El incendio de Campanar que nos ha sobrecogido esta semana ha hecho que pasaran inadvertidos otros acontecimientos que merecen ser destacados antes de que caigan en el olvido. Es el caso de la coz propinada por la Conselleria de Cultura a la directora del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), Nuria Enguita, quien se ha marchado muy dignamente antes de dejar que machacaran su meritoria carrera.
No soy amigo de Nuria Enguita ni tengo por qué defenderla, pero me molestan las injusticias. Apenas la conozco personalmente –hemos hablado un par de veces, en las que la he felicitado por su trabajo–, pero sí conozco su trayectoria reciente tanto en la puesta en marcha de Bombas Gens como en el IVAM, donde desde Culturplaza hemos seguido muy de cerca la evolución de sus proyectos.
Mi opinión sobre su gestión al frente de lVAM es la de un simple aficionado al arte, no soy un experto. Disfruto con el arte y sé lo que me gusta y lo que no. Me gusta el arte moderno y me lo paso bien en el IVAM, que es mi primera opción los domingos por la mañana que no tengo ningún plan, por el agradable paseo de 15 minutos desde casa y porque siempre hay alguna exposición interesante; me gusta mucho Julio González y menos Ignacio Pinazo. Como usuario habitual del IVAM, creo que Enguita estaba haciendo, tanto en el continente como en el contenido, una gran labor que ha quedado inacabada de una manera absurda y cruel.
Dice el vicepresidente Barrera que "la señora Enguita se va porque quiere", que nadie la ha echado. Se va porque quiere y porque el también conseller de Cultura, en lugar de defenderla, ha firmado una denuncia contra ella dirigida a la Fiscalía Provincial, que es una invitación a marcharse bastante más explícita que las indirectas de Sánchez y Montero a Ábalos. Quizás le ha sorprendido la rápida dimisión porque esperaba que hiciera como muchos políticos que prefieren perder la dignidad a perder el sillón. "Ante la denuncia formulada por la Generalitat Valenciana y los continuados ataques contra mi persona basados en información falseada, es evidente que no cuento con el apoyo del Gobierno valenciano", se lamentó Enguita en su carta de dimisión, cuatro días después de celebrar el 35 cumpleaños del IVAM.
Vayamos con los hechos, por si algún lector no está al tanto: el diario El Español desveló el pasado domingo que Nuria Enguita donó dos parcelas de terreno improductivo en La Vall de Gallinera a la Fundación Todolí Citrus, impulsada por Vicente Todolí, miembro del jurado que la había elegido directora del IVAM dos años antes. Dicho así, y con los escándalos que hemos visto en la Generalitat, en el propio IVAM sin ir más lejos, parecería que la donación fue un pago en especie por aquel nombramiento en lugar de lo que es: un acto altruista en favor de un amigo que tiene un proyecto personal, a su vez altruista.
A nadie se le escapa que Enguita y Todolí son amigos. Todolí debería haberse retirado del jurado cuando Enguita se presentó al concurso para dirigir el IVAM, aunque los jurados imparciales en determinados ámbitos no son sencillos de formar porque en el mundo del arte se conocen todos y quien no es amigo es enemigo.
En cualquier caso, el resultado habría sido el mismo porque el jurado lo formaban ocho personas, Enguita fue la única candidata admitida y su nombramiento se produjo por unanimidad. Fue hace tres años y medio y nadie cuestionó la decisión en el fondo ni en la forma. De hecho, según ha revelado Todolí en un comunicado, él mismo pidió que se admitiera a la otra persona que se presentó y no cumplía los requisitos –también conocida suya– y que se ampliara el plazo para que hubiera más candidaturas, pero la secretaria del jurado lo descartó.
Tanto Enguita como Todolí han dado explicaciones sobre la donación de dos parcelas rústicas improductivas –bancales agrícolas abandonados– a la Fundación Todolí Citrus, dedicada a la preservación del medio ambiente, el mantenimiento de la reserva de especies agrícolas en peligro de extinción y la lucha contra el abandono de tierras. Una fundación sin ánimo de lucro –como todas– que se nutre del patrimonio personal de Todolí –a quien no tengo el gusto de conocer, por si alguien sospecha de amiguismo periodístico– y de donaciones de artistas y amigos, o de amigos artistas. Explicaciones creíbles y encomiables. Enguita merecería un aplauso en lugar de una denuncia ante la Fiscalía.
Una denuncia no se sabe por qué delito, ya que el escrito firmado por Barrera no lo especifica. Esto sería normal en una denuncia de un particular. en la que se ponen unos hechos en conocimiento de la Fiscalía por si hubiera delito. Pero el vicepresidente del Consell no es un particular, tiene detrás a decenas de abogados que conforman la Abogacía de la Generalitat. Y cuando un abogado redacta una denuncia tiene que poner qué tipos penales serían aplicables, porque conoce el Código Penal.
Aquí no, aquí simplemente se deja caer que los hechos "podrían ser constitutivos de ilícito penal", y se deja caer a Nuria Enguita de forma injusta, al contrario que a otros cargos públicos cuestionados en informaciones periodísticas, como Nicolás Bugeda o el propio Barrera a cuenta de sus incompatibilidades, a los que sí se defendió. Pero Enguita no era "de los nuestros" y no solo nadie salió a defenderla, sino que le dieron una estocada.
En el pecado llevan la penitencia. Se quedan con un IVAM descabezado que, además, continúa sin gerente desde que prescindieron del anterior hace ya siete meses. A ver cómo lo gestionan.