VALÈNCIA. La ocasión parecía buena. A los seis meses de la presentación del proyecto para la regeneración urbana del entorno de la plaza Ciudad de Brujas, el Mercado Central, La Lonja y la Iglesia de los Santos Juanes de València, un particular, Luis Avelino, sacó a la venta dos covetes de los Santos Juanes. Las había comprado hacía más de 30 años, cuando ya habían entrado en desuso y llevaban años cerradas. Entendía que era el mejor momento para venderlas y las puso a buen precio: 40.000 euros por 16 metros cuadrados utilizables, unos 2.500 euros el metro cuadrado.
Recibió varias ofertas, algunas de ellas de restaurantes de la zona que querían emplearlas como almacén, pero no fue hasta hace aproximadamente un mes que se concretó por fin la venta a dos diseñadores valencianos, Elisa Talens y Raúl Ferrís. “No hubo que negociar el precio porque era muy bueno”, explica Avelino desde Tenerife, donde se encontraba este viernes. Llegaron, vieron y vencieron. Los dos diseñadores valencianos no dudaron. Si bien en su momento Avelino creyó que era para que instalaran allí su estudio, ambos aseguraban este viernes que no tenían pensado trasladarse allí profesionalmente porque el espacio, muy interesante para un local comercial cuando la zona esté recuperada, ahora es poco práctico. La compra, explica Ferrís, la hicieron por “la oportunidad” que suponían, tanto por su buen precio como por su más que interesante futuro.
Construidas a principios del siglo XVIII, las covetes son BIC. Están descritas en la ficha municipal como semisótanos en los que antaño se ubicaban chatarrerías y tiendas de viejo, parte de la historia viva de València. Las imágenes de fotógrafos como Joaquín Collado han hecho que pervivan en la memoria de la ciudad, pese a que hace décadas que dejaron de dar servicio. Sin embargo, su destino puede ser muy diferente tras la restauración de la zona. Podrían ser, salvando las distancia, como las tiendas de la famosa Piazza Anfiteatro de Lucca, uno de los atractivos turísticos de la ciudad natal de Puccini y Boccherini.
El proyecto para reurbanizar la zona aprobado por la Generalitat es obra del equipo de arquitectas formado por Elisabet Quintana y Blanca Peñín, y tiene entre sus premisas principales, precisamente, la recuperación de las históricas covetes, al crear unas escaleras en el entorno de la iglesia de los Santos Juanes que descenderán hasta el nivel de las covetes. Recuperarlas es recuperar algo más que piedras. El proyecto urbanístico, que debe comenzar este año, contará con un presupuesto de 246.000 euros y será dirigido por las dos ganadoras del concurso. Con el nombre de Confluència, la suya fue una de las tres ideas que quedaron finalistas junto a los proyectos Doce Plazas, del arquitecto Jesús Ulargui, y Una ciudad, una casa, del arquitecto José María Urcelay Fernández.
La reapertura de las covetes es una idea que gusta tanto en la Conselleria de Vivienda como en el Ayuntamiento de València porque supondrá revitalizar este espacio histórico. Son propiedades con un horizonte más que despejado ya que a este proyecto urbanístico hay que añadir la noticia conocida este viernes de que la Fundación Hortensia Herrero restaurará la iglesia de los Santos Juanes. Las obras, con un presupuesto de seis millones, se iniciarán en el último trimestre del año 2020 y concluirán en 2024. En cinco años la zona estará completamente recuperada. De ahí que tuviera todo el sentido de mundo sacarlas a la venta y todo la lógica comprarlas.
La circunstancia ha hecho que ahora Talens y Ferrís sean los únicos propietarios privados de covetes. El resto, cuentan, están en manos de bancos salvo una que fue cedida por la ya extinta Caja Madrid a la Iglesia. Por el momento la pareja de diseñadores no tiene pensado qué hacer, aunque ideas no les faltan. Según explica Talens piensan en darle uso para un pequeño comercio que cumpla con el PEP de Ciutat Vella. “A ver cómo sigue esta aventura”, comenta la diseñadora.
Hasta que tomen una decisión, pueden disfrutar de unas vistas únicas en la ciudad, con la Lonja al fondo. En sus manos tienen un pedazo de historia de València. Y lo han conseguido porque fueron más hábiles, sensibles y rápidos que, por ejemplo, el Ayuntamiento de València. En cuanto se supo que las dos covetes estaban a la venta, el PP pidió en una comisión de Desarrollo Urbano celebrada en septiembre que se intentara su adquisición pública. La Comisión acordó pedir informes a la Concejalía de Cultura. Se habló incluso de expropiación. Se habló mucho, pero no se hizo nada, el consistorio fue lento y perdió una oportunidad única. El Govern de la Nau no vio lo que sí que supieron ver estos dos jóvenes diseñadores valencianos.
En esta fase se han subsanado deficiencias estructurales y constructivas para garantizar la conservación del edificio