Hace tiempo que el barrio del Mercado se convirtió en un comedor hecho a base de franquicias y planes de marketing —hay excepciones, y estupendas. Pero no abundan en el barrio con el mercado más boyante de la ciudad—.
Las tabernas y antros de tapas echaron la persiana y en su lugar abrieron hamburgueserías, pizzerías, kebabs y sitios de paella para llevar. Pero siempre hay alguien que como la aldea poblada por irreductibles galos, resiste al invasor. En esta ocasión, la aldea está situada en la esquina de la calle de los Derechos con Mantas, y en lugar de una fogata para asar jabalí, tiene una plancha candente por donde Ximo, el dueño y la única persona que trabaja en el local, pasa las tres o cuatro cosas que compra a diario en el Mercat Central.
Sardinas, sepia, lomo de atún o gamba roja, en la parte del mar. Lleteroles de cordero, carne de Ávila o queso en aceite en la de secano. Además, alcachofas si estamos de temporada o su antónimo de verano, el tomate valenciano.
Dos pizarras, una con los alimentos y otra con los vinos, es todo lo que hay. Y no hace falta más. El sitio, humilde y con unas cuantas décadas de experiencia, apenas tiene espacio en el interior, lo suyo es desplegarse por la calle peatonal y reivindicar ese comer informal, de pie, y con más amigos que tapas, que esperamos recuperar pronto.
¿Qué pido? Sardinas, que es verano.
Precio: 20€