calle Murillo nº 42

Unsushi, un sushi 100% vegano que convive con el tradicional

En la bulliciosa escena gastronómica de Valencia, un rincón de Japón ha encontrado su hogar. Unsushi no es solo un lugar para disfrutar del sushi tradicional, sino una experiencia inmersiva con una exclusiva carta vegana que te transporta al okaido o al Kioto rural.

| 01/12/2023 | 6 min, 10 seg

Anoche estuve cenando con Jennifer Rodríguez y Carlos Granados, los creadores y propietarios de Unsushi. Ahora son las 8:00h de la mañana y me han enviado este mensaje, “hoy nos hemos despertado con la noticia de estar los número1 en Tripadvisor de restaurantes de sushi de Valencia”. No me extraña, su calificación en Google de excelente, con una puntuación de 5 donde solo con leer las reseñas ya se te abre el apetito.

Cuando me contaron la historia de cómo iniciaron el restaurante Carlos y Jennifer, tuve la sensación de haber tenido un déjà vu, no hace mucho tiempo escuché una historia similar de otros emigrantes. Parece ser que de casta le viene al galgo.

Para muchas personas la pandemia fue el holocausto de la restauración, pero para otras fue la gran oportunidad. Carlos el  sushiman del restaurante, completamente autodidacta, aprendió la labor con tutoriales de YouTube y junto a su pareja Jennifer —emigrantes venezolanos—, comenzaron su andadura en una dark kitchen donde vieron el tirón en el delivery aprovechando las plataformas de envíos que en pandemia se cuadruplicaron. 

Los dos forman un equipo con estándares altos —tenacidad, coherencia, buen gusto, confianza, honestidad— y es a partir de su forma de entender la vida y en la búsqueda de la pulcritud, que consideran por consenso que los comensales plant based merecen una consideración respetuosa. Y allí mismo, en el dark kitchen se dividen el trabajo en dos cocinas diferentes, una la japonesa tradicional —con pescado— y otra la japonesa vegana, que a decir verdad, en la cocina ancestral nipona ya existen numerosas preparaciones a base de vegetales de agua —las algas— y vegetales de tierra, aunque habitualmente en otros restaurantes los platos veganos mueren en pepino y aguacate.


En pandemia sembraron su éxito, lo que les dio pie para abrir Unsushi, en la calle Murillo nº 42 (el local que ocupó el restaurante Forastera antes de mudarse).  Al comienzo fue una aventura de sueños y determinación, una epopeya de sacrificios y esfuerzos.  Transformaron un presupuesto mínimo en un triunfo. Inicialmente los dos se encargaban de todo, y rápidamente se corrió la voz, la acogida fue espectacular por lo que necesitaron más manos, a lo que la madre de Carlos y la hermana de Jennifer se sumaron para dar apoyo.

Hoy son un testamento vivo a la perseverancia y la pasión, lo que comenzó como un sueño modesto, hoy se ha convertido en una empresa consolidada con 10 trabajadores en una estructura lineal de buen rollo, y en su viaje no solo han construido un negocio próspero, sino que también han tejido una historia inspiradora.

Tuvieron claras muchas cosas. La primera que no ofrecerían una comida barata, para esto ya estaban los fake japos en los buffet chinos. También sabían que la carta vegana sería su gran diferenciación por lo que debían ser superconsecuentes —vamos que por no utilizar productos de origen animal no usan ni miel— endulzan sus salsas con agave y la sopa de miso sin escamas de bonito, pero lo que realmente marca su diferencia es la calidad del producto.

Es un gran valor dentro de la vibrante escena culinaria donde los sabores y las influencias se entrelazan. El glutamato monosódico (GMS) es un debate en las cocinas, del que en la mayoría de las veces no nos libramos y después pagamos caro.

Unsushi destaca no solo por la magnífica oferta y la inverosímil creatividad de Carlos, sino por su firme compromiso con la autenticidad y la calidad, evitando el uso de GMS.

Pero bueno, yo no estoy aquí solo para contar las historias que hay detrás de los restaurantes, se ve que a mí lo romántico me puede, pero no os engañéis que también tengo un buen paladar y me dedico a testar la comida con los sentidos de una hedonista empedernida y sí, este lugar lo recomiendo sin reservas porque me lo he gozado a tope.


La carta tiene 88 ítems, una carta súper extensa. Es como tener dos restaurantes en uno con dos cocinas separadas: los platos de la carta tradicional y los de la vegana. Para ellos fue siempre importante que hubiera una inclusión, las familias o grupos de amigos con diferentes tendencias alimenticias se pudieran reunir en una misma mesa a disfrutar, incluyendo a su pet.

Para ellos fue siempre importante que las familias o grupos de amigos con diferentes tendencias alimenticias se pudieran reunir

En la carta tienen algunos destinos imperdibles que exploran los límites de la gastronomía vegana. Si adoras el Uramaki, has de pedir el caribbean. El relleno te desconcierta, hay muchos sabores bien orquestados, pero luego la cubierta es con plátano macho dulce frito y goteado con mayo-kmuchee y salsa teriyaki casera.

Cuando yo encuentro en un japo los inaris se me pone cara de “aquí es”, además lo coronan con wakame, puro derroche de creatividad.

El edemame, que te comes como pipas tiernas y cuando empiezas no paras, porque son divertidos. Te los sirven a la plancha con una salsa sishimi y especias japonesas, lo suyo es pedir una ración para cada cual, son un vicio…

El futomaki de normal es el rollo más grande, pero aquí es aún más grande. Cuando voy a un japonés prefiero ir a cenar, que es cuando hago una comida más ligera, pero en Unsushi las raciones son generosas. Vamos que la idea de me quedo con hambre está lejos de la realidad. Eso sí, no sé cómo meterme el futomaki en la boca. Pido un cuchillo porque con los chopsticks es imposible, a menos que hagas un upgrade y lo pidas tempurizado. Así se rompe crujiente. 

La lista de rollos es interminable: niguiris, makis, hosomakis, gunkan, con rellenos sustanciosos, algunos indescifrables que se conjugan casi de manera canalla en el paladar.


Los postres son todos veganos y va de mochis y coulant. Mochis con todo —mochi chocobanana, mochi cocopiña, mochi caramelo y almendras, mochi de té verde—

El coulant vegano deja de qué hablar. A este pequeño volcán casero de chocolate le inyectan licor de Baileys. Es tan burbujeante que pierdes la noción de la realidad.

El umami lo tienes hasta en el sake. Reconozco que tuve que recurrir al traductor de Google para saber lo que era Yama-Zakura. Es un sake semi seco para acompañar sushi y tempuras. Además, ofrecen otros tipos de sake: Kasumitsuru Kimoto que sería el equivalente al vino tinto para acompañar carnes y Beten Tsuya-Hime, más suave con aroma elegante y limpio. En la carta de vinos cuentan con vinos veganos donde en el proceso de filtrado y elaboración no ha intervenido ningún producto animal.

¡Unsushi arigato gozaimasu!

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