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antonio girbés y terence ward

Un nuevo Caravaggio en la València del s. XXI

El consultor cultural Terence Ward se fija en un trabajo fotográfico inédito del artista valenciano Antonio Girbés para... producir una obra de teatro y una performance que haga reflexionar sobre el amor y el odio, la vida y la muerte  

| 22/12/2018 | 13 min, 55 seg

VALÈNCIA.-Había una vez un artista que soñó con un jardín repleto de iris porque necesitaba contar una historia. El artista no sabía si era su historia personal o la de otros pero lo que sí sabía era que necesitaba «contarla» y quería que esas flores le ayudaran. Y cuando por fin encontró en un castillo suizo el paraíso de los iris, que contenía todas las variedades con las que él había soñado, el artista regresó de nuevo a su tierra, Valencia, con la maleta repleta de rizomas y bulbos y las plantó en su jardín. En Dénia. 

Tuvo que esperar un año. Y cuando por fin llegó la primavera y los iris crecieron se afanó en trabajar noche y día, día y noche, para poder captar con su cámara la frescura evanescente de aquellas singulares flores. Y así trabajó durante cuatro años seguidos. Con cada primavera el artista regresaba a su jardín de Dénia a por más ejemplares de aquellos misteriosos, delicados y exuberantes iris, de muchos colores a cuál más intenso y cautivador. Los recolectaba y llevaba hasta su estudio en València en donde, minuciosamente, colocaba sobre livianas estructuras metálicas, que él mismo habría construido para obtener de aquellas flores su máximo esplendor. Y así, una tras otra, las inmortalizaba con su cámara. Para potenciar sus colores y sus sombras captaba la luz natural y la reenviaba a las flores con ayuda de espejos. El artista, sin saberlo, jugaba al claroscuro barroco. Así fue cómo consiguió los mejores contrastes y potenció las partes más genuinas de cada ejemplar.

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Pero un día, con la culminación del proyecto también el cuento se acabó. Y el artista tuvo que guardar aquel tesoro que, inspirado en unas enigmáticas flores, se había transformado en una colección de bellas imágenes. Construyó una hermosa caja color burdeos, las guardó y decidió esperar hasta encontrar a la persona adecuada que le ayudara a dar vida a aquel proyecto. Y así pasaron ­—han pasado— veinte años en los que el artista ha trabajado en nuevos proyectos, muy distintos entre ellos pero todos de fotografía, porque fotografiar es lo que el artista sabía y sabe hacer. También decidió dejar las flores para centrarse en las ciudades. De la mano de Ivory Press (Elena Ochoa y Norman Foster) llegaron sus trabajos Forbidden City y Delirious City. Esta última muestra la expuso en el Almudín (València) en 2015 y llamó la atención de la Fundación Hortensia Herrero, que decidió apoyar su siguiente proyecto, una exposición en la abadía de San Giorgio Maggiore, en Venecia. Así fue cómo llegó a Venecia la muestra Refugios et Misericordia y la visión de Antonio Girbés de los frescos de la iglesia de San Nicolás.

Y en Venecia (2016), gracias a una de sus obras de inspiración valenciana, se obró el milagro. Allí, frente a la obra Endless — que recoge su visión personal de los frescos de la cúpula de San Nicolás de València— , una pareja quedaba impactada y emocionada ante aquel túnel de imágenes sin fin, que les transportaba hacia una salida incierta, hacia una especie de ojo circundante. Así fue como Terence Ward e Idanna Pucci percibieron la obra de Girbés. Así fue cómo llegaron a la vida de este artista. Y así fue cómo el cuento de los iris recobró la vida de nuevo.

¿Quién es Terence Ward? Es escritor y miembro de la Conferencia Mundial de Religiones por la Paz. Durante 25 años ha sido consultor de compañías, fundaciones y gobiernos de Oriente Próximo en proyectos culturales. Nacido en Estados Unidos, su infancia transcurrió entre Arabia Saudí e Irán. Especialista en historia de Oriente Próximo y en los movimientos políticos islámicos, Ward es además gran conocedor de la obra de Caravaggio. Terence y su esposa Idanna son productores de documentales y organizan muestras de arte en Roma, París y Nueva York. Como comisarios de arte, uno de sus trabajos sirvió para inaugurar la Asamblea General de las Naciones Unidas (2015).  

En esta entrevista para Plaza hemos reunido las voces de ambos protagonistas, Terence y Antonio, quienes nos explican el nuevo proyecto que les une, resultado del trabajo del artista valenciano en torno a unos enigmáticos iris.

— Terence,  ¿qué experimentasteis tu esposa y tú cuando visteis en San Giorgio Maggiore (Venecia) el trabajo de Girbés inspirado en los frescos de la Iglesia de San Nicolás de València?

— Idanna y yo habíamos acudido a San Giorgio Maggiore a ver la muestra de otro artista y nada más entrar en Refugios et Misericordia, la muestra de Antonio Girbés, quedamos impactados por la fuerza de aquel trabajo. Primero me fijé en dos obras, una sobre la iglesia de San Francisco en Oporto y muy cerca otra sobre los Templos del Sol y la Luna de México. Yo veía dos culturas que a pesar de que una había arrasado a la otra, en aquel espacio convivían en paz. Seguimos avanzando y fue cuando Idanna y yo nos encontramos frente a la obra Endless. Allí estaba la instalación inspirada en la iglesia de San Nicolás, en donde una especie de túnel circundante te conducía hacia algo así como un ojo. También allí nos encontramos con 64 miradas de personas esperando recibir la misericordia. Este conjunto artístico te obligaba a parar y a reflexionar sobre el concepto de misericordia. Lo cual entraba en un perfecto paralelismo con la obra más importante de Caravaggio, Siete actos de misericordia. Y otra causalidad fue que, precisamente, al día siguiente yo daba una conferencia en Roma sobre mi último libro que está dedicado a esta obra de Caravaggio,  Siete actos de misericordia, de ahí que me impactara tanto el trabajo de Girbés. La misericordia es la esencia de la humanidad, es la compasión. Antonio había llevado aquellos frescos valencianos mucho más lejos; con ellos había construido una mirada eterna, la mirada del espectador: exactamente lo que Caravaggio pintó en sus Siete actos de misericordia. Cuando estás frente a ese trabajo de Antonio puedes verte a ti mismo y te obliga a preguntarte, ¿eres merecedor de esa misericordia? En aquel momento me dije a mí mismo que aquel artista era increíble. 

— Antonio, ¿en qué momento adviertes que Terence y tú tenéis un proyecto en común? 

— La admiración y el entusiasmo fue inmediato y recíproco. Pude ver cómo aquella pareja se conmovía ante las piezas de la muestra así que me acerqué a ellos y antes de que salieran de la sala tuve la osadía de decirles: «algún día haremos algo juntos». Yo no tenía ni idea de quiénes eran. Ahora sí lo sé. Han tenido que pasar dos años para que nos volviéramos a encontrar. Y el pasado verano decidí mostrarles mi trabajo más vital, mi proyecto con los iris, que realicé hace veinte años. Les propuse trabajar juntos el proyecto Iris Osiris y en ello estamos. 

— Terence, háblanos de Iris Osiris. ¿Qué te ha interesado de este proyecto?

— El trabajo fotográfico de Antonio es de una calidad apabullante. Las imágenes son cautivadoras y no dejan indiferente. Cuando Antonio nos explicó a Idanna y a mí las imágenes de los iris según el mito de Osiris ambos entramos en la dimensión del antiguo mito (siglo XXV a.C), el cual no olvidemos que a su vez encierra la historia de muchas religiones occidentales. El mito de Osiris nos habla de vida, de muerte y resurrección, de fe y amor. Es un mito increíblemente contemporáneo. Y aquí tenemos a este artista de València, que lo ha recogido casi sin saberlo. Y cuando tú ves su trabajo con los iris no puedes más que exclamar: ¡Dios mío! ¡Qué está ocurriendo aquí!¡Pero qué bárbaro! Y todo con la ayuda de unas extrañas flores. Los tres hemos empezado a trabajar en el proyecto y las posibilidades que manejamos para que llegue al público son muy interesantes: desde una publicación, a una obra de teatro y también una performance para conseguir que el mensaje llegue al público más joven... 

— Terence, cuentas que el trabajo de Antonio te evoca a Caravaggio.

— Cierto. Antonio no era consciente pero su proceso para iluminar las flores era el mismo que utilizaba Caravaggio. En sus trabajos ambos se han ayudado de unos espejos para reconducir la luz natural al punto deseado. Los claroscuros en el trabajo con los iris otorgan una gran fuerza a la imagen y el efecto final en el espectador es increíble.

— Antonio, háblanos de la génesis del proyecto. ¿Por qué con flores? ¿Por qué los iris?

— Ya había estado trabajando con flores durante diez años y en 1995 me puse un reto, elegir un único tipo de flor. Descubrí que el iris me fascinaba porque para mí une lo divino con lo profano de una forma única. Comenté mi idea con un amigo que casualmente había vivido en Suiza y me dijo que cerca de Ginebra había un castillo con una de las colecciones de iris más importantes del mundo. Así que me fui al Château de Vullierens, me presenté sin más a sus propietarios y a cambio de una de mis obras ellos me dejaron escoger todos los rizomas que necesitase. De entre más de quinientas variedades de iris distintas que allí había, elegí unas treinta. 

— ¿Cómo fue tu proceso de trabajo?

— Los iris normalmente florecen apenas durante un mes al año, por lo que hasta el año siguiente ya no puedes trabajar con ellos. Así que esperaba a que nacieran las flores, y cuando florecían las recolectaba y me las llevaba hasta mi estudio de València. Allí construía minúsculas estructuras metálicas y las colocaba sobre ellas. De esa manera conseguía elevarlas y obtenía las mejores tomas. No seguía ninguna idea preconcebida. En otras ocasiones, y de nuevo sin saber por qué, me ayudaba de un bisturí para cambiar la forma de aquellas criaturas, pues sentía que me lo pedían. Yo mismo me sorprendo de la calma y paciencia que mostré para realizar aquel trabajo tan minucioso. Muchas veces sentía que era como si alguien dirigiera mis manos. Todo eso era mi trabajo cuando había flores. Cuando no las había, aprovechaba para realizar pinturas que utilizaba de fondos para las fotografías de aquellas flores, con lo que conseguía una expresión más completa del iris. 

— Y llegó el momento de revisar todo el material... 

— Cierto. Había cientos de fotografías que había disparado y manipulado y me puse a pensar en un posible título. Y pensé en llamarla Los iris y vi que si eliminaba la letra ele aparecía la reveladora palabra Osiris. Y así fue cómo, a partir de un juego de letras, comenzó mi interés por las figuras mitológicas de Isis y Osiris. Comencé a leer sobre el tema, y la historia que narraba aquel mito cada vez me cautivaba más. Y advertí que a través de mis flores podía hilar un discurso que evocaba aquel mito. Y ha sido al conocer a Terence cuando he sabido de la importancia de este mito egipcio y por qué está vigente en nuestros días. 

— Antonio, ¿cómo narras el mito de Osiris a través de tu trabajo?

— Yo, a través de los iris veo la historia de tres hermanos, Isis, Osiris y Seth, todos hijos de Ra, que llegan a la Tierra. Osiris e Isis se casan con la aprobación del todopoderoso Ra. Seth enloquece de envidia y decide matar a su hermano Osiris y desmembrarlo en catorce trozos que arrojará al Nilo. Isis encuentra los pedazos descuartizados, salvo el sexo. Osiris renace, se une de nuevo con Isis y de esa unión nace Horus. 

— Terence, ¿cómo narras tú el mito de Osiris a través del trabajo de Antonio? 

— Vamos a dotar al mito de Osiris de una dimensión contemporánea porque los mitos pueden cobrar vida a través de una nueva versión. Pensemos en ellos —y nunca mejor dicho— como un rizoma que se multiplica bajo la tierra para finalmente florecer. Las fotografías de los iris trabajadas por Antonio son tan intrigantes, tan extraordinarias y tan evocadoras que queremos que cuando el espectador se enfrente a ellas, pensamos en formatos de gran tamaño, se encuentre frente a lo maravilloso, frente a la belleza y se tropiece con el amor, el diálogo pero también con el miedo, con la muerte, con el peligro, la envidia, la traición entre hermanos y por supuesto la misericordia y la redención.

— Terence, tu reinterpretación del proyecto Iris Osiris es especialmente relevante por tus conocimientos de las religiones, por tu vinculación a organizaciones como la Conferencia Mundial de Religiones por la Paz. ¿En qué consiste tu participación?

— Como miembro de la Conferencia Mundial de Religiones por la Paz participo en sus reuniones. En breve tendremos un encuentro con presencia de líderes de todas las religiones del mundo. Juntos, plantearemos iniciativas para promover la construcción de la paz en África, Asia y Oriente Medio: desde el pueblo Rohinyá de Birmania pasando por Filipinas hasta Sri Lanka, Sierra Leona y el Congo, y también en Siria y el Líbano…

— Terence, has escrito un libro dedicado a la obra cumbre de Caravaggio, ¿es cierto que esa publicación te llevó a participar en una rueda de prensa en el Vaticano?

— Mi libro se llama The Guardian of Mercy: How an extraordinary painting by Caravaggio changed an ordinary life today (El Guardián de la Misericordia: Cómo una pintura extraordinaria de Caravaggio cambió una vida ordinaria hoy en día). El arte siempre ha tenido un papel redentor y eleva la conciencia del espectador. Caravaggio con su obra se acercó y tocó a la gente, profundamente. Lo consiguió en su época y sigue haciéndolo hoy en día. Sigue siendo un pintor moderno que despierta a las personas. Su visión es sorprendentemente cinematográfica, de ahí su modernidad. Mi libro recoge el testimonio de una de esas personas, Ángelo Esposito, el guardián de la iglesia en donde se encuentra esta obra de Caravaggio. Este hombre sencillo me contó que esa obra de arte lo había elevado, e incluso que en un momento muy peligroso, sintió que realmente salvó su vida. Por esta publicación me invitaron en septiembre de 2016 a participar en el Vaticano junto al cardenal Turkson y el obispo O’Farrell para difundir el mensaje del Papa Francisco. Con motivo del Jubileo de la Misericordia. 

— Terence, ¿qué me dirías de la obra en conjunto de Antonio Girbés?

— Su obra Refugios et Misericordia te roza el espíritu. Evoca el anhelo. Su trabajo transmite paz, abrigo, refugio. También he podido conocer su excelente trabajo sobre la Ciudad Prohibida. James Joyce ya decía: «el gran arte se mueve de lo particular a lo universal. De lo mundano a lo mítico». A través del Mito de Osiris queremos contribuir a conciliar, a fomentar el diálogo, la unión entre religiones, la esperanza, a difundir valores... los valores del mito de Osiris. Con la ayuda de los iris de Antonio. 

* Este artículo se publicó originalmente en el número 50 de la revista Plaza

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