VALÈNCIA A TOTA VIROLLA

Un día de tuk tuk por València: llega el turismo bajo palio

Al igual que en Tailandia, los principales destinos turísticos de nuestro entorno comienzan a incorporar tuk tuks a su movilidad habitual

2/09/2023 - 

VALÈNCIA. Una vez los coches de caballo ya son historia en ciudades como València -la estampa de la cola de equinos en la rotonda de la Plaza de la Reina parece un recuerdo de hace cincuenta años-, un nuevo método de transporte emerge como su reemplazo. Lo hace, de momento, mostrándose con la discreción de lo que se mueve entre el vacío legal y el melón por abrir. Lo hace, también, siguiendo el rastro de un furor: su implantación en los recorridos turísticos de Portugal, donde el empresario Filipe Figueiredo ha convertido algunos paisajes singulares de Lisboa en una maraña de vehículos de tres ruedas, a cubierto. 

Son los tuk tuk que comienzan a asomar por València como aves foráneas que buscan la manera de colarse en el ecosistema local. Mientras en el país vecino traen de cabeza a las autoridades locales por los problemas de aparcamiento, los conflictos con los taxistas o la propia saturación visual, en Madrid el encaje legal pone en alerta a la policía. 

La aparente inocencia de los tuk tuk sobre la movilidad, su armatoste frágil, tiene en cambio una incidencia directa: la tailandización del ambiente. Como sucedió en Lisboa, solo es una cuestión de escalado y volumen hasta que sus ruedas hagan tuktuk en las vías más representativas. 

Al margen del desarrollo normativo, el significado del paso del tuk tuk sobre la ciudad conlleva la irresistible mirada colanizadora del que pasa por sus calles bajo palio, sin detenerse, sin cruzarse con nadieLa urbe de pasada. Frente a ello, y por mucho que el efecto rebaño sobre la calzada provoque grumos en la circulación del viandante, al menos hay entre los grupos de visitantes un afán de ‘bajarse’ a la superficie, de compartir un mínimo espacio, un breve esfuerzo colectivo.

Al galope del tuk tuk los ocupantes parecen querer gritar un ‘abran paso’ para que la ciudad se abra ante su derecho adquirido. Haciendo scroll, el gran triunfo de un átomo en la ciudad. No se trataría tanto de estar en una ciudad, sino de poder decir que se estuvo.

Considerados como actividad turística, fuera de la categoría de vehículos para transportar pasajeros, los primeros operadores de tuk tuk en València organizan tours para grupos de hasta cuatro personas. Viajes en torno a 120 y 140 minutos en un completo que recoge a sus clientes desde la puerta del hotel y les muestra Ciutat Vella, Mercadón de Colón, la Ciudad de las Artes o las playas. Si los circuitos son solo a la ‘València moderna’ o la ‘València antigua’ el tiempo se reduce un hasta los 90 y 60 minutos, al igual que el precio, entre 90 y 60. 

El conductor que lleva bajo palio mostrará linealmente todos los exponentes valencianos sin necesidad de pisar la calle -qué molesto- o de compartir viaje con desconocidos -qué incordio-. 

Mientras València sigue discutiendo la contratación de su bus turístico, por el lado le pasan nuevas formas de ‘movilidad experiencial’ llamadas a necesitar ajustes regulatorios. Aunque hasta el momento los tuk tuk están contemplados en la ordenada fiscal, el vacío sobre los límites de su actuación promete unos cuantos dolores de cabeza.

En Lisboa, y ahora en Madrid, el espacio para aparcar se ha convertido en un primer motivo de tensión, con la acumulación de vehículos en algunas calles cercanas al Mercado de San Miguel. Por otra parte, los taxistas denuncian la intromisión en sus funciones, capturando visitantes a la carrera aunque el servicio que pueden prestar sea solo previa concertación de tour turístico. 

Si bien en Madrid apenas circulan de momento 50 matrículas -y las apariencias en València no hacen indicar que son más de cinco-, el caso portugués es una advertencia sustancial para que la ciudad se cuestione de qué manera afrontar una presión llamando a la puerta. Su presencia como oferta en la movilidad urbana merece preguntarse también si tan solo hace falta canalizar un nuevo modo de transporte (encontrarle encaje en la convivencia con el resto de modos) o si, más bien, impacta en variables amplias de la ciudad como su posicionamiento y percepción. 

Si en esta nueva fase municipal se anuncia la voluntad de que el peatón sea el eje de la movilidad en la ciudad, también hará falta razonar si es compatible con que los visitantes puedan encapsularse para transitarla.