VALÈNCIA. Con el cambio de año no son pocos los que pusieron todas sus esperanzas de mejora en unas campanadas que nos han presentado un mundo no muy diferente al que dejábamos atrás. Las industrias culturales siguen haciendo fuerza para evitar una debacle mayor de la que se viene dibujando desde el primer confinamiento, un golpe que, un año después, sigue apretando. Este año ha puesto a prueba la resistencia de no pocos proyectos y, algunos, han aprovechado el contexto para llevar a cabo profundos cambios en su arquitectura interna. Tal es el caso de Bombas Gens, el centro expositivo de la Fundació Per Amor a l’Art, que en los últimos meses ha puesto en marcha una suerte de remodelación general, en ocasiones imperceptible, que dibuja una nueva etapa para el proyecto.
El espacio, que abrió sus puertas en julio de 2017 y ha sido ejemplo de trabajo cultural desde el ámbito privado, ha asentado su proyecto en tan solo tres años de vida. Sin embargo, este último ha sido un punto de inflexión, marcado, en parte, por la llegada de su nueva directora, la portuguesa Sandra Guimarães, que aterrizaba en València para ocupar el puesto de una Nuria Enguita que ponía fin a su etapa en el centro para ponerse al frente del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM). La primera de no pocas salidas. Fue precisamente durante la presentación de Guimarães como nueva directora cuando Susana Lloret, vicepresidenta de la Fundació Per Amor a l’Art, destacó que su llegada no suponía solo un cambio de caras en la dirección artística, sino una “nueva etapa” para el centro, una rueda de prensa en la que apuntaba a un cambio mayor que pasaba por convertir el espacio en un centro “cosmopolita" de "visita obligada". ¿Las cuentas pendientes? La internacionalización y trabajar en la “sostenibilidad” del proyecto.
El cambio de caras llegaba tras varios meses de cambios internos, un punto de partida que se podría situar en la declaración del estado de alarma. Fue Bombas Gens el primer gran centro cultural de València en cerrar sus puertas el pasado mes de marzo, una decisión que en su momento sorprendió al personal pero a la que, pocas horas después, se sumaba el resto de espacios. Así hasta una bajada de persiana histórica a causa del primer confinamiento. Sin embargo, si bien el resto de museos ha ido cogiendo ritmo conforme las restricciones se hacían más laxas, en el centro privado optaban por mantener un perfil bajo en 2020, con un regreso a la actividad de forma más tímida, con recortes en las actividades ofertadas así como en los horarios y días de visita, que han mutado en distintas ocasiones. De hecho, actualmente solo se puede visitar Bombas Gens en tres días: viernes y domingo hasta las 18 horas y sábado hasta las 19 horas. A esto se sumó, además, un cierre excepcional durante todo el mes de agosto, un parón sin precedente que serviría, expresaron desde la entidad, para “repensar su actividad de cara al nuevo curso, estudiando la manera en que ésta se reanude, adaptada a las necesidades de la situación que presente la evolución de la pandemia”.
Y, precisamente, fue con la llegada del nuevo curso cuando se puso en marcha gran parte de la ‘revolución’ interna de Bombas Gens. El cambio más visible fue el de directora, un cargo que en este caso llegaba con una novedad, el apellido, pues se trataba de directora… artística. Sandra Guimarães se incorporaba oficialmente el pasado mes de septiembre en sustitución de una Nuria Enguita que había sido clave para la puesta en marcha del proyecto, capitana de un proyecto cultural que en poco tiempo había conseguido afianzarse en la ciudad y que, ahora, vive su primer cambio de rumbo. “El museo está para servir al artista, al arte. Los artistas van siempre primero. Siempre trabajo para que el artista pueda hacer el proyecto que ha imaginado, en las mejores condiciones”, expresaba la nueva directora en una entrevista con este diario, en la que desvelaba algunas claves de su rol en el centro. Durante su presentación a medios, en la que Lloret apuntaba al inicio de una nueva etapa, la directora artística también añadía: “Con el equipo de siempre, el objetivo es continuar el esfuerzo notorio de tener el museo más abierto de todos, de continuar el trabajo de Nuria Enguita”. Aunque, como veremos a continuación, el desarrollo de su proyecto no será con ese equipo “de siempre”.
Así pues, con Sandra Guimarães como directora artística de Bombas Gens, las labores de dirección se completan con la llegada de otra figura, en este caso la de director general de la fundación. Esta es una fórmula aplicada recientemente en centros públicos como el IVAM o el Palau de Les Arts, una estructura mediante la que se busca hacer una ‘separación de poderes’, aunque no es tan habitual en el ámbito privado. Es Juan José de Torres quien ocupa ahora esta plaza, convirtiéndose en uno de los protagonistas invisibles del nuevo rumbo de Bombas Gens. La experiencia del directivo se centra en parques de ocio como Parque Warner y Terra Mítica, siendo también -hasta 2017- director general de Avanqua -sociedad gestora del Oceanogràfic- y creador del primer plan director del acuario valenciano para Parques Reunidos. También es fundador y director general de la Compañía DTA Ocio y Turismo, una consultora especializada en el sector del ocio y del turismo, que opera directamente en centros como Mestalla Forever Tour y Les Arts. Juan José de Torres se incorporó el pasado mes de octubre a la fundación privada, un organigrama directivo que completa, en tanto que directora adjunta, la abogada Elisa Maldonado, que aterrizó en 2019 en el centro.
Los cambios en la dirección han sido la punta del iceberg de un terremoto general que ha modificado gran parte del organigrama del centro artístico en los últimos meses, acumulando numerosas salidas. Entre los cambios más notables, el referido al ámbito de la mediación, uno de los pilares del proyecto en su origen y convertido en seña de identidad del mismo. Fue a finales de año cuando el centro decidió prescindir del equipo de mediadores hasta el momento vinculados al centro, un movimiento que cambiará la forma en la que se prestan estos servicios de acuerdo a las nuevas necesidades de Bombas Gens. Se mantiene vinculada al centro, eso sí, la hasta ahora mediadora Sara Losada, quien ha tomado el relevo de Sonia Martínez al frente de la coordinación de actividades culturales y educativas tras su marcha. Además, recientemente, también se han externalizado las labores de comunicación, área liderada hasta ahora por la periodista Ana Valls, como parte de este reajuste interno de la institución.
Estos cambios llegan tras un año de perfil bajo. Si bien espacios públicos como el Centre del Carme potenciaron su oferta expositiva, especialmente de cara al inicio del curso escolar, y otras entidades privadas, como Fundación Bancaja, apostó por un Antonio López que ha resultado en un éxito de crítica y público, provocando largas colas de espectadores en sus primeros días, el centro de la Fundació Per Amor a l’Art ha optado bajar el ritmo en este curso tan complejo. Ha sido Infraleve, la excelente exposición de Inma Femenía, la gran protagonista de un curso con pocas novedades. No en vano, la muestra se inauguraba poco antes del confinamiento, con lo que no se pudo ver hasta después del encierro. Sin embargo, mientras otros espacios aprovecharon el nuevo curso para desvelar sus cartas, en Bombas Gens aguantaron un poco más y, de hecho, cumplirá casi un año sin novedades en sus salas, a excepción de un proyecto expositivo de ámbito solidario, en colaboración con FUVANE (Fundación Valenciana para la neurorrehabilitación), que ocupó su nave 0 desde el mes de noviembre.
Han optado, pues, por esperar a 2021, una vez aplicados los cambios en su estructura interna, para refrescar sus salas, con la primera de las propuestas prevista para este mismo mes de febrero, un Juan Uslé que promete ser una de las muestras clave de la temporada. El proyecto, por cierto, está comisariado por Vicente Todolí y la exdirectora Nuria Enguita. A esta le seguirán otras dos muestras este año, una de Irma Blank y otra colectiva de fotografía de estilo documental de la Colección Per Amor a l’Art, proyectos expositivos en los que ya está vinculada la nueva directora artística.
También la Fundació Per Amor a l’Art ha redirigido su trabajo en el ámbito social y ha cambiado de caras, siendo ahora Roberto Simón el responsable del Área Social, tras la marcha de Soledad Martínez. Simón será el encargado de ejecutar el programa de atención a menores y familias en riesgo de exclusión social en un área que también ha sido reajustada y que suma un nuevo proyecto. Tal y como se anunció el pasado mes de octubre, el edificio social ubicado en el conjunto de Bombas Gens acogería ahora un centro de día para personas con Daño Cerebral Adquirido (DCA), gestionado por la asociación Nueva Opción. Esta cesión de espacio supone el “inicio de la colaboración” entre la fundación y la asociación, un proyecto que se traduce en 32 plazas, con la intención de que 30 sean concertadas por la Conselleria d’Igualtat i Polítiques Inclusives.