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cuadernos de campaña/ ELECCIONES 26M

Todo en el aire en la segunda vuelta electoral

Foto: KIKE TABERNER
15/05/2019 - 

Como si de un sistema electoral mayoritario a dos vueltas se tratara, y todavía en pleno proceso de asimilación de los resultados de las elecciones autonómicas y generales del 28 de abril, los analistas políticos ya esbozan cuáles serán los resultados de “la segunda vuelta” electoral, que tendrá lugar el 26 de mayo.

A diferencia de países como Francia, nuestro sistema electoral no es mayoritario a dos vueltas, sino proporcional. No obstante, está siendo habitual hablar de “segunda vuelta” para referirse a aquella que determinará quiénes serán, a partir de la expresión de las preferencias de los ciudadanos, los alcaldes de los más de quinientos municipios que conforman la Comunitat Valenciana.

En el caso de Valencia ciudad, la extrapolación de los resultados de las elecciones autonómicas dibuja un panorama de prácticamente empate técnico entre el bloque de derechas (que obtendría un 47,99% de votos) y del bloque de izquierdas (que conseguiría el 47,49%). Concretamente, los datos muestran que el candidato de Ciudadanos, Fernando Giner, aun siendo tercera fuerza en número de apoyos, se convertiría en el próximo alcalde de la ciudad, con el apoyo del PP, que sigue afectado por la onda expansiva del derrumbe nacional y autonómico, y de VOX, que irrumpiría en el consistorio con cuatro concejales. Eso sí, lo lograría con un margen muy reducido de votos entre bloques, como se observa en el gráfico; repitiéndose de nuevo el escenario de 2015, en el que Ribó se convirtió en alcalde gracias a un puñado de votos.

Sin embargo, no son pocos los que tratan con cautela esa extrapolación. Esto se debe a que el comportamiento político de los ciudadanos varía según el tipo de proceso electoral al que se enfrentan –si es de ámbito europeo, nacional autonómico o municipal-, provocando efectos electorales diversos. La producción académica refleja que los ciudadanos observan la política local y sus instituciones como la más próxima a sus intereses y demandas. Por ello, a nivel municipal se tiende a votar más en clave personal -dada la mayor proximidad en la relación candidato-elector-, prestando especial atención a la labor desempeñada por el alcalde y a su programa político. Es por ello que aquellos partidos que el 28A se beneficiaron del tirón de su marca y líder nacional, podrían ver menguados sus apoyos, en tanto que ya no existe la posibilidad de que los ciudadanos cojan la misma papeleta. Este sería el caso de Vox, Ciudadanos o Podemos, cuyos candidatos autonómicos ya perdieron apoyos respecto a los nacionales.

Por otro lado, mientras que el PSOE tratará de aprovechar el viento de cola del triunfo de Sánchez y Puig, Compromís buscará fidelizar los apoyos de las autonómicas, que lo situaron como primera fuerza en el cap i casal. La incógnita, por tanto, en el bloque de izquierdas se sitúa principalmente en Podemos, en hasta dónde llegará su desgaste, o si con el apoyo de EU podrán mantenerse. Y el PP, malherido por el debacle electoral, se lo jugará todo a la carta de haber elegido a María José Catalá, una candidata de sobra conocida en Valencia, con amplia trayectoria en primera línea política, que ya sabe lo que es hacer campaña en un escenario desfavorable (ganó la alcaldía de Torrent la primera vez que se presentaba, con 26 años, y tras casi 30 años de gobierno socialista), y que además se ha esforzado en mostrar una imagen más moderada que la de su líder nacional.

Igualmente, los resultados también van a depender de la participación electoral. En concreto, de si se va a mantener la hipermovilización de la derecha o si, por el contrario, va a calar el hastío entre los votantes de corte conservador tras el fracaso a nivel nacional y autonómico. En esta línea, aunque una parte de la literatura especializada concibe las elecciones municipales como acontecimientos políticos de menor impacto dentro del sistema político y, como consecuencia de ello, con una abstención mayor respecto a otros comicios, conviene señalar que en aquellas elecciones en las que la competición entre partidos políticos está muy igualada los ciudadanos tienden a votar más, al entender que su voto puede ser más decisivo. Es por esta razón por la que cabe esperar una alta concurrencia en esta próxima cita electoral.

Otras grandes cuestiones a tener en cuenta serán, de un lado, la consolidación o no de los “nuevos” partidos a escala local, como Vox; esto es, si serán capaces de generar identidad partidista entre los electores o si únicamente se les ha tenido en cuenta como mero instrumento de castigo a otros partidos; y de otro, si en este caso tendrá éxito la apelación al voto estratégico.

En cuanto al escenario político, que también jugará un papel esencial, las elecciones autonómicas -al coincidir con las generales- han supuesto una clara rendición de cuentas a nivel estatal, con una campaña protagonizada por temas de política nacional, quedando al margen la agenda valenciana. Ahora, con un contexto estatal menos agitado al aplazar las negociaciones para formar gobierno hasta el 27M, los asuntos que guiarán el sentido del voto de los ciudadanos podrán ser puramente locales, situándose en primer plano los candidatos y sus respectivos programas. Y así, centrando la campaña en el modelo de ciudad que cada partido quiere para Valencia.

Todo ello, teniendo muy presente la elevada volatilidad electoral, muy característica de este tiempo, que convertirá esta campaña en un elemento clave para que aquellos que siguen teniendo dudas -en la pasada cita electoral llegaron a situarlos las encuestas en el 40% del censo- se decanten por un partido u otro. Los candidatos tendrán que afinar bien sus estrategias y definir qué temas interesa que dominen la campaña, porque cada voto será útil para decantar la balanza hacia la derecha o la izquierda. 

Con todo, en este panorama, que deja un margen considerable a la incertidumbre, lo único que no genera ninguna duda es, en primer lugar, que la cultura de pactos en nuestra comunidad autónoma ha venido para quedarse: se acabó el bipartidismo PP-PSOE y los gobiernos de mayoría absoluta. Y en segundo lugar, que la competición entre los partidos políticos va a ser tan reñida -con cuatro candidatos que se ven con opciones de convertirse en alcalde- que, tal y como ocurrió el 28A, el 26 de mayo volveremos a estar en vilo hasta el final del escrutinio, ya que de nuevo serán unos cuantos votos los que decidirán el sentido del resultado.

Blanca Nicasio Varea es politóloga

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