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Etiqueta y decoro de ayer y de hoy

Tranvía Teatro estrena un monólogo irónico con lectura de género sobre los usos y costumbres sociales

5/12/2018 - 

VALÈNCIA. Baronesa Staffe era el atildado seudónimo de una señorita de la burguesía francesa de finales del siglo XIX que colaboraba en periódicos populares y escribía guías de comportamiento para las mujeres decimonónicas. La mascarada aristócrata de la periodista Blanche-Augustine-Angèle Soyer le servía para dar empaque a sus publicaciones, pues el título nobiliario confería validez a sus preceptos acerca de recato y etiqueta. 

Entre sus manuales de urbanidad más celebrados se encontraban La mujer en la familia (1900), Los sonajeros femeninos: piedras preciosas, joyas, encaje, bordados, abanicos, algunas otras superfluidades (1902) y un verdadero best seller para la época: Las reglas de etiqueta en la sociedad moderna (1889). En el librito se apuntaba cuál debía ser el comportamiento impecable en todos los momentos cumbres de la vida.. y ante la muerte. 

Un siglo después, el dramaturgo francés Jean-Luc Lagarce releyó aquellas pautas y concluyó que no hemos cambiado tanto en nuestros cánones sociales. Por no decir que, inconscientemente, los seguimos a rajatabla. 

Para ironizar sobre esta programación mental tanto en hombres como en mujeres, escribió un texto en 1994 que ahora ha adaptado a la escena en nuestro país la compañía de Zaragoza Tranvía Teatro bajo el título Reglas, usos y costumbres en la sociedad moderna. Los días 8 y 9 de diciembre sube al escenario de la Sala Russafa.

Foto: JUAN MORENO.

El padrino, joven y con posibles

“Estas normas están tan incorporadas a nuestra manera de comportarnos, que no hemos reparado en su existencia. Están tan arraigadas, que hemos dejado de verlas. Están presentes en la política, en el Ejército, en la cultura, pero también en nuestra cotidianeidad: qué nombre poner al niño, cómo se elige a los padrinos, los ritos funerarios, el valor del dinero en las relaciones...”, plantea la directora de la obra, Aitana Galán.

Un ejemplo reciente del corsé en el que vivimos fue elprotagonizado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su esposa, Begoña Gómez, que fueron muy criticados por permanecer junto a los Reyes en el besamanos de la recepción el 12 de octubre

“Si no nos hemos desprendido de estas dinámicas es porque son reglas para vivir en sociedad, para guiarnos. El problema es cuando nos dominan”, critica Galán.

La propuesta se ha articulado como un monólogo al servicio de la actriz Cristina Yáñez, que va desgranando el texto original sin amputarlo, con altos llenos de retranca en la pedida de mano, el matrimonio, los aniversarios de boda y el funeral. 

La hostia consagrada

 La referencia al ajuar en el montaje quizás quede desfasada, pero puede extrapolarse a los sacrificios que se autoimponen muchas familias frente a una comunión. 

A este respecto, la Unión de Consumidores de la Comunidad Valenciana cifró en un estudio realizado el año pasado en 8.000 euros el gasto medio de vestuario, complementos y banquete,a lo que hay que sumar extras como la peluquería, la animación infantil y el reportaje fotográfico. 

“La gente sufre muchísimo y se endeuda porque no dispone de dinero para costearse este acto social. Ken Loach lo mostraba muy bien en su película Lloviendo piedras (1993), donde el protagonista, católico, hace lo imposible para que su hija para que su hija lleve un bonito vestido el día de su Primera Comunión. Como este ejemplo hay muchas otras demostraciones sociales para entrar en un club al que no se pertenece. La paradoja es que, al final,nada nos salva de la muerte”, expone la directora.

Un futuro muy muy cercano

Para la puesta en escena se ha optado por una ambientación retrofuturista. Al trasladar a la audiencia a 2186, se puede imaginar que hay modas de hoy ya superados y otras anacrónicas que se han recuperado. 

“Esta distopía en un futuro antiguo, en la línea del libro de Margaret Atwood El cuento de la criada, expone que los ritos del pasado no han quedado atrás, porque tienen que ver con el ser social y el sentido de la existencia de la vida, y porque la clase dominante impone siempre sus modos”, argumenta Galán. 

Para el vestuario se ha jugado con diseños del siglo XIX realizados con materiales del presente: plástico y metal, principalmente. En concreto, Aitana destaca el vestido de novia, “prácticamente de buzo, incomodísimo”.  

 Las prendas resultan tan asfixiantes como las convenciones sociales que rigen la vida de la protagonista. Inevitable abordar la cuestión de género en la pieza: “En esta tercera ola del feminismo estamos viviendo contradicciones, pues por un lado se está luchando por la igualdad, y por otro, estamos experimentando una regresión al pasado, donde se impone un excesivo proteccionismo de la mujer. Tanto Cristina como yo tememos que este argumentario nos conduzca a una nueva  reclusión y a la justificación de la negación de nuestra libertad individual como un mal menor frente a los que puede acarrearnos ser víctima del machismo o del heteropatriarcado”.

La cosificación femenina se significa en el montaje con la cabeza de un maniquí, de forma que el espectador tome conciencia de que la mujer era en el momento de escritura del manual el objeto que menor valor tenía. 

“El texto plantea la asunción de la coerción de la propia libertad por vivir una vida más cómoda. Es un relato demoledor. Da mucha pena. Y es que, aunque parezca superado, el matrimonio por interés económico todavía no lo está. Y no en las clases bajas,sino en las medias. Es una manera de sobrevivir, sobre todo en tiempos de crisis”, lamenta la directora, que sin embargo destaca el mensaje que subyace en toda la obra: la llamada a la ruptura. 

La protagonista va relatando las convenciones, y en ese esfuerzo por seguirlas van surgiendo las fisuras en ese sistema rígido. “No vemos que llegue a romper, pero sí lo hace desde la interpretación. Toda la obra es una invitación a vivir en libertad”. 

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