En Compostela el PP terminó nombrando siete concejales que no figuraban en las listas tras el torrente de dimisiones, tal y como permite la Ley Electoral
VALENCIA. La crisis del grupo municipal del PP en el Ayuntamiento de Valencia es un problema de envergadura para la formación popular. Nueve de los diez concejales se encuentran imputados -ahora denominados investigados- por presunto blanqueo capitales. De mantenerse en esta situación tras el levantamiento del secreto de sumario, la dirección del partido, como ya indicó la presidenta regional, Isabel Bonig, les enseñaría la puerta de salida. Es decir, les pediría que dejaran el acta y abandonaran el consistorio.
Vaya por delante que el acta de concejal es personal, por lo que correspondería a cada uno de los implicados -si siguen estándolo- decidir si abandonan o no su puesto en el Ayuntamiento o toman el camino del Grupo Mixto.
Ahora bien, el problema es que además hay otros cinco exediles investigados y, en total, 20 asesores y exasesores también en esta situación, y muchos de los cuales ocupan puestos de la candidatura local que el PP presentó en las elecciones de 2015.
Así, si finalmente se produjeran las renuncias de los nueve ediles investigados más algunos de los ahora exconcejales que figuran en los puestos siguientes, y a ello se sumaran las de los otros imputados que cumplían -y en algunos casos todavía cumplen- funciones de asesores y que también se encuentran en la candidatura, el PP debería hacer correr la lista hasta más allá del puesto 25 de los 33 nombres (más tres reservas) que figuran en ella.
Un hecho complicado para la formación local. Cabe recordar que, a menudo, en los últimos puestos de una candidatura se incluyen nombres de carácter simbólico o de jóvenes del partido a sabiendas que no deberán asumir las responsabilidades de concejal. No obstante, en este caso, se daría la circunstancia de que el PP debería asumir el ascenso de las personas que así decidieran tomar el acta.
No obstante, hay quien en el partido empieza a mencionar una solución alternativa ante el temor de que quede como resultado final "un grupo municipal desdibujado o sin la suficiente experiencia". Así, en algunos mentideros populares, incluso entre miembros de la propia gestora, se ha comentado ya en alguna ocasión lo ocurrido en el Ayuntamiento de Santiago de Compostela.
En la pasada legislatura, el grupo del PP en el citado consistorio terminó designando a siete concejales que no figuraban en la candidatura electoral. El insólito hecho se produjo tras una cascada de dimisiones debido a las imputaciones por el llamado caso Pokémon, a la que siguieron posteriores renuncias de miembros de la lista que debían asumir las responsabilidades en el consistorio.
El artículo 182.2 de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG) refleja lo siguiente: "En el caso de que (...) no quedasen posibles candidatos o suplentes a nombrar, las vacantes serán cubiertas por cualquier ciudadano mayor de edad que no esté incurso en causa de inelegibilidad. Estos suplentes serán designados por el partido, coalición, federación o agrupación de electores cuyos concejales hubiesen de ser sustituidos y se comunicará a la Junta Electoral correspondiente, a efectos de la expedición de la oportuna credencial. En este caso, no podrán ser designadas aquellas personas que habiendo sido candidatos o suplentes en aquella lista, hubieran renunciado al cargo anteriormente". Es decir, el PP nombraría a su libre criterio a los concejales que considerara adecuados para el puesto en caso de acabarse la lista.
Precisamente esto ocurrió en Santiago de Compostela. La situación fue recurrida por la oposición pero tanto la Junta Electoral Central (JCE) como posteriormente el Tribunal Supremo avalaron la maniobra de los populares en el consistorio gallego. Si bien buena parte de la fuentes del PP consultadas por este diario ven "muy difícil" que se llegue a esto puesto que consideran "imposible" conseguir la renuncia del resto de integrantes de la lista que figuran en ella, algunos dirigentes del partido creen que podría llegarse a tratar de diseñar un grupo sólido con algunos de los miembros más solventes de la candidatura y pedir la renuncia del resto para poder incluir algunos nombres de refuerzo que pudiera designar el PP.