La Plaça de l’Ajuntament de València acogerá en 2022 un pabellón dedicado al diseño. En la década de los ochenta el diseño ya estuvo presente en el centro de la ciudad a través de los premios Impiva de Diseño y Moda
VALÈNCIA. El diseño volverá a ocupar el próximo año el centro de València en un sentido literal, es decir, el geográfico. El motivo no es otro que la instalación de un pabellón en la Plaça de l’Ajuntament que integraría algunas de las exposiciones y actividades programadas por la asociación València Capital Mundial del Diseño durante la capitalidad internacional que València estrenará en 2022. Este pabellón albergaría muestras enfocadas al gran público en torno a diferentes áreas de conocimiento, unidas por conceptos transversales como el diseño o la innovación: Patrimonio cultural, Salud y bienestar, Innovación, Economía y empresa, Educación, Igualdad e inclusión, Diversidad y Sostenibilidad.
El pabellón previsto para 2022 no será el primero que se instale en la Plaça de l’Ajuntament con el diseño como leitmotiv. Pero hay que saltar al pasado, concretamente al año 1984. Ese año es cuando comienzan las conversaciones entre el Impiva (Instituto de la Pequeña y Mediana Industria de la Generalitat Valenciana) y La Nave, con vistas a la creación de la marca gráfica del nuevo ente autonómico. En paralelo, la institución sacaría a concurso la rehabilitación de su sede, un edificio art déco con fachadas a la Plaça de l’Ajuntament y a la calle San Vicente.
La Nave desarrolló la identidad corporativa del Impiva pero no logró el encargo de rehabilitación de la sede, tal y como recuerda el arquitecto Carlos Bento, miembro del colectivo valenciano y directamente implicado en la creación de la propuesta: «Por aquel entonces el Impiva tenía un interés enorme en potenciar el diseño en la Comunitat Valenciana y, nosotros, además de ser buenos profesionales, queríamos participar de la construcción de este imaginario. Fue el cóctel adecuado: por un lado, políticos con interés en el diseño y, por el otro, un grupo de profesionales diversos con empuje y ganas».
En opinión de Bento, el anuncio del concurso para la reforma del edificio proyectado por Cayetano Borso di Carminati cogió a La Nave con el pie cambiado. «Preparamos una propuesta con la colaboración de José Juan Belda, pero estábamos arrancando La Nave —el grupo empezó a funcionar en agosto de 1984— y, francamente, creo que se quedó un poco corta».
El Impiva había sido parido en 1982 con la finalidad de fortalecer el sector empresarial de la Comunitat a través de la inclusión de factores como el diseño y la innovación. El núcleo duro de la entidad provenía del Servicio de Estudios del IPI (Instituto de Promoción Industrial) promovido por José María del Rivero desde la Cámara de Comercio, Industria y Navegación.
El economista Joaquín Mafé fue uno de los profesionales que dio el salto desde el antiguo IPI al nuevo Impiva. «El área de Estudios estaba dirigida por Antonio Rico. En ella trabajé al principio junto a Francisco Más y después se incorporaron Alejandro Máñez y Joaquín Ibáñez. En 1983, con el nombramiento de Segundo Bru como conseller de Industria, comenzamos a trabajar en el proyecto del futuro instituto. En enero de 1984 dejamos la Cámara de Comercio con un proyecto muy avanzado y nos enfocamos en la redacción de la ley de creación. Ya asentado en el nuevo Impiva me hice cargo del área de Innovación Industrial».
Este departamento era el más potente en el insituto. Se encargaba de la creación de institutos tecnológicos y de las áreas de diseño de producto y moda. Igualmente, desde esa área se desarrollaron programas de incentivos para empresas en I+D y diseño industrial y se impulsó la creación de asociaciones para agrupar a los profesionales, caso de la ADPV o del Círculo de Estilistas. El Impiva creó un servicio de Terciario Avanzado (propulsor de consultorías de marketing y diseño, entre otras muchas funcionalidades) al servicio de las empresas, e impulsó el nacimiento de un Centro de Documentación de Diseño y Moda, el más relevante en el país en aquellos momentos. Luis Peña (diseño) y Francisco Santonja (moda) fueron dos de los colaboradores imprescindibles.
El economista Joaquín Mafé puntualiza que «creíamos en un concepto global de innovación en la empresa, siguiendo la línea de pensamiento de Romano Prodi». Cabe recordar que Romano Prodi —que ocupó durante varios meses la cartera de Industria durante el gobierno de Andreotti— destacó en las universidades de Bolonia y Trento por la reflexión en torno a la industria italiana, sus posibilidades de crecimiento y problemas de competitividad. Como bien apunta Mafé, «de la cultura italiana en materia de diseño nos llevamos la idea de la conveniencia de impulsar agrupaciones de diseñadores multidisciplinares y un ejemplo práctico fue La Nave».
El diseñador Daniel Nebot recuerda el primer contacto con Joaquín Mafé (habitual interlocutor entre el Impiva y La Nave) en una reunión en la que le acompañaba Nacho Lavernia: «Mafé y Antonio Rico eran inseparables. Los grandes proyectos del Impiva los desarrollaron juntos. Nos desgranaron su intención de transformar la industria valenciana, que todavía por entonces se encontraba en una situación decimonónica». Para llevar a cabo este ambicioso objetivo «fueron imprescindibles las ayudas económicas de la Unión Europea», como recuerda Joaquín Mafé.
Antonio Rico y Joaquín Mafé transmitieron a La Nave su deseo de realizar una exposición sobre diseño en el año 1985 para aprovechar que el Impiva también tenía a su cargo acciones directas como los Premios de Diseño y Moda. «Un instrumento de difusión de la cultura y la innovación en el sector empresarial valenciano», detalla Mafé. Una selección de proyectos que estaría abierta al público en un pabellón que ocuparía el centro de la Plaça de l’Ajuntament, el lugar adecuado por su ubicación privilegiada y de fácil acceso.
Por su parte, Carlos Bento recuerda que el encargo les llegó apenas quince días antes: «ese es el tiempo que nos dieron para la concepción del pabellón y su ejecución. Lo cierto es que esa premura de tiempo nos vino hasta bien ya que obligó a llegar a acuerdos rápidos y sacar lo mejor de nosotros mismos».
Belda proyectó el espacio interior y Bento se hizo cargo de la dirección y ejecución técnica. Bascuñán fue el responsable del logotipo de los premios, mientras que Nebot y Lavernia colaboraron en la iluminación interior y el diseño de los trofeos. Prácticamente todo el equipo intervino en este proyecto.
Los tiempos marcaron la necesidad de recurrir a estructuras prefabricadas ya que no era posible construir el pabellón de forma artesanal. Un amigo de Bento, Daniel Ruiz, secretario del Colegio de Ingenieros Agrónomos, puso en contacto a La Nave con una empresa dedicada a materiales de construcción de invernaderos. Para levantar el pabellón, los diseñadores emplearon tubos de acero galvanizado ya que, según explica Bento, eran ligeros y su montaje muy rápido. La estructura se cubrió con un plástico de color negro que en su cara interior presentaba brillos. La entrada y salida estaban marcadas por un muro vertical y una gran rampa realizada en chapa de aluminio en el lado del edificio de Correos.
La rampa funcionaba a su vez como reclamo visual gracias a un gran letrero. Belda y, sobre todo, Carlos Bento pasaron un mal trago a la hora de encontrar la solución para sostener esa rampa (de más de treinta metros de largo). La solución la encontró Nebot a través del artista fallero Manolo Martín, quien se presentó la noche anterior a la apertura con un camión lleno de listones de madera de chopo, sin planos ni indicaciones sobre papel, y consiguió anclar la rampa al pavimento.
En esta primera edición de los premios se consiguió mostrar la relación entre diseñadores e industria, ya que participaron cincuenta y cuatro empresas de distintos sectores. Entre los miembros del jurado se encontraban los diseñadores Xavier Mariscal y Santiago Miranda, así como Mai Felip, directa de Barcelona Centre de Disseny. Los ganadores en la categoría de diseño de moda fueron Manuel Romero y Yuniors, mientras que en diseño de producto resultó vencedora Punt Mobles. Cada galardón conllevaba una cuantía económica de 500.000 pesetas. La gala de entrega se celebró el 19 de diciembre de 1985 en el hotel Rey Don Jaime.
En una entrevista concedida a Mario Beltrán para Levante-EMV, el conseller de Industria, Segundo Bru, manifestaba tras la entrega de los premios que «ya se puede hablar de un triángulo del diseño que comprende Madrid, Barcelona y Valencia. Nuestra comunidad se ha constituido en un referente». En relación con los galardones, Bru señalaba los tres objetivos que perseguían: «Sensibilizar al empresario sobre la importancia del diseño como factor de competitividad, dar una imagen del alto nivel del diseño valenciano y transmitir al ciudadano que la empresa valenciana está incorporando el diseño a sus procesos».
La buena acogida de los premios hizo posible que la exposición se repitiera en 1986 aunque el emplazamiento cambió: el Ateneo Mercantil. Cuando Belda y Bento acudieron a la sede de la entidad «un escalofrío nos recorrió la espalda», rememora Bento. «Para entrar en la sala el público debía pasar ante un portero uniformado. Eso se acomodaba muy poco a lo que Belda y yo teníamos en mente». Decidieron trasladar la entrada al ventanal de la primera planta. Para alcanzarlo, se colocaron dos escaleras metálicas que convergían en forma de triángulo. Desde la última planta se colgaron unas grandes banderolas con la imagen gráfica de los premios.
El espacio interior tampoco se adecuaba a la idea que Bento y Belda querían desarrollar. Por ello, crearon una estructura interior, también de forma triangular ubicada dentro del mismo salón. Los objetos seleccionados colgaban del techo sostenidos por unos soportes de vidrio. El techo, de madera negro recordaba al de la edición pasada y para evitar una homogeneidad —y al mismo tiempo marcar el recorrido del público— se pintaron unas bandas blancas similares a los pasos de cebra. La oscuridad del emplazamiento se resolvió a través de la inclusión de un gran número de puntos de luz.
El jurado de los premios de 1986 estuvo constituido por profesionales de prestigio. La selección de Diseño de producto fue realizada por Miquel Milà, Vicent Martínez y el arquitecto Juan José Estellés, con Alberto Corazón como presidente del jurado. Otros diseñadores como Paco Bascuñán, Juan Montesa y José María Aznar dirimieron otros galardones. Como bien apunta Javier Giménez en su libro José Juan Belda. Objectes i espais (serie Dissenyadors valencians, Universitat Jaume I, 2009), la exposición del Ateneo congregó a numeroso público durante los quince días que permaneció abierta (del 6 al 12 de diciembre de 1986), una afluencia motivada también por la inclusión de la muestra en una serie más amplia de actividades desarrolladas por el Impiva y la ADPV bajo el título Valencia-diciembre-diseño.
Tras estas primeras dos ediciones, los galardones cambiaron de nombre (Premios Valencia Innovación) y su emplazamiento varió, pasando a celebrarse en el Palau de la Música o en Alicante, entre otros lugares. La instalación de un nuevo pabellón en 2022 se presenta como la ocasión perfecta para recordar el trabajo desarrollado en la década de los ochenta por el colectivo La Nave y, de manera especial, para recordar la figura del desaparecido José Juan Belda, sin cuya implicación no habría sido posible la celebración pública de aquellos premios.
* Este artículo se publicó originalmente en el número 78 (abril 2021) de la revista Plaza