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Un Edipo con hincapié en la crisis de identidad remata Sagunt a Escena

Oriol Broggi estrena una versión que bebe tanto de Sófocles como de Borges y Wajdi Mouawad

2/09/2018 - 

VALÈNCIA. Oriol Broggi opina que el arte es acumulación, “capas de referencias, influencias”. Y en coherencia, el Èdip que estrena en catalán este próximo 2 de septiembre en el Teatro Romano de Sagunto es un destilado de aproximaciones y ecos de la tragedia del rey de Tebas desde que fue escrito hace 2.500 años hasta los conflictos de nuestro presente.

La versión firmada por Jeroni Rubio Rodon arranca con el poema de Jorge Luis Borges El principio, se cimenta en las obras originales de Sófocles Edipo Rey y Edipo en Colono, se apoya en las ideas plasmadas por Wajdi Mouawad en Las lágrimas de Edipo y se arropa con un tema interpretado por Harry Belafonte y Nana Mouskouri.

Su actor protagonista, Julio Manrique, ha bebido del cine. Y lo ha hecho tanto de irrebatibles como Edipo Rey (Pasolini, 1967) como inesperados: las dos primeras partes de El padrino, ya que, como el héroe griego, Michael Corleone trata de escapar, sin éxito, de su destino.

Esta revisión contemporánea de uno de los personajes más famosos de la historia se ha despojado de retórica. No hay grandes movimientos, elementos escenográficos ni ropajes recargados. Su despojada puesta en escena se ciñe a la esencia del mito: una reflexión sobre la identidad y la gestión de los cambios de paradigma.

Foto: DAVID RUANO.

Viaje al origen

Para aunar al equipo en el proyecto, Broggi los enroló en un viaje a Tebas, Atenas y Delfos. “Visitamos la ciudad del oráculo, la Acrópolis, el teatro donde se representó la obra por primera vez en el año tropocientos antes de todo… y así fuimos hablando sobre los temas de la obra, surgió un ritmo y el paisaje nos ayudó a sumergirnos en el proyecto”.

Para imbuir también al espectador de esa atmósfera antigua, en la puesta en escena se recreó un teatro que se caía en pedazos, pero en el Romano de Sagunto se ha prescindido del aspecto ruinoso. El director justifica la decisión en que para las funciones en el Romea de Barcelona se buscaba una conexión con el público que no será necesaria en la representación el domingo en el edificio del año 50 d. de C. Si bien critica que la restauración “es horrorosa, muy rara y dificulta el montaje”.

Sin complejos

Broggi ha rehuido en su montaje la tentación del gore. Los aspectos más cruentos del clásico tienen lugar fuera de escena. El público no asiste al suicidio de Yocasta, como tampoco al terrible momento en el que Edipo decide arrancarse los ojos. “Hay mucha sangre, pero al momento se le tapan las cuencas. Y el espectador ya ve que el horror y el dolor están dentro”.

Foto: DAVID RUANO.

También ha restado relevancia a la piedra angular de la teoría de Freud, el complejo de Edipo. “En la sociedad en la que vivimos vendemos más cuanto más simplificamos, y yo no quería caer en el titular fácil. El protagonista se ha casado con su madre, pero él no sabe que les une ese vínculo, así que se rompe la base del psicoanálisis, que es la atracción hacia los seres próximos. Es muy fuerte que mate a su padre y tenga cuatro hijos con su madre, pero si le diéramos importancia estaríamos desechando un asunto tan complejo como el de la identidad”, discute el director.

Y es que en tiempos de nacionalismos, crisis regionales y fracturas en la Unión Europea, la tragedia griega recobra vigencia.

Los monstruos que anteceden el cambio

“Edipo tiene la virtud de plantearnos la pregunta: ¿quiénes somos? Es un personaje que forma parte de una nueva manera de ver el mundo en la que el hombre se toma como medida de todas las cosas y se evoluciona del mito al logos”, plantea Broggi.

El director cita a Mouawad, que dice que cuando las sociedades cambian y aún no ha nacido una nueva forma de relacionarse surgen los monstruos. Y se le acumulan los ejemplos reales: todas las caras del fascismo del siglo XX, y ficticios: el imperio galáctico de Star Wars, El Mulo de las novelas de Isaac Asimov y, claro está, Edipo.

Foto: DAVID RUANO.

“Nuestra sociedad está cambiando en estos momentos. Hubo una crisis que simplificamos como económica, pero era de estructura, y afectó a los sistemas social, religioso, sexual y económico. Todos los días puedes salir a la calle a manifestarte por un tema distinto: la vivienda, Cataluña, las relaciones en género, las fronteras… Y hasta que aprendamos a organizarnos de manera diferente, surgirán líderes que dirán que tienen la solución a nuestros problemas. Pero los políticos tienen que ser buenos dirigentes que nos hagan disfrutar de la vida en comunidad y no los que hemos sufrido intentando llevarnos al huerto y construyendo cosas tontas como el aeropuerto de Castellón”, critica para rematar.

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