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LA SEÑORA SIEMPRE TIENE RAZÓN

¿Te vas a quedar allí?

1/07/2017 - 

VALÈNCIA. 

Amor cavernícola

Cuanto más retrógrada es una sociedad, con más frecuencia se le dirige al emigrante esta pregunta:

- "Oye, pero: ¿tú te vas a quedar a vivir allí?"

No es una pregunta que te harán en Nueva York o en París, donde el imaginario del exotismo utópico consiste en contraer matrimonio con el tendero de la aldea de la familia si no se ha encontrado en la metrópolis otro modus vivendi o si no se ha alcanzado la certidumbre de ser un individuo por encima de la mediocridad. 

La pregunta te la dirigirán aquellos que no están seguros de sí mismos, de la propia economía del lugar, de la propia educación, y que artificialmente se han inventado una colección fotográfica de grandes hombres a la que han añadido otra de mujeres por aquello de la paridad, aguantados por el alambre de títulos de la modernidad, conmemoraciones, direcciones de cosas diversas durante las vacaciones escolares y conferencia de profesores de escasos argumentos.

Los que te preguntan “si te vas a quedar a vivir allí” no esperan de vosotros críticas, ni comparaciones, ni motivos: esperan elogios, éxtasis hipnóticos ante un mural de azulejos que ha resistido las pedradas de los borrachos, las llamas de las hogueras callejeras y la lasitud de los ayuntamientos. Os harán la pregunta una y otra vez esperando sólo un sí o un no. Quieren que os extasiéis en el local viejuno donde las paredes han sido repintadas de color salmón y se juega a un deporte local consistente en lanzar lejos una bola o en cortar troncos; o que contempléis al arrobados al freidor de churros, o tostador de rosquilletas, expresión genuina del folklore, o que os hagáis eco de las maravillosas directrices de sus jefes, que hacen de este el mejor de los mundos. 

Si quieres congraciarte con tu interlocutor, tienes que decir que tal porquería y aquel monumento o tostónica expresión de cultura son típicas y características. Si te dice que el Ayuntamiento es negligente y que el Ministerio debería tirarlo todo abajo, no se te ocurra decir que sí. Si por casualidad le dieras la razón, se comerá sus palabras y pensará, sin decíroslo en la cara, que si no te gusta no tienes más que volver a tu país o a la capital de donde procedes. 

Afortunadamente, esto no ocurre en València, faro de la civilización, ombligo de la geografía, sobre la cual el país y el continente hace converger su curiosa atención y sus esperanzas; València donde el cosmopolitismo impuesto por sus grandes eventos nos ha traído la modernidad y el futurismo de Marinetti, la velocidad de cable de la Formula 1, la intrepidez acuática de la Ocean Race, la cultura milenaria del Palau de les Arts, las altas miras culinarias y de bon vivant aprendidas de las lecturas serenas y amenas Julio Camba.


La naranja hecha licor

Por eso València no para de crear y crear; cuando no es un festival, es un producto de tecnología de punta. Y, si no, rescata alguna tradición olvidada en el Fesfoc alicantino que cobra vida en la vibrante veu del Poble, siempre emocionante, del alma de lo rural, Pep Gimeno “Botifarra”

Ya hace apenas un año deseamos mucha suerte a la propuesta de un licor de naranja, también muy valenciano, llamado Carmeleta. Un nuevo concepto coctelero de muy cuidado diseño gráfico valenciano al que, como al tripartito, le augurábamos ya un creciente éxito en el taller y en el campo resuenan. 

Hace unos días presentaron en el Muí de la Rambleta, en los altos del Mercado Central, en la Galería Paz y comedias, o en el Espai Laboratori Carme sus frescos nuevos licores basados en vinum muscus y productos básicos. Sus propuestas han gustado mucho a los más críticos. Espirituosos y vermuts muy de centro, sin colorantes artificiales y con mezcla de sabores naturales: raíz de naranjo, jengibre o la amarga canela de Saigón, que es como se conoce, aunque poco, a la cassia

Han creado un vermut con maceración en fresas, con el sugerente nombre de Rosetta, y otros con azahar, corteza y brotes tiernos de naranjo y con el regaliz de sus raíces: el Lobo Blanco y el Lobo Pardo

Existiendo Carmeleta, que cumple con todas las expectativas de un mercado autosuficiente de la Comunitat, comprendan que sólo los valencianófobos y antipatrióticos pueden beber combinaciones vulgares hechas con licores de naranja extranjeros tipo Grand Marnier o Cointreau. Acuérdense de Sagunto y Numancia. Respeto a don Vicente Doménech.

En la presentación estuvieron Iván Talens, bartender, conductor del acto y colaborador de Carmeleta; Javier Peiró y Noema Ortí, elaboradores y socios de Carmeleta; Carmen Batlle del Restaurante Casa Carmina; Toni Lopez, del Restaurante Camí Vell de Alzira; Maximiliano Bao, sumiller; los distribuidores de DV Sebastían, Mateo y Sigfrido del estudio SINMÁS de Cirilo Amorós 6 y Mª Jose y Jaime Ferrer de FERCOS. Las fotos han sido proporcionadas por la propia Carmeleta.


Querido cotilleo Francis…

El pasado jueves veintidós a las ocho de la noche en la Fundación Bancaja, algunos personajes selectos se infiltraron por voluntad propia en la inauguración de la magnífica exposición “Francis Bacon, la cuestión del dibujo”, que llega desde Madrid coincidiendo con el vigésimo quinto aniversario de su muerte. De la del pintor, se entiende. 

Parece que la “cuestión del dibujo” es que hay quien afirma que Bacon no dibujaba. O si lo hacía era por divertimento, pues los dibujos no cotizan como los cuadros sobre tela, no se hagan ilusiones que pintar, aunque sea bien, es una forma como otra cualquiera de ganarse la vida.

También hay quien asegura que el artista no sabía dibujar y esos famosos muñones atormentados no son más que manos sin acabar. No sería el primer caso de este estilo. 

El caso es que la fama del artista se debe más a sus misterios que a sus autenticidades. Sus herederos -incluido su amante español, el ingeniero catalán- intentaron convivir con el hecho de que al irlandés le gustaran los hombres y que a la vez no le apeteciera llevarlo de una manera excesivamente pública en tiempos en los que se consideraba delito, quizá también por una muy personal cierta tendencia al sadomasoquismo, inducido por la paliza que le propinó su padre al encontrarle con la ropa interior de su madre. O por su pasado de joven prostituto y ladrón con su nodriza ciega Jessie Lightfoot. O por su tira y afloja con el apasionantemente sádico Peter Lacy. ¿O quizá por su estimulante sadismo psíquico ejercido sobre su amante y modelo George Dyer, a quien conoció robando en su taller y, acto seguido, le propuso que podía llevarse todo lo que quisiera, si antes se acostaba con él. 

Sea como sea, hubiera sido maravilloso tener a Bacon en Valencia, para encontrarnos con él tomando un gin-tonic en la terraza del Aquarium, mirando a los ojos de los transeúntes o departiendo sobre cuestiones de la vida con los clientes habituales.

Todos los prejuicios eruditos y algo manidos sobre la crucifixión, el grito y la sangre se desvanecen cuando ser contempla su obra, donde se revelan esos apetitos insaciables que no verán en las carrozas de arco iris tiradas por unicornios ni en los catálogos al uso.

Atentos a todo esto y a muchas otras polémicas estuvieron Rafael Alcón, presidente de la Fundación Bancaja, con su hija, la diseñadora Paula Alcón; Antonio Vidal, gerente de la Fundación; y los patronos de la entidad Emiliano García de Casa Montaña, Mª José Vañó, profesora titular de Derecho Mercantil, con unas interesantísimas transparencias, Juan Viña y Carmen Alborch emulando a una vitalísima Frida Khalo. De la Francis Bacon Collection vinieron Umberto Guerini, autor del libro “La punta del iceberg” y el editor y director del London Art Collector Sergei Reviakin, que daba mucho respeto. 

Entre los artistas convocados: Miquel Navarro, Carmen Calvo, Rafael Armengol, José Sanleón, el alternativo Jorge Carla y Javier Calvo. Y otros amantes del arte como Carlos Pascual, Boye Llorens, Tana Capó, Toni Picazo, Fernando Muñoz Pomer, Maity Moroder, Amparo Pous, el Dr. Murgui (a quien le voy a pedir el nombre para montar un bar after hours), Socorro Maldonado, Iñaki Zaragüeta, la comisaria influencer Marisol Salanova, Eva Galcerán con su encanto natural, Coté Soler con su hija Segrelles y Luis Aznar


Boda de Omar Zahrawi Joudi y Blanca Simarro Monfort

Me fascina la elegancia y exquisita educación de la comunidad siria en Valencia, así que cuando me enteré de que se preparaba en Borriana la boda de Omar Zahrawi llamé a mi ya casi amiga, la agente de futbolistas Mariam Khadour, quien me puso en contacto con la madre del novio, la discreta y trabajadora bióloga Ana Joudi, nacida en Homs, quien dirige, junto a su marido y sus hijos, La clínica Zahrawi de medicina estética en la Plaza del Ayuntamiento número 8, a la que acuden actrices y políticas de renombre. 

El poeta libanés Gibran Khalil Gibran, dice: «Vuestros hijos no son vuestros hijos sino hijos de la vida». Esa filosofía hay que tenerla muy clara cuando se casan y se independizan los hijos, por eso estas bodas, en la que las historias de las familias tienen muchos lazos, muchas manos amigas tendidas a través de los años y bastantes ausencias, tienden a ser muy emotivas.

La ceremonia festiva tuvo lugar en La Regenta Restauración de Borriana, propiedad de la novia, Blanca Simarro, especialista en moda y eventos, y la la decoración floral de los salones y la organización del evento, corrió a cargo de Cristina Caletrío de El Sueño de Patricia, amiga de Cuchita, Juana Camps, Ángela Valero o Marta Querol.

Los trajes tendieron a ser elegantemente sencillos, de colores malva, rosados, carmesí y tonos afines. Los vestidos de la novia y de su madre eran de Dolores Molla y los tocados de Yolanda Fernández (Kibó Tocados, que hacen todo tipo de sombreros y turbantes). El chaqué del novio era de Blackcape y el vestido de su madre, de Tot-Hom. 

La danza, expresión máxima de alegría y felicidad en los países de Oriente, tuvo un lugar muy importante en la fiesta y hubo danzantes alegóricas con velo organizadas por Pilar Izquierdo, y una divertida y atractiva coreografía de amigas, damas de honor, para los novios que salieron a bailar, demostrando su simpatía, para todos los presentes.

Hubo una enorme mesa con maamouls, krichlats, kounafas, ghribats -algunos me los he inventado para que quede más bonito y todo tipo de dulces de frutos secos y azúcar entre decorativos candelabros de madera, árboles con velas colgantes, lámparas tradicionales y flores.

Entre los invitados estuvieron el empresario Juan Roig y su esposa Hortensia Herrero; el abogado Jesús Bonet y su esposa; el empresario Mounir Khadour; el presidente de la Cámara de Comercio, José Vicente Morata; la galerista Sara Joudi; el Doctor Rahhal; la viuda del Dr. Youssef; el cirujano Rateb Draki y su esposa Huda; el empresario Antonio Meco y esposa; Candela García, empresaria de calzados; el doctor Herminio Morera; María Ángeles Fayos del teatro Olympia; Vicente Ventura, de Cafés Ventura o el abogado Gerardo Delgado y esposa.

Aragón en el Botánico

No, no se trata de un nuevo trazado urbano ideado por los técnicos de Rita y llevado a cabo por los de Grezzi, sino que el director de cine, entre otras cosas, Manuel Gutiérrez Aragón, recibió ayer, en el auditorio Joan Plaza del Jardín Botánico, el Premio Muñoz Suay 2016 de la Academia Española del Cine por su libro dedicado A los actores (Anagrama). Un delicado recorrido por las relaciones y duelos de personalidades que se establecen entre un director y los intérpretes. 

Gutiérrez Aragón ha sido uno de los directores más grandes de la llamada Transición, extendiendo su crítica al franquismo y la ultraderecha en títulos como “El corazón del bosque”, “Camada negra” o “Sonámbulos”. Un placer para cualquier actor haber estado a sus órdenes.

La gala, que dirigió Joan Álvarez, el inteligente valenciano director de la Academia de Cine, promotor de todo esto de la subsede en nuestra ciudad, dio el reconocimiento al director y escritor, de la mano de Ivonne Blake, presidenta de la dicha Academia y ayudados por la eficiente Chusa L. Monjas.

Los actores Victor Clavijo, Carlos Iglesias y Ana Belén participaron por videograbación en los agradecimientos al director, pero sí estuvieron presentes los grandes Óscar Jaenada, María Isabel Díaz, Juan Diego, Carmen Alborch, Amparo Climent, Joan Álvarez y Vladimir Cruz. Yo, como no quise molestar, admiré las escenas de este acto como si mi alma tuviera el motor de un moderno dron de última generación.

Asistieron como fuerzas vivas y trigo dorado por el sol de nuestra Comunitat Carmen Amoraga, Directora General de Cultura, Patrimonio y de árboles del Parque Central; Abel Guarinos, director del Institut Valencià de Cultura, José Luis Moreno, director adjunto de Audiovisuales y Cinematografía, Carlos Madrid, director de Cinema Jove. Y también Luis Fernando Rodríguez, jefe de Gabinete de la Consellería de Justicia. Esperemos que muchos de los nombrados que viven fuera de València, regresen y se queden a vivir aquí, entre nosotros que aún seguimos vivos. Y si no, que nos lleven con ellos, que nos encanta viajar.

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