VALÈNCIA. “El otro día me hicieron la mejor mamada de mi vida. El secreto fue que la chica usó muchas babas. Alguna ventaja tenía que tener el síndrome de down”. Aquella frase tuiteada por el popular humorista David Suárez el año pasado le costó un gran golpe en su carrera profesional. Ipso facto, fue despedido de Cadena Ser, y desde aquel momento recibió cientos de amenazas a través de las redes. Lo que hasta hace unos años podría haber resultado un chiste inofensivo se empezaba a percibir como una profunda discriminación. Y no solo en este ámbito. El humor en general ha evolucionado enormemente en muy poco tiempo. La cuestión es: ¿resulta lícito hacer humor sobre cualquier cosa bajo el amparo de la libertad de expresión?
La València postcuarentena trae consigo varias iniciativas humorísticas. Un late-night, un espectáculo de monólogos y un micro abierto reconvertido son ejemplos de ello. Independientemente de lo que sea correcto o no, el humor ha cambiado mucho durante los últimos años. Antes el público se caracterizaba por la pasividad, y su retroalimentación con el sector no iba más allá de los aplausos y el número de entradas vendidas. Ahora, en un mundo interconectado, la comunicación es bidireccional, y el público puede hacer que su opinión sea visible, e incluso viral. Conviene, pues, observar cómo todo esto ha transformado al humor. En concreto, en la ciudad de València, que además posee una idiosincrasia particular que también se ha visto alterada por el entorno actual. ¿Hacia dónde se dirige el humor en relación con el avance social?
El Ring: humor como radiografía social carente de clichés
“Es un programa de humor que habla sobre el humor en sí”, describe Isa Greses, la presentadora del nuevo late-night valenciano El Ring. Celebrado en La Casa de la Mar, se trata de un programa en el que tres personas famosas (no necesariamente vinculadas de forma directa al mundo del humor) se suben a un ring en el que, con estética de boxeo, se someten a tres entrevistas (tres asaltos) uno a cada uno. Las entrevistas tratan desde temas génericos hasta particularidades vitales de los invitados. Así, un mismo programa puede llevar a un escritor, un grupo de música y un experto en cine. Todo tratado desde el humor y haciendo hincapié en las implicaciones del mismo en cada sector.
El equipo completo está formado, además de por Isa Greses, por Sergio Hernández , Nacho García Nas, y Cisco Greses en la creación de la idea original; y por Hermes Mas, Rubén Trujillo y Álex Aguayo en la producción técnica y gestión del recinto. Su lema es, en línea con la temática púgil, “Luchemos por la cultura”, y se celebra todos los viernes de agosto y septiembre a las 22 horas. Hasta ahora han acudido artistas como Chimo Bayo, La Fúmiga, Mr. Perfumme y Pau Monteagudo entre otros.
Isa Greses, la presentadora de la iniciativa, explica que el humor ha sufrido profundos cambios en los últimos años. Señala que muchos de ellos están patentes en El Ring. “La transformación más importante del humor ha sido que ahora habla del propio humor. Ahora nos planteamos algo que antes no: ver hasta dónde puedes contar lo cotidiano a través del humor sin que eso suponga una discriminación a algún colectivo”. Lo cierto es que hasta hace muy poco tiempo, la comicidad basada en la burla hacia minorías o sectores discriminados tenía mucho tirón, y es algo que, al margen de que haya sobre la mesa un debate sobre si es aceptable o no, está cambiando. “El humor actual ya no busca los clichés sobre minorías, sino que busca reírse de la realidad sin tener que usar esos clichés. El humor va encontrando sus propios límites sin necesidad de reírse de las particularidades de ninguna minoría”, cuenta, y destaca que el mundo del chiste se está “reencauzando hacia lo crítico, hacia la reflexión real de nuestra sociedad, poniendo límites”.
Pero entonces, ¿dónde se encuentra el límite del humor en El Ring? ¿El humor negro, machista u homófobo no deben ser permitidos? Según Greses, no se deben imponer límites al humor más allá de lo que la sociedad piense, pero ella opina que “habría que ir con mucho cuidado al hacer humor que afecte negativamente a la concepción de las minorías o los sectores sociales discriminados”. La razón, explica, es que “al final les haces el flaco favor de que sigan en la estacada”. Y es que el uso desmedido del humor hacia colectivos estigmatizados puede hacer que acabemos banalizando su situación, haciendo que resulte normal, e incluso cómica. Los límites de la realidad que percibimos están determinados por el lenguaje que utilizamos, pero, ¿quiere decir eso que habría que dejar de hacer, por ejemplo, humor racista?
Antes de dar respuesta a esa cuestión por medio de las siguientes propuestas, conviene apuntar a otros flancos. La creadora de El Ring, en su ‘lucha’ por relanzar la cultura y, en general la del territorio valenciano, también habla de la existencia de un humor puramente valenciano. Afirma que el humor de la terreta “guarda las referencias del humorista de los ochenta Don Pío, así como las de Eugenio -aunque no fuera valenciano-”. Y en relación a esa evolución que ha sufrido el humor en los últimos años, Greses destaca que el humor valenciano va por delante en ese sentido. “Está siendo más crítico si cabe, va a las raíces, se ríe de nuestros comportamientos, pero de una manera que no olvida la actualidad. También se basa mucho en lo que hacemos y decimos, en nuestra idiosincrasia como valencianos. Afirma que todo esto está muy bien definido por la compañía de teatro Pot de Plom y su principal integrante Xavi Castillo.
Valencia Comedy: humor desde el dolor, pero con distancia
El creador de Valencia Comedy y humorista Rafa Alarcón piensa de forma distinta a Isa Greses. Su sello nació hace 8 años. Por aquel entonces el monologuismo estaba en auge, pero había muchos espectáculos en los que, según Alarcón, “no había la calidad requerida”. La idea de Valencia Comedy surgió de la pretensión de hacer un espectáculo óptimo, de gran calidad. “Decidimos juntarnos siete comediantes y empezamos a hacer espectáculos conjuntos, siempre con el monólogo como base, pero saliéndonos de la propuesta tradicional e interaccionando más con el público”. Antes de la declaración del estado de alarma tenían organizado un nuevo show, llamado Resacón en las Fallas, pero finalmente no pudo celebrarse. No obstante, sus humoristas tienen agendadas dos actuaciones en el Olympia el próximo octubre; y el propio Alarcón, junto con el cómico Óscar Tramolleres acudirá a los Monólogos in Love del próximo septiembre en el Teatre Talía. El espectáculo que habrían celebrado antes de las Fallas está previsto también para octubre, pero Alarcón cuenta que, con la incerteza actual “no pueden asegurar nada”. Ya tienen 900 entradas vendidas, lo que supone la mitad del aforo habitual.
El creador de Valencia Comedy cuenta que la pandemia ha afectado de lleno al sector humorístico y, en concreto, también a su sello. “Lo peor es la incertidumbre -señala-, pero al menos nosotros hemos sido de los primeros en volver a trabajar. Los pueblos no han hecho fiestas, pero un monólogo para cien personas con mascarilla no es tan difícil de celebrar. Es más frío, pero he notado que ahora mismo la gente tiene la necesidad de reírse, de desconectar. Ahora más que nunca, la risa es terapéutica”.
Por otro lado, afirma que es posible que sí exista un humor valenciano. “Si lo hay, se basa mucho en el acento. Estoy convencido de que acabas conectando más con la gente si compartes su forma de hablar, o bien la forma de hablar del lugar en el que vive”.
En lo concerniente a la transformación del humor, Alarcón afirma que “ha habido una evolución más rápida por parte del humor, que por parte de lo que la sociedad concibe como humor”. Señala que si un cómico se va a cualquier pueblo, los chistes basados en clichés “siguen funcionando” y que, ante esto, Valencia Comedy intenta adaptarse haciendo “un humor más elaborado, selecto e inteligente”.
Su visión es clara, y contrasta con la anterior iniciativa: “Por mucho que el humor sea más elaborado, siempre se basa en un dolor. Se puede tratar con distancia, pero esa es la base”. Muestra de ello es, según él, que “la expresión más básica y primigenia del humor es alguien que se cae”. Es decir, un 'dolor' ajeno que produce comicidad en quien lo contempla.
En esta línea, el cómico piensa que “el público de los ofendidos son gente que generalmente no consume humor. Hay quien predica que se puede hacer humor sin ofender a nadie, pero siempre habrá alguien que se sienta ofendido”. Explica que el humor se está “deshumanizando” precisamente por eso, por intentar arrebatarle el dolor como condición detonante. “Hay que entender que el arte no es respetuoso, y el humor es un arte”. Explica que la tendencia actual va por el camino de “no ofender a nadie” y que eso hace “que quede un arte de muy baja calidad”.
Por otro lado, el creador de Valencia Comedy explica que los profesionales del humor tienen que “saber lo que hacen”. “Nosotros decimos barbaridades, hacemos humor negro de todo tipo. Si vas a las fiestas de un pueblo tienes el deber profesional de saber dónde estás y lo que hacer. Tienes que generar humor sin perder tu identidad y sin crear heridas”. Se trata de una opinión opuesta a la de la creadora de El Ring, muy basada en la libertad de expresión como algo lícito al tratar cualquier tipo de humor. Explica que “el límite del humor lo pone cada artista, que debe saber dónde está y para quién lo cuenta”. El problema, añade, está en que “las redes sociales amplifican este paradigma”, lo que genera que, diga lo que diga un humorista -allá donde lo diga- puede llegar a todo el mundo en cuestión de segundos. Alarcón trae a colación el caso de Rober Bodegas, el comediante de Pantomima Full que fue amenazado de muerte tras hacer un monólogo en el que se metía con los gitanos. “El monólogo lo hizo tres años antes de que saltara la polémica. Un día alguien lo vio y se sintió ofendido. Se tuvo que pasar dos meses escondido”.
La conclusión de Rafa Alarcón es que ahora “el humor ahora sirve a las minorías. Si te metes con ellas, eso está mal visto. Hay que tener cuidado, saber dónde estás, porque la gente se ofende más. Una cosa es ofender, y otra que se creen estigmas”.
Pero, ¿es el humor entonces ajeno a la construcción de la realidad social? O dicho de otro modo, ¿ayuda el humor -por ejemplo- racista, a que las personas interioricen, normalicen y banalicen actitudes de injusticia sistemática? ¿Sabe todo el mundo la diferencia entre humor y realidad? En caso negativo, ¿es responsabilidad de los cómicos tener esto en cuenta?
Feísmo Cool: humor sin más restricción que la dinámica social
La tercera propuesta de humor en València es Feísmo Cool. Se trata de un micro abierto al que acuden todo tipo de humoristas, con la particularidad de que rompe con la estructura clásica de ese formato, introduciendo concursos, sorteos, dúos de presentadores que interactúan entre sí, etcétera. En definitiva, se trata de un espectáculo muy bidireccional entre el público y el artista. Hasta ahora, Feísmo Cool no había estado nunca en València, pero pasará por la ciudad, si todo va según lo previsto, a partir del próximo 14 de septiembre.
La idea surgió de la mano del cómico Juan Ángel Medina. Explica que llevaba tiempo viendo muchas propuestas de micro abierto que no funcionaban porque si había una noche con humoristas malos, todo se iba al garete. De aquella manera, pensó en crear un show que, de por sí, fuera divertido. Introdujo la dinámica del concurso. “Cada vez que termina un monólogo se le hace una pregunta de cultura popular, por lo general cultura kinki, a los humoristas. Si fallan, la pregunta rebota al público”.
En relación a la evolución del humor, Medina afirma que “gracias a Internet, ahora gusta lo cercano, lo humano”. Explica que el humor de hoy tiene que ser (o parecer) informal. “Que no se prepare demasiado, e incluso que a veces falle”. Y no le falta razón si tenemos en cuenta el enorme éxito de programas como La Resistencia, donde las características que expone Medina son una constante.
Por otro lado, en contraste con la opinión de Rafa Alarcón, el humorista de Feísmo Cool considera que “la gente es más consciente de que hay un tipo de humor que es ofensivo y que va en contra de minorías y sectores oprimidos”. Según él, las nuevas generaciones de humoristas “ya vienen con esto integrado en la cabeza y tienden a ser menos ofensivas”. Medina opina que no hace falta burlarse de nadie, que se trata de hacer “un humor más elegante y mejor. Ha habido una revolución en la comedia”.
Y en este sentido, el cómico opina que la evolución del humor hacia nuevas formas que no sean ofensivas no tiene la censura como causa, sino el cambio en la mentalidad social: “Cualquiera puede hacer el humor que quiera. Aunque te digan que tu humor ofende y es malo, puedes seguir haciéndolo. Si la sociedad te rechaza no es porque quieran censurarte, sino porque el humor basado en la burla a minorías y sectores discriminados ya no gusta como antes”. Explica que antes, esas minorías sin visibilidad no podían hacer nada, pero que ahora, gracias a Internet, lo rechazan.
Así, el creador de Feísmo Cool opina que no deben ponerse límites al humor. “Cada uno puede decir lo que quiera, pero el profesional del humor debe ser consecuente con sus actos. El público ahora ejerce una comunicación bidireccional con el artista, ya no es solo espectador”.
¿Hacia donde va el humor, entonces? Por lo pronto, se observa una tendencia clara: el humor hiriente hacia colectivos discriminados socialmente, es cada vez menos popular. A partir de ahí, cada uno puede decidir qué camino recorrer. Independientemente de que esté mal o no, cada vez gusta más el humor a pie de calle, informal, humano, sin clichés ni prejuicios, sin artificio. Un humor, en definitiva, más natural.