VALÈNCIA. Una rotonda que gira sin llegar a ninguna parte. Ahí estamos atrapados. Ese es el punto de partida espacial y simbólico de Simulacro, la nueva creación de Kor’Sia, que desembarca en el Palau de Les Arts, dentro de su ciclo de danza.
La rotonda es el reflejo de un presente saturado de pantallas, ficciones y realidades intercambiables. La compañía, dirigida por los coreógrafos Antonio de Rosa y Mattia Russo, vuelve a mirar a la cultura visual contemporánea para preguntarse qué queda de lo real cuando todo se convierte en imagen.
La pieza toma como una de sus referencias el concepto de simulacro bajo el prisma de Jean Baudrillard, pero transformando la cita teórica en intuición escénica. Russo lo explica así: “Vivimos con el descubrimiento de la inteligencia artificial, de cosas que vemos en internet que dicen que son reales y no lo son. Estamos en una sociedad donde nos preguntamos muchas veces qué es verdad y qué no”. De ahí la necesidad de poner el foco en un argumento que, más que abstracto, atraviesa la vida cotidiana contemporánea.
Ese extrañamiento se encarna en un grupo de intérpretes que se mueven entre mundos. “Es como si estuvieran en un juego, en otra realidad”, cuenta Russo. El vestuario mezcla referencias a la captura de movimiento y a la realidad virtual, colocando a los cuerpos en un espacio liminal en el que nada termina de asentarse. Los bailarines “entran y salen de varios mundos”, como si cada puerta que se abre desvelara una ficción más dentro de otra, un bucle que recuerda tanto al videojuego como a la ciencia ficción.
Ese bucle toma forma literal en escena gracias a un elemento que Kor’Sia define como un tótem tecnológico. “Hay un panel de publicidad que para nosotros es el tótem”, señala Russo. “Llega un momento en la pieza donde este tótem se rompe, se atraviesa, y este vórtex nos lleva exactamente a empezar otra vez la pieza”. A partir de ahí, todo cambia: música, luz, vestuario. Solo permanece la coreografía. Una repetición que funciona como metáfora del simulacro: “Si yo tengo la misma coreografía y le cambio la música, el vestuario, prácticamente todo, tengo algo parecido que simula al otro, pero es diferente”.
Volver al cuerpo
El dispositivo y la dramaturgia propuesto por Antonio de Rosa y Mattia Russo no se limita a plantear la proliferación de mundos, sino que también cuestiona nuestra propia relación con el cuerpo. Si el presente digital tiende a desmaterializar lo sensible, Simulacro propone una solución: volver a la fisicidad. “Después de pasar el agujero, todo vuelve a empezar con un filtro más humano, más animal”, explica. En la obra, hay una voluntad de reconexión, de volver a un cuerpo que siente y que toca, frente a la deriva tecnológica que aísla incluso en lo más cotidiano: “Estamos atrapados en un mundo tecnológico donde cuando estoy sentado a una mesa estoy con un móvil. A lo mejor habría que volver al cuerpo, volver a mirarnos a los ojos, a tocarnos”.

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El espacio elegido —una rotonda urbana— funciona como amplificador de esa sensación de atrapamiento. Russo buscaba “un sitio que fuera infinito, que fuera sin retorno, que pudiera ir para adelante o para atrás en el tiempo”, un lugar que evocara esa ficción que hemos normalizado en las ciudades occidentales. Una limbo que se repite, familiar y extraño a la vez; decadente en el empecinamiento de su potencial progreso.
Como viene siendo habitual en el trabajo de la compañía, Kor’Sia apuesta más por la densidad conceptual, que por proponer una narrativa cerrada. Y Russo insiste, casi como invitación al público: “No va a contar nada que sea una historia lineal. Simplemente quiere dejar reflexionar, dar metáforas. Me gustaría que el público no intente buscar una historia (yo también lo hago en el teatro), porque no la hay. Son pequeñas historias que no están conectadas, y cada uno puede encontrar dentro de estas imágenes lo que quiera”.
Simulacro es imagen, como crítica en el fondo y como potencia en escena. Y sobre todo, un punto de partida para salir del bucle pesimista e inculpatorio del anunciado no-futuro. Frente a las realidades superpuestas, unos cuerpo moviéndose e interactuando, pueden ser capaces de devolvernos a lo concreto.