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'The Confession Killer': Henry, retrato de una verbena

Se supone que Henry Lee Lucas era el mayor asesino en serie de toda la historia de Estados Unidos. En los 90 era un ídolo de la cultura popular, llegó a ser cool incluso por la conflictiva película -fue muy censurada- Henry retrato de un asesino. Pero parece que las confesiones de sus crímenes fueron falsas y el deseo de los Rangers de Texas por cerrar casos sin investigarlos hizo el resto. Cómo sería el marrón de la policía texana, que Bush Jr., que sí que ejecutó a cientos de personas en la pena capital, a Henry se la conmutó.

28/12/2019 - 

VALÈNCIA. Uno de los fenómenos cool de los 90 que ahora mismo serían difíciles de llevar a un revival fue la pasión por los asesinos en serie. Por diversas influencias literarias y toda la cultura popular estadounidense del momento la figura del psicópata tuvo cierto interés más allá del morbo. Era una época en la que Axl Rose se paseaba con una camiseta de Charles Manson por los escenarios de todos los estadios del mundo y se estrenaba en los cines, con su publicidad en las revistas de música enrollada y tendencias modernas, Henry, retrato de un asesino.

La película la filmó John McNaughton (autor de Juegos Salvajes en los 90) en 1986, pero no vio la luz hasta 1990 por los problemas que tuvo la productora para distribuir un metraje tan sumamente violento. Henry y Ottis Toole, una pareja de amigos que se dedicaban a cometer crímenes sin ninguna motivación aparente más allá de su propio placer, se convirtieron en dos personajes de leyenda. No obstante, las hazañas que reflejaba la cinta estaban basadas en hechos reales. En los crímenes del asesino en serie Henry Lee Lucas.

Cuando este hombre murió en 2001, la prensa lo calificó como "el mayor asesino múltiple de Estados Unidos". Pero la información de las agencias ya contenía toda la información que nos acaba de presentar Netflix con su última docu-serie. Decía así: "Su caso es uno de los más extraños de la historia de Estados Unidos. Lucas, un vagabundo tuerto, confesó haber cometido unos 600 homicidios durante los años sesenta. La policía de Texas asegura que tiene pruebas para implicarlo en 266 asesinatos, expedientes que fueron cerrados gracias a sus confesiones. Lucas fue el centro de atención de la opinión pública, incluso recorrió el país para visitar las escenas de los homicidios que presuntamente cometió. Sin embargo, cuando un periódico de Dallas investigó la versión oficial de la policía, quedó claro que era imposible que Lucas hubiese cometido tantos homicidios".

The Confession Killer es una serie documental dirigida por Robert Kenner y Taki Oldham. Una investigación que habla con los protagonistas que rodearon los cientos de confesiones de crímenes que hizo Lucas en prisión y por las que obtuvo el título de mayor asesino en serie de todos los tiempos. Sin embargo, la tesis de su trabajo es que los Rangers de Texas eran un cuerpo policial de elite, en realidad, bastante precario. Había mucho inexperto y mucho arribista entre ellos. Como resultado, cuando encontraron a un fulano que confesaba todos los crímenes por los que le preguntaban, Henry, aprovecharon para quitarse casos de encima con sus confesiones.

Como ya vimos en The Wire, se conoce que los detectives estadounidenses sufren cuando se les quedan crímenes sin resolver. Lo que no sabíamos era de lo que eran capaces con tal de que esa lista no crezca. Del mismo modo, el documental da una imagen de Estados Unidos por unos hechos que si se trasladaran a cualquier país supervillano, véase Rusia, todo el mundo se llevaría las manos a la cabeza y le darían arcadas.

Lo que parece evidente es que cientos de los crímenes que se le atribuyeron a Lucas no pudo cometerlos. Los expertos entrevistados explican que, por su perfil psicopatológico, la oportunidad de sentirse importante, contemplado, alguien por una vez en su vida, era irresistible y asumió la culpa de todo. No pudo evitar enredarse en una dinámica que, al mismo tiempo, le venía bien a los policías que aligeraban casos.

Tan gordo tuvo que ser el marrón que habían creado los Rangers de Texas que el propio George Bush Jr., entonces gobernador de Texas, le conmutó la pena de muerte por las dudas que presentaba el caso por el que le habían condenado a la pena capital. Durante todo el tiempo que estuvo en el cargo, que fue entre el 17 de enero de 1995 y el 21 de diciembre de 2000, se llevaron a cabo 152 ejecuciones, según las cifras de Amnistía Internacional. Esta no.

El documental, para sus cinco capítulos, puede resultar un tanto redundante, pero su punto se fuerte se encuentra en las imágenes reales que emplea. Se aprecia con suma facilidad cómo la estupidez conduce a la inmoralidad por la vía rápida. Aparecen vídeos en los que a un individuo que confesaba crímenes aberrantes se le hacen entrevistas como si fuese un deportista que acaba de jugar un partido. El trato con los policías que lo custodiaban llegó a ser tan cercano, tan íntimo, que se nota el cariño mutuo. Eran héroes gracias a él y le querían, cómo no, él era su golpe de suerte. Se produjo una obscena simbiosis entre ambos.

Mención aparte, es que los Rangers, cuando estuvieron bajo sospecha por todos los motivos mencionados, operaron como una mafia criminal. Amenazaron, hostigaron e intentaron enjuiciar injustamente al fiscal que se interpuso entre ellos y la máquina de resolver crímenes que era Henry. En la actualidad, denuncia el documental, se siguen sin revisar muchos de sus casos. Archivos de comisarías se han inundado misteriosamente y se han perdido los viejos papeles de aquella época tan lejana de la que ya nadie se acuerda.

Los directores han declarado en la prensa que aspiran a que su trabajo sirva para resarcir a los familiares de las víctimas. Primero, sufrieron la pérdida de un ser querido. Segundo, pensaron que había sido asesinado cruelmente por un psicópata. Tercero, descubrieron podría no haber sido él. Quinto, los responsables del equívoco ahora hacen mutis por el foro.

El origen de este documental de Netflix está en un capítulo de American Justice, Myth of a serial killer, unos documentales presentados por el actor Bill Kurtis donde se lanzó la pregunta "Si Lucas no mató a estas 200 personas, quién lo hizo y cómo es posible que siga en libertad". Esa pregunta es el enfoque más apropiado para apreciar la dimensión tenebrosa de Henry. Ya no es cuestión de que matara, como han hecho otros tantos psicópatas, sino que con su conducta logró que cientos de asesinos quedasen libres e impunes. Todo gracias a la mentira y unas instituciones dirigidas por individuos banales e irresponsables. Si en los 90 fascinaban los asesinos en serie. Este Henry con su mito remodelado es ideal para los años 10 que dejamos atrás. El periodo donde más poder, por reiterativa, ha alcanzado la mentira en toda la historia.

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