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Un viaje al fondo del alma de Francis Bacon y Lucian Freud

La muestra 'Francis Bacon-Lucian Freud. De profundis' ahonda en las similitudes y diferencias de ambos artistas

29/05/2021 - 

VALÈNCIA. “Es el ser humano más inteligente y más salvaje”, decía Lucian Freud de Francis Bacon. “El problema de la obra de Lucian Freud es que es realista sin ser real”, decía Bacon de Freud. Dos pintores con una visión muy similar acerca del arte. Planteamientos semejantes alrededor de cuestiones como la soledad, el paso del tiempo, la angustia vital o la animalidad natural del ser humano. Pero también una concepción distinta de la vida: mucho más simbólica por parte de Bacon. Más psicológica por parte de Freud.

Fundación Bancaja contrapone la obra de estos dos grandes artistas en la exposición Francis Bacon-Lucian Freud. De profundis. A través de medio centenar de obras, la comisaria Belén Herrera Ottino reflexiona en sus luces y sus sombras. Todo son grabados, técnica que, como explica la comisaria, “es toda una extensión de la obra pictórica de ambos artistas”.

Durante la mañana del viernes ha tenido lugar la presentación de De profundis, que se podrá ver hasta el próximo 5 de septiembre. A ella, además de Herrera, ha acudido el presidente de Fundación Bancaja, Rafael Alcón. Las obras expuestas están fechadas entre 1975 y 1992 en el caso de Bacon y entre 1982 y 2007 en el caso de Freud. Proceden de la Galería Marlborough y de colecciones privadas. En la exposición también se proyecta el documental Francis Bacon and the Brutality of Fact (1985), dirigido por Michael Blackwood.

'Francis Bacon-Lucian Freud. De profundis'

Impulsos primigenios

Los grabados expuestos en la muestra definen de forma muy clara el complejo universo de ambos artistas. Los dos, cada uno a su manera, buscaban plasmar mediante el dibujo los impulsos más primarios del ser humano. Francis Bacon lo hace mediante obras cargadas de múltiples capas de significado, repletas de referencias de todo tipo.

Soy optimista por naturaleza, pero lo soy sin motivo, puesto que no creo en nada. No tengo razones para ser optimista, lo soy de forma natural. Solo es un rasgo de mi carácter”. Pese a esa positividad natural que describe Francis Bacon en esta frase, su vertiente artística se basaba en el total aislamiento. No le gustaba hacer retratos. Tenía que pintar solo, encerrado. Y al hacerlo proyectaba elementos sobrecogedores. Cuerpos deformados hasta el límite, como advertencia de la verdadera naturaleza del ser humano. Bacon no utilizaba modelos. Se inspiraba en manuales y revistas. Según explica Belén Herrera, el artista consultaba “por ejemplo, libros con imágenes sobre enfermedades bucales”, algo que se puede apreciar en la litografía de 1989 Second Version of the Triptych 1944.

Por su parte, Lucian Freud sí hacía retratos. Comparte con Bacon el hecho de dibujar cuerpos desnudos y distorsionados, pero a diferencia del colorido de las obras del irlandés, sus grabados siempre estaban pintados en blanco y negro. La comisaria explica que hubo un cambio en su actitud artística a partir de los años 70. “Hasta ese momento dibujaba mediante líneas muy claras, como un dibujante. A partir de los 70 empezó a utilizar un pincel más grueso, sus formas se difuminaban más”. Nieto del padre del psicoanálisis Sigmund Freud, el pintor depositaba “una gran intensidad psicológica en sus obras”. Además, se enfrentaba al grabado del mismo modo que si se tratara de un lienzo: colocando las planchas de cobre sobre el caballete en posición vertical para trabajar de pie, algo que no es nada habitual.

'Francis Bacon-Lucian Freud. De profundis'

La exposición muestra cómo Bacon huía de los discursos explicativos, solo buscando producir sensaciones fuertes en el espectador a través de “la animalidad y deformación de los cuerpos, que evocaba desde las necesidades más primarias hasta las pasiones más excelsas”, apunta la comisaria. En sus distorsiones, de hecho, se aprecian influencias de grandes artistas como Picasso, Goya o Velázquez.

Freud tenía una manera de pintar que conectaba más con su propia biografía. Se retrataba a sí mismo, a sus amigos, familiares e incluso a su perro Pluto. La forma casi obsesiva en que dibujaba sus líneas negras otorgan a sus grabados, en palabras de Herrera, “una insolente carnalidad”. Nada de color y un fondo mínimo e intrascendente. Lo importante eran las figuras concretas, a las que representaba casi siempre a través de escenas en soledad.

Peso intelectual

Belén Herrera subraya, además, que la obra de ambos autores, cada uno desde una perspectiva distinta, es “todo un desfile de sus vidas, sus pasiones, sus parejas y su peso intelectual”. Durante mucho tiempo fueron amigos. Bacon era mayor que Freud, así que el segundo integró al primero como una especie de maestro. De hecho, el momento en que Freud empieza a cargar sus obras de más pinceladas -en los 70- fue gracias a la influencia de Bacon.

'Francis Bacon-Lucian Freud. De profundis'

Las tensiones entre ambos surgieron de manera paulatina. Por un lado, Freud siempre tenía problemas de dinero y Bacon era muy generoso. A raíz de aquello comenzaron los primeros roces. Por otra parte, Bacon era una persona con mucho amor propio. Bebía mucho alcohol y tenía relaciones “muy tumultuosas”, en palabras de la comisaria. Aquello hizo que Freud le exigiera cambiar en cierto modo de vida. Le preocupaban sus relaciones y su salud, lo que generó disputa entre los dos.

“La obra de Bacon gira en torno a la soledad -subraya Herrera-. Hay gente que incluso rechaza su imaginería por lo angustiosas que pueden llegar a ser sus obras. Lo que realmente nos angustia al verlas es vernos representados en ese aislamiento tan violento”. Indica también que Bacon requería de dicho encierro, que además se ve plasmado en sus obras. Casi todas las figuras representadas están encerradas entre cuatro paredes. Y, al parecer, pedía siempre que sus piezas se expusieran en un marco con cobertura de cristal. “Se empeñaba mucho en eso. Así sus figuras quedaban encerradas en una especie de jaula de cristal. Bacon tenía un universo muy característico”. En este sentido, todas las obras expuestas en Fundación Bancaja están cubiertas por un cristal.

Aquella obsesión de tratar lo real desde una visión ciertamente corrupta era la forma de ambos artistas de ahondar en la profundidad del ser humano. Francis Bacon, en esta tónica, siempre decía que una vez muriera, cualquiera iba a entender sus rostros totalmente deformados con total naturalidad.

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