VALÈNCIA. “Sé que mi película no es perfecta. Se dice incluso que es monstruosa. Pero la monstruosidad es una fuerza, un arma. Hay tanta belleza en lo que no se puede encasillar…". La directora francesa Julia Ducournau pronunció estas palabras en su discurso de agradecimiento en Cannes a la Palma de Oro por su inclasificable propuesta Titane, que la erige en la segunda mujer en ganar el reconocimiento del festival internacional de cine más importante del mundo, 28 años después de que lo ganará Jane Campion por El piano (1993).
La realizadora ya impactó con su debut, Crudo (2016), una película iniciática adscrita al terror donde el horror y el humor se combinan para relatar el viaje de autodescubrimiento de una joven estudiante de veterinaria que nunca había probado la carne. Hasta que la cata y lo dejamos aquí por si algún lector la tiene pendiente. Aspectos como la crisis de identidad, los claroscuros de las relaciones fraternales y los desórdenes alimenticios se exploran a través de una orgía caníbal que provocó no pocos desmayos en el Festival de Toronto.
La ópera prima se alzó con el premio a la mejor dirección novel en Sitges, y en Cannes, con el FIPRESCI de la Semana de la crítica.
Con su reválida, a Ducournau la han coronado como la heredera de David Cronenberg y perpetuadora del movimiento de la nueva carne al que se adscribe el director de títulos como El almuerzo desnudo (1991) y Crash (1996). Ambos largos, por cierto, palpitan entre los referentes que se pueden rastrear en Titane. Además de la carnalidad en el cine de Claire Denis y al ente diabólico alojado en el corazón de un Plymouth Fury en el Christine (1983) de John Carpenter.
En esta ocasión, la directora se sirve del género para sondear lo queer, la homofobia y la transfobia, la filiación deseada y la maternidad que no lo es. Huele a sangre, a testosterona y a fluidos derramados en el suelo de un taller. Pero evitemos los spoilers.
“Quería hacer un película que inicialmente pudiera parecer desagradable debido a su violencia, pero que luego condujera a un apego profundo a los personajes y, en última instancia, a que el espectador recibiera la propuesta como una historia de amor. O mejor dicho, una historia sobre el nacimiento del amor, porque aquí todo es cuestión de elección”, revelaba la visionaria realizadora.
Un regalo musculado
Su protagonista masculino, Vincent Lindon, conoce a la cineasta desde hace una década, pero en lo personal. Sus facetas profesionales habían transcurrido en respetados paralelos.
Un día, en un restaurante, lo pilló en un aparte y le explicó que estaba de lleno en la escritura de un guion y el principal rol masculino lo había escrito para él. Es más, que sólo él lo podía interpretar. Las razones se las revelarías el último día del rodaje, pero le avanzó que quería mostrarlo como nunca antes se le había visto en pantalla.
“Al término me dijo que sólo conoce a dos personas que transmitan firmeza en sus convicciones, mi padre y yo. ‘Si tú crees en algo, los espectadores así lo harán’, fueron sus palabras. Me ha hecho un regalo”, aseguraba el veterano intérprete, galardonado en 2015 con el premio al mejor actor en Cannes por La ley del mercado (Stéphane Brizé).
“Su rol requería una variedad de emociones de las que, en mi opinión, solo él es capaz: ser a la vez aterrador y vulnerable, infantil y oscuro, profundamente humano pero monstruoso... especialmente con ese impresionante cuerpo de Hulk”, detalla esta autora considerada el nuevo revulsivo del cine de terror.
Para interpretar al bombero traumatizado del largometraje, la estrella francesa se entregó a las pesas y las mancuernas. Su transformación física a los 61 años de edad también suma al afán de Ducournau de mostrar a un Lindon inédito.
“Lo quería fornido como un buey, que nos recordara la inmensidad de Harvey Keitel en Teniente corrupto (1992) de Abel Ferrara. Nos llevamos maravillosamente bien durante el rodaje y estoy muy orgullosa de eso. Vincent confió en mí. Fue excepcionalmente generoso. Aceptó la idea de entregarse al personaje. sin tener necesariamente todas las claves de mi cine. Creo que obtuve algo de él que él mismo estaba buscando en esta etapa de su carrera”, advertía Ducournau.
Dos promesas
Para el personaje femenino protagonista no tenía, en cambio, a ninguna intérprete en mente. La elección de la convenientemente andrógina Agathe Rousselle fue a través de una audición. La actriz debutante ya ha cumplido los 33 años y aunque no tenía experiencia en el cine, sí había impactado en la moda, en la fotografía y en el periodismo, con el fanzine trimestral Peach, dedicado a reivindicar a mujeres artistas.
“No tuve ninguna duda tras leer el guion y al impacto que la propuesta me provocó se añadió el compromiso que Julia adquirió conmigo”, compartía la actriz, a quien Julia le hizo dos promesas, que en las escenas donde apareciera desnuda y en las de sexo, sería extremadamente cuidadosa para hacerla sentirse cómoda y el equipo de rodaje se reduciría al mínimo.
“Le confié mi vida”, decía Rousselle, quien valora especialmente que la directora expusiera las dudas ligadas a la maternidad, proceso en el que resulta tabú reconocer un sentimiento de rechazo hacia la descendencia.
“Supe de inmediato que tendría que ser una cara desconocida. Mientras la protagonista va afrontando sus mutaciones no quería que el público pensara que estaba asistiendo a la transformación de una actriz físicamente familiar. Necesitaba a una actriz no profesional para encarnar eso. Alguien sobre la que la audiencia no pudiera proyectar expectativas. Alguien a quien pudieran ver metamorfosearse sin ser consciente del artificio”, argumenta la guionista y directora.
La película que conmocionó Cannes llega a los cines españoles el 8 de octubre.