VALÈNCIA. Los intentos de vender el deshielo entre el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y el líder del PSPV y presidente de la Generalitat, Ximo Puig, han sido continuados en los últimos meses. Es cierto que la relación ha mejorado: algo que no era difícil dado que el jefe del Consell ayudó en su día a propiciar la caída de Sánchez, por lo que se entiende que llevarse peor era complicado. Ahora se viene trabajando en dotar de una pátina de normalidad a la relación entre ambos dirigentes, si bien desde el entorno del presidente pocos creen que la relación pueda pasar de la mera cordialidad a corto y medio plazo.
Este sábado Sánchez visitará de nuevo la Comunitat -ya estuvo hace apenas 15 días en sendos actos en Elche y en València ciudad- para presidir una asamblea abierta en el centro la Bohemia de Castellón. Un lugar que trae buenos recuerdos al 'sanchismo' dado que allí se celebró uno de los primeros actos de España por parte del ahora secretario general en la carrera para recuperar el cetro en las primarias. Una cita a la que, según fuentes socialistas, el líder del PSPV no podrá acudir por tener comprometida su asistencia al congreso comarcal de La Safor que se celebrará el mismo día y con horarios similares.
Así pues, ambos líderes no se verán las caras en esta ocasión. Un hecho al que quitan hierro desde el entorno del jefe del Consell para recordar que, precisamente, Puig sí compartió mesa con Sánchez en la asamblea abierta celebrada en València el pasado 21 de enero. Un acto que tuvo lugar apenas una semana antes de que se iniciara la campaña de las primarias comarcales incluida la capital, donde había dos candidatas en liza: Maite Girau, cercana al secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, y Sandra Gómez, próxima al presidente de la Generalitat y vencedora a posteriori.
No ha llovido demasiado desde entonces, aunque en las últimas semanas se ha atravesado un fuerte encontronazo entre la dirección federal del partido y la cúpula del PSPV que lidera Puig a raíz de la autorización para el voto de 169 afiliados directos aprobada desde Madrid que causó un fuerte malestar en Blanquerías, que esgrimió un incumplimiento de los estatutos por esta maniobra.
El secretario general de los socialistas valencianos se mantuvo al margen de la cuestión en público y, según distintas fuentes consultadas, no consta que abriera una vía de comunicación personal con Sánchez por este conflicto, aunque resulta evidente que la dirección del PSPV tenía la autorización de Puig para la protesta que surgió desde Blanquerías.
Fuentes socialistas insisten en que estos hechos ni los últimos procesos comarcales tienen nada que ver con la no coincidencia de Puig y Sánchez. Por un lado, es cierto que el líder del PSPV y su homólogo federal han compartido varios actos y encuentros en los últimos meses tratando de mostrar normalidad en las relaciones. Por otro, no obstante, es obvio también que las visitas del madrileño no son eventos 'sagrados' en la agenda del presidente de la Generalitat.
Más aún cuando ya existen antecedentes de ciertas tensiones organizativas respecto a las citadas visitas: es decir, según han deslizado en más de una ocasión desde la dirección valenciana, la obligatoriedad de que se cuadre la agenda con Puig tampoco suele ser una prioridad de primer orden para Madrid, algo que ocurre de forma algo recíproca con el jefe del Consell. Así pues, la impresión es que todavía queda mucho calor que ofrecer para alcanzar el deshielo.