VALÈNCIA. Los tiempos en los que una exhibición de músculo para cualquier partido, dirigente o candidato concreto consistía en un salón, plaza, recinto o pabellón desbordado hasta los topes rozando -o sobrepasando- los límites de la legalidad han llegado a su fin -o al menos se han suspendido- con la irrupción del coronavirus.
El acuerdo del Consell del pasado 19 de junio sobre las medidas de prevención de la covid-19 obligaba a que los congresos y otros eventos similares como los celebrados en instituciones feriales no rebasaran en ningún caso el 75% del aforo de los recintos. Una regla que, para los secretarios de Organización y demás encargados de la 'fontanería' e intendencia de los partidos, es todo un sinónimo de alivio dada la asociación del éxito de cualquier acto o mitin a un lleno absolutamente excesivo que, a poder ser, incluyera gente en el exterior que se hubiera quedado fuera por imposibilidad de acceder al rebosante recinto de turno.
Una normativa -la del 75% del aforo- que también se aplica a otro tipo de instalaciones de las que a veces hacen uso los partidos como son auditorios o teatros, lo que obliga a las butacas preasignadas, que el público permanezca sentado, el uso de mascarilla si la separación no es de 1,5 metros y otras normas de seguridad que también sirven para el apartado anterior.
Así, y al menos por el momento, dado que el Gobierno valenciano todavía no ha actualizado la normativa pese anunciarlo la semana pasada, la 'fontanería' del partido ya no debe preocuparse por tocar el silbato para que la militancia llene un recinto ni tampoco debe rascarse el bolsillo para la contratación de autobuses para un evento de grandes dimensiones. Eso sí, todavía podrían tener un reto en la celebración de un gran acto o mítin al aire libre, puesto que la normativa exige que el público esté sentado y con un aforo máximo de 800 personas, un número ya considerable bajo estas circunstancias y que se antoja improbable que ningún partido asuma en estas condiciones.
Más aún cuando, lógicamente, ninguna formación política quiere visibilizarse por sufrir un brote y menos en uno de sus eventos, tal y como ocurrió con Vox en la celebración de su congreso nacional, si bien el partido de Santiago Abascal padeció esta circunstancia en un momento en el que todavía no se había prohibido este tipo de encuentros. Sin embargo, de ocurrir ahora, podría indicar algún tipo de imprudencia o falta de prevención por el partido organizador con la consecuente mala imagen ante la opinión pública.
De esta manera, una primera prueba de cómo puede ser un acto político bajo la influencia del coronavirus se tuvo este viernes con el congreso del PP de València celebrado en el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe. Una sala con un aforo total de 300 personas en la que se permitió la entrada de 220 con sus respectivas mascarillas, su circuito de entrada y salida, asientos con la separación marcada y otras medidas como el gel hidroalcohólico y la desinfección correspondiente, para garantizar la máxima seguridad sanitaria posible al evento.
Porque, eso sí, cierto es que, ahora, la fontanería de los partidos no deberá preocuparse tanto por llenar o no llenar un acto; ni tendrá que organizar -ni fletar- autobuses a gran escala; o proveer de miles de banderas o pegatinas, ni telefonear a responsables comarcales para que aprieten y traigan al mayor número de personas posibles; pero en cambio tendrá que prestar toda la atención a las normas preventivas indicadas para no convertir un acto de partido en una noticia sanitaria.