto—, en tu mano sujetas una copa de vino tinto y dices: “tampoco es para tanto”. Y sonríes gracias a esa combinación tan perfecta y exquisita que disfrutas sola o en compañía y que vale más que cualquier medicina. 

Remedio que los amantes del queso encontramos en Quesomentero (calle Mestre Clavé), abierto en marzo de este año por Alberto Santos, tal y como contó Marta Moreira en su crónica de Quesomentero cuando se inauguró. Un lugar que al entrar ya te envuelve en esa fragancia que brota del expositor repleto de diferentes piezas y te lleva a respirar hondo para disfrutarla aún más. Un paraíso con cerca de ochenta referencias de quesos que el propio Alberto Santos selecciona y cuenta con cariño a los clientes. Franceses, italianos, suizos, españoles y algún alemán componen ese almanaque que cura todos los males. Y sí, tiene rarezas que solo él conoce, como buen amante de los quesos. 

La pregunta es clave: ¿Hay algún tipo de queso que no te guste? Y según tu respuesta Alberto te prepara una tabla de quesos. En esta ocasión opto por una tabla con cinco variedades (su precio es de diez euros) y espero con impaciencia su selección. Como siempre, referencias que van desde los más suaves a los más fuertes y que en esta ocasión incluye españoles, franceses y un suizo. No sé si Alberto lee la mente o el estado de ánimo, pero ha seleccionado un queso más que apropiado para esos días en los que necesitamos un empujón. “Este es un cantal, un queso francés —del Macizo Central— que al fermentar genera de manera natural un antidepresivo en su corteza, la enzima del triptófano, que ayuda a los que están pachuchos”, comenta de una manera muy didáctica y entretenida. El último de los quesos es un D.O. Roncal, elaborado con leche cruda de oveja y que termina de alegrarme el día. 

Y así, con esa tabla de quesos, esa copa de vino y una conversación en buena compañía retomo el día con otro aire. Y es que, hay combinaciones tan perfectas que son pura alegría.

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