Salimos a mitad mañana, hicimos noche en La Rochelle, nos creíamos Alain Delon y Jean-Paul Belmondo. Miramos de frente la Ile de Ré, cruzamos París, Lille y fuimos a Gante. Allí recogimos un cachorro de Jack Russell terrier y comimos carne con patatas de la granja del Éleveur de chiens. Hace veinte años nadie hablaba en España de km. 0 ni sostenibilidad. Solo importaba el crecimiento. España iba bien. La gasolina era barata y aún no habían desembarcado Ryanair ni Vueling en València. Íbamos para cinco días. Acabaron siendo quince gracias a Nat. Cruzamos Bélgica y divisamos molinos de viento, del francés pasamos al flamenco y los canales se adueñaron del paisaje: habíamos llegado a Venecia.
Hay muchas Venecias lejos de Italia. Lejos de uno mismo. En otras latitudes. En otros países. En otros mundos. En Utrecht, donde un cisne demostró que los Países Bajos no son sólo patrimonio del flaco, disolviendo de un plumazo a la Unión Soviética en el Olympiastadon, confluyeron los dos hemisferios de un planeta que hoy mira a las estrellas: el sur de Germán Carrizo y Carito Lourenço y el norte de la vieja y recalcitrante Europa. Una Europa que antaño fue símbolo de la unión y la fraternidad entre los estados y los pueblos, y a la que hoy, únicamente se la intuye. Una Europa que en Maastricht se erigió fortín y garante de las libertades, los derechos y el bien común, pero que en Utrecht, casi trescientos años antes, asentó las bases de la diplomacia y la cooperación.
Cooperante y encantada se mostraba Susanne Pieren, Directora de la oficina de prensa y marketing de la ciudad de Utrecht: ”las sinergias entre ciudades son realmente gratificantes y fortalecen aspectos que pueden pasar inadvertidos desde la distancia. Para nosotros el turismo ciudad, es un elemento clave tanto a nivel cultural, social, económico, gastronómico (por supuesto) y social. Es uno de nuestros principales motores de desarrollo que ponen en valor nuestro compromiso con la sostenibilidad, la calidad, la mejora de la vida de nuestros habitantes y al mismo tiempo nos brinda la posibilidad de ser hospitalarios y mostrar nuestra ciudad, que se encuentra en el centro de los Países Bajos y que es no solo punto neurálgico e idónea para realizar un campamento base, sino que también es perfecta para realizar pequeñas escapadas desde València y conocer la esencia de los Países Bajos”.