VALÈNCIA. El intento para volver a la normalidad en todos los municipios afectados por las inundaciones tras la Dana de hace una semana está reclutando numerosos voluntarios no sólo de València ciudad sino de muchas localidades valencianas y del resto de España, que acuden con maquinaria necesaria para retirar obstáculos de las calles y repartir alimentos y agua a las personas afectadas.
También voluntarios de diferentes pueblos de la Comunitat Valenciana han acudido a la zona cero de la destrucción. Por ejemplo Luis, agricultor de Beniatjar, un pueblo de la Vall d'Albaida que, tras la catástrofe y las peticiones de ayuda de las personas afectadas, ante el retraso de las administraciones, fue consciente de que eran necesarias muchas manos, especialmente con maquinaria pesada para ayudar apartar vehículos, por lo que decidió desplazarse hasta allí.
"Estoy aquí desde el sábado, fue la primera vez que pude acceder", explica el voluntario. Los atascos en las carreteras y los numerosos obstáculos en las vías habían impedido que camiones y tractores pudieran empezar a trabajar en el interior del pueblo.
"Al principio hubo mucha descoordinación, faltaba maquinaria y no podíamos acceder", relata Luis a preguntas de este diario: "Me asignaron una calle y hemos estado quitando todos los coches que podían, pero claro, no sabían dónde dejarlos", relata, por lo que ha visto una "falta de organización y de medios" que ha retrasado las labores de limpieza para despejar las calles.
Solo a partir del domingo por la mañana, asegura, empezaron a llegar agentes de policía. "Hemos retirado decenas de vehículos pero no podíamos llevárnoslos", explica, hasta que ha llegado más maquinaria. En el cruce en el que se encuentra, dentro del municipio de Alfafar, se encuentran trabajando cuatro tractores y otros tres camiones junto a policía municipal de Madrid. "Más abajo hay también bomberos de Almería", relata, pero los trabajos no van a ser sencillos: "Aquí hay para más de una semana, en tan solo estas cuatro calles", lamenta: "Volveré hasta que sea necesario".
El Ikea de Alfafar, donde la fatídica tarde se refugiaron cerca de 700 personas, se ha convertido en uno de los puntos de coordinación de los trabajos en municipios próximos como Massanassa, Benetússer o Sedaví. Allí han acudido efectivos de muchas zonas de España: desde bomberos de Guadalajara a voluntarios municipales de Madrid.
De la capital llegó el pasado sábado en autocar un dispositivo de casi 60 personas, entre ellas voluntarios de la EMT, la grúa o el servicio de Movilidad de Madrid. Conductor de autobuses municipales, Txelu, explica que el colectivo de voluntarios de la firma pública se creó en la pandemia y lo conforman 1.200 personas, que colaboran con asociaciones y ahora, decideron ayudar en las tareas de recuperación de l'Horta Sud. "Hemos venido los que hemos podido conciliar los días sueltos de trabajo y la empresa nos ha dado días como comisión de servicio", explica.
"En principio íbamos a ayudar a bomberos de Madrid, que también están sobre el terreno, pero como era peligroso, desde el centro de control nos dijeron que fuéramos a Ikea", asegura. A su aparcamiento, convertido en centro logístico, llega maquinaria pesada y convoyes cargados con alimentos y suministros, y desde ahí se distribuyen a otros puntos de los pueblos afectados. "El primer día estuvimos allí descargando camiones y cargando otros para enviar agua y comida", relata.
A la jornada siguiente, el personal de grúa y del servicio de Movilidad madrileño se desplazó a los centros comerciales de Bonaire (Aldaia) y MN4 (Alfafar) para sacar vehículos y despejar los aparcamientos y vías de acceso. El personal de la EMT, por su parte, centró sus tareas en el centro de reparto de Cruz Roja, instalado junto a un despliegue médico en el instituto de Sedaví. El conductor recuerda que "había una cola inmensa" de gente.
"La gente lloraba, te abrazaba, te daba las gracias, es impresionante", relata Txelu sobre esas horas, en las que se dedicó a descargar camiones y ayudar a los afectados a llevarse alimentos, productos de limpieza, agua y otros bienes de primera necesidad. "Todo el mundo daba las gracias por todo, he oído gracias más veces que en mis 53 años de vida", reconoce.
"Ha sido un palizón enorme, había mucha humedad, pero tenemos una satisfacción enorme", asegura el voluntario, quien reconoce haberse sentido "muy útil" y necesitar "ayudar más". "La gente nos ofrecía sus casas por si no teníamos sitio para dormir", asegura emocionado, si bien los voluntarios se alojaron en un hotel próximo a las Artes y las Ciencias de València. "Por la noche, a Sedaví vino un 'food truck' para repartir hamburguesas a todo el mundo, también para los voluntarios y la gente joven que estaba allí limpiando, para ellos era un manjar".
Tras tres días allí, el dispositivo de voluntarios ya ha retornado a Madrid para ser relevados por otro grupo de personas con más conductores, gruistas y personal de movilidad "para seguir sacando coches". La previsión, dice, es que haya también un tercer reemplazo de voluntarios.