VALÈNCIA. La previsión para 2019 es buena en cuanto a números. Si se entiende por positivo cualquier crecimiento, en estos momentos, con los datos que dispone la Generalitat, el mes de julio acabará su balance con números azules y volverá a hacer del turismo una vía de ingresos para la Comunitat Valenciana.
A la espera de conocer los datos oficiales, que se publicarán a partir de la segunda quincena de agosto, en función de la encuesta realizada por Turisme se estima que sólo en València el porcentaje de visitantes crecerá al menos un 3%. En los hoteles del interior de la provincia de València el dato de reservas aún es mejor, con una previsión de crecimiento del 11,4%.
Convertida en el destino alternativo de moda, gracias a artículos como el de The New York Times, València afronta su condición de referencia turística internacional llena de basura, con contenedores desbordados, desperdicios donde no toca y malos olores. Los comerciantes del centro han dado la voz de alarma a una situación en la que, dicen, “hay calles que se han convertido en urinarios públicos”.
Así lo asegura su gerente, Julia Martínez, quien reclama por parte del consistorio un cambio en los criterios de limpieza y más campañas de concienciación entre la ciudadanía y visitantes. Una situación que se ha agravado por la ola de calor y la ausencia de lluvias, dice, que han hecho que la semana pasada el centro histórico fuera un espacio desagradable a causa de los malos olores.
Y no son sólo los malos olores. También las cucarachas, plaga en algunas calles y que se percibe especialmente en las del Ensanche cuando llega la oscuridad. Todo ello en un contexto en el que cada vez más “llegan cruceros desviados desde Barcelona”, para encontrarse una València pobre, sucia y maloliente: ésta es la imagen que reciben las decenas de miles de visitantes que se han acercado en estos primeros días de julio.
Mientras los políticos siguen discutiendo sobre quién ocupa tal o cual concejalía, si se organiza el Ayuntamiento de València así o asá, la realidad de la ciudad es la de una capital con contenedores desbordados, basura sin recoger e incluso deposiciones humanas y vómitos en aceras y esquinas, los restos de la fiesta. Es aquí donde Martínez hace hincapié en el agradecimiento a los funcionarios que, “en sus competencias han mostrado con agilidad implicación para afrontar el problema, pero se va a requerir implicación en el mismo sentido por parte de los responsables políticos”.
Los comerciantes del centro histórico, dice Martínez, llevan dos días hablando con el jefe de servicio de estos problemas. Mañana jueves está prevista una reunión en la que le presentarán todo el dossier con sus reclamaciones. En este informe de incidencias de suciedad y basura se trasladarán las quejas en un plano de puntos negros.
Para estos puntos negros los comerciantes piden un incremento de baldeos, una solución a los malos olores, la limpieza de imbornales, la limpieza a fondo junto a contenedores y papeleras y zonas donde es habitual que miccionen mendigos y turistas, el incremento del área de recogida de cartón puerta a puerta y que se impongan las sanciones a quienes tiran la basura fuera del contenedor .
Este mismo miércoles está previsto que Limpieza, Policía Local y Servicios Sociales, en una acción conjunta, intenten también ofrecer una solución a los indigentes que se diseminan por todo el casco antiguo. En algunos emplazamientos como la Plaza Redonda los sin hogar han vuelto a dormir dentro. Otro de los puntos negros es Roger de Lauria y sus paralelas, Pérez Bayer y Sagasta. Para este problema reclaman una solución viable y de futuro, recuerda Martínez, porque hay que dar algún tipo de alternativa.