VALÈNCIA. Rozamos el cielo con los dedos. Al finalizar el magistral Allegro con el que se abre la séptima sinfonía de Anton Bruckner, tuve la sensación de que íbamos a asistir a una histórica velada por el nivel alcanzado tanto por el director muniqués como por los profesores de la orquesta. No obstante, fue una excelente lectura. Un movimiento de apertura tocado y dirigido al máximo nivel como ya se advirtió desde la primera frase entonada por los violonchelos sobre el trémolo de los violines. El adagio tampoco defraudó, pero las expectativas cayeron algo con el Scherzo, posiblemente no comprendido del todo por los músicos en cuanto a la idea que Liebreich tenía en la cabeza, y un Finale, que siendo notable quizás se resintió por cierta bajada en la concentración tras dos primeros movimientos realmente gloriosos. Se notó el intenso trabajo de dirección en los ensayos, lo que le permitió a Liebreich extraer un sonido de la cuerda como en pocas ocasiones le hemos escuchado a la orquesta: denso, corpóreo con la idea, siempre acertada, de que para lograr el sonido global “bruckneriano” lo esencial no son los metales, como podría parecer en un primer vistazo, sino la cuerda. Uno de esos instantes memorables vino hacia el final con la reexposición del final sobre el inmenso redoble de los timbales de un gran Javier Eguillor. Tras ello una muy bien planificada coda cerro un primer movimiento para el recuerdo.
Fotos: LIVE MUSIC VALENCIA
Liebreich plantea su Bruckner de forma analítica, diseccionándolo a partir del empleo de unos tempi algo más lentos de lo que es habitual. Sin embargo, oh sorpresa, la lectura analítica en el caso del director muniqués nunca va en detrimento de la expresividad, logrando en ello un equilibrio perfecto y unos resultados que no me duele en prendas reconocer, superaron mis expectativas por desconocimiento de esta faceta “bruckneriana” del muniqués. De nuevo acontecieron multitud de detalles memorables, pero elegiré ese mágico instante, tras el gran clímax con el que culmina el movimiento con el célebre golpe de platillos- el único de toda la sinfonía-, en el que las antológicas cuatro tubas wagnerianas- siempre sonando como un solo instrumento-, se despiden no sin antes ser relevadas por las no menos majestuosas cinco trompas.
En el scherzo, Liebreich huye de la traca y la asertividad, en ocasiones machacona y grotesca, y desde ese punto de vista hace una versión novedosa, componiendo el movimiento más personal, puesto que además del obligado metrónomo que exigen los scherzos brucknerianos, pretende traer una expresión que en muchas lecturas queda orillada. Una interesante opción que huye de alguna forma de esas versiones que optan por la espectacularidad decibélica y marcialidad. A los músicos les costó armonizar el metrónomo tan marcado de los movimientos rápidos brucknerianos con la musicalidad que se demandaba desde el podio, y se vivieron momentos de desajustes sobre todo en la sección de trompetas que de forma reiterada estuvieron ligeramente aceleradas en sus entradas y en toda la frase. En definitiva, una gran lectura global en la que sobresalieron toda la cuerda sin excepción, unos trombones y tuba antológicos, los timbales del citado Eguillor o la flauta, sobre todo en el primer movimiento, de la solista Maria Dolores Vivó.
Una velada dedicada al recientemente fallecido compositor valenciano José Evangelista, pero que se abrió con una obra recordando el centenario del nacimiento de otro: el gran compositor húngaro György Ligeti. Para ello se puso en los atriles Ramifications para orquesta de cuerda, una obra escrita en su versión para 9 instrumentos en 1969 de la que los músicos seleccionados de la orquesta de Valencia lograron una limpia a la par que inquietante lectura. Es interesante como Ligeti “escribe” también unos compases de silencio absoluto una vez finalizada la pieza que el director debe marcar creando un ambiente de recogimiento. Qué pena este hallazgo musical no se pusiera en práctica siglos atrás y así nos evitaríamos, en tantas y tantas obras, esos precipitados aplausos y bravos, incluso antes de que deje de sonar la música. En fin, hay que aguantar.
Ficha técnica:
Jueves 12 de enero de 2023
Auditori de Les Arts
Obras de Ligeti y Bruckner
Orquesta de Valencia
Alexander Liebreich, director musical