VALÈNCIA. A pesar de la aparente vuelta a la normalidad, todavía este martes quedaban algunos restos que recordaban a unas Fallas 2023 que siguen presentes en el circuito de la ciudad. La jaula de la mascletà, varias carpas por desmontar o alguna que otra valla perezosa descansa todavía en las calles de València a la espera de liberar un espacio público que, tras los petardos y verbenas, acogerá un nuevo inquilino, en este caso en forma de danza contemporánea. El festival Dansa València ha presentado la que será su 36ª edición con un proyecto que salpicará el entramado urbano de espectáculos, piezas que encontrarán en parques o plazas –y teatros, claro- el escenario perfecto para acercar el baile a todos los públicos. Así, donde hasta ahora descansaba la falla municipal ahora llegará Voràgine, de Pepa Cases, un espectáculo lleno de poética y brutalidad que se presenta como “un grito para despertar en la sociedad la certeza del cambio”. Y de la plaza del Ayuntamiento a la de la Virgen, que cambia la Ofrenda por la batalla de baile urbano All Styles Battle; mientras que la plaza de la Reina dará cobijo a la pieza Hellouses y Goodbyeses, de Wako/Eduardo Zúñiga.
Estas son algunas de las doce sedes con las que contará en 2023 Dansa València, en la que quiere ser una edición de “consolidación” de su renovado proyecto. “Es una edición para consolidar los programas de mediación, de apoyo a la creación, de descentralización geográfica y temporal o de la red de aliadas. Es una edición para reafirmarnos como lo que somos, un espacio único para la danza a nivel estatal”, explicó María José Mora, directora de Dansa València, que presentó la nueva edición acompañada del secretario autonómico de Cultura, Ximo López; la concejala de Acció Cultural, Maite Ibáñez; y la directora de Teatre Escalante, Marylène Albentosa. Efectivamente, durante este último año se ha puesto en marcha un nuevo proyecto que quiere potenciar la vertiente de “feria” del festival con distintas acciones enfocadas al sector profesional, un ‘reparto de poderes’ que, claro, convive con una exhibición que se concentrará del 15 al 23 de abril y que esté martes vivió su puesta de largo.
Así, Dansa València acoge este año el trabajo de 33 compañías, la mitad de ellas valencianas y dos internacionales, una programación ecléctica que, sin embargo, encuentra varios hilos invisibles a través de los que se teje. Por un lado, una mirada a un contexto global “ineludible”, el de una Europa en guerra que marcará el inicio de la edición, que abrirá con el canto antibelicista de Pharsalia, del Premio Nacional de Danza Antonio Ruz, una pieza que parte del poema escrito por el cordobés Marco Anneo Lucano (39-65 d. C.) y que invoca la cura de las heridas tras la tragedia. Si este proyecto en torno a la idea de combate abre fuego en la inauguración del festival, Dansa València cierra paréntesis el día 23 de abril con el trabajo de Humanhood, que profundiza en el alivio del dolor con una “meditación colectiva” que lleva por título ∞ {Infinito}. Esta mirada hacia mundos mejores o comunidades de resistencia salpicará toda la programación con piezas como Dalet(da), de Daniel Abreu, que arranca una travesía desde la expresión gestual y la danza hacia un lugar de ensoñación y representación mágica; o Los perros, de Led Silhouette + Marcos Morau, cuyos protagonistas se rebelan a través del amor para encontrar el sentido de sus vidas.
Estos hilos invisibles que cosen Dansa València también pasan por la relación entre tradición y modernidad, reflexiones del folklore desde la danza contemporánea que se traducen, además, en dos estrenos absolutos. Por un lado, Camino del olivarito, de la valenciana Rosa Sanz, que llevará a Teatre Inestable la relación mediterránea milenaria con los olivares; por otro, la propuesta del colectivo Laimperfecta, formado por Alberto Alonso y Clara Pampyn, que ponen en relación los bailes tradicionales y el acto de bailar música electrónica en su propuesta Sudar folklore, que se representará el 22 de abril en el Paseo Marítimo. Estas miradas a los orígenes –en plural- pasa también por proyectos internacionales como los la brasileña Natalia Fernandes y su mirada genealógica y coreográfica hacia Brasil en El carnaval no es alegre, programada en el Palau de l’Almirall; y la del portugués Marco da Silva Ferreira, que lleva al Teatre Principal Carcaça, en la que reflexiona sobre la construcción de una identidad colectiva
El empoderamiento femenino y la búsqueda de la identidad es otro de los pilares que sustentan la propuesta de Dansa València para 2023, con piezas como Oro negro, donde Poliana Lima explora el deseo femenino, o Sexy Suggestion, en la que la valenciana Paula Serrano desdibuja la sexualidad de la mujer en un espectáculo que gira en torno a la seducción de lo misterioso. Los tentáculos del festival también quieren mirar a la llamada Generación Z y los nuevos soportes del baile, la relación entre el hecho performativo y las nuevas tecnologías. Esto se traduce en proyectos como Siri, ¿tú qué piensas?, de la compañía valenciana Dunatacá, que explora las derivas que los dispositivos electrónicos han provocado al “invadir” casi todas las parcelas de nuestras vidas; o Aclucalls, del colectivo catalán laSADCUM, que explora desde lo coreográfico la virtualidad de los cuerpos en la sociedad postinternet, exponiendo algunos de los traumas y frustraciones generacionales.
“En esta década acelerada, globalizada y maltrecha por la pandemia reciente, el odio volcado en internet y la guerra en los márgenes de Europa, la danza plasma una búsqueda común de la identidad personal y colectiva, ya sea a través de trabajos de introspección, ya en la revisión contemporánea de la tradición. El signo de los tiempos se hace cuerpo en esta edición del festival”, relata María José Mora. El festival, a través de su programación troncal o de ciclos como Moviments urbans, llegará a espacios como el Museu de Belles Arts de València, el jardín del Turia, el Parc de Marxalenes o la Plaça de l’Almoina, así como a teatros públicos como el Principal, el Rialto, el TEM y La Mutant o salas como Carme Teatre o Espai Inestable, creando un mapa de danza contemporánea que tomará la ciudad este mes de abril…. Aunque no solo.
Uno de los mensajes que más ha repetido la directora desde 2021, cuando se puso al frente de la cita, ha sido que quería impulsar Dansa València como un espacio de exhibición, sí, pero no solo, un proyecto con distintos tentáculos de ámbito profesional que se han ido desarrollando en el último año y que traerán novedades con esta nueva edición. Entre ellas, dos nuevas alianzas con el Laboratorio de Artes Vivas de Tenerife, que permitirá un “cruce de creadores” entre una ciudad y otra, y con la Fira B, el mercado profesional de música y artes escénicas de las Islas Baleares, con quienes se gestionará el intercambio de un espectáculo. Estas conexiones cocinadas durante esta etapa tendrán, además, un efecto directo en la programación de este año, pues el 23 de abril el Parc Central presentará el proyecto desarrollado por el KVS de Bruselas junto a una escena de bailarines locales, una pieza que es el resultado de un taller creativo compartido los días previosbajo la dirección de Moya Michael y Milø Slayers, creadores residentes en la capital belga. De igual forma, entre otras acciones, se impulsará un servicio de consultoría que trabajará con en torno a cinco compañías con el objetivo de ayudar a llevar sus proyectos más allá del ámbito nacional, así como un proyecto vinculado a la formación que, de la mano del Escalante, llevará al festival “por primera vez” a las escuelas.