Las organizaciones hosteleras exigen que se cumpla la legislación vigente, la Policía Autonómica realiza inspecciones y los locales cuya actividad es menos etiquetable se sienten desprotegidos. En apenas un mes y solo en la zona de Abastos se realizaron 152 inspecciones y se levantaron 34 actas. Mientras, ciudades como Barcelona acaban de generar una normativa ad hoc para que los bares acojan conciertos de pequeño formato
VALÈNCIA. Algo se mueve en la noche valenciana y esta vez no es ni una escena musical ni un movimiento de clubbing. Desde que se iniciara el año, un buen número de locales de ocio han recibido inspecciones por parte del Servicio de Espectáculos de la Unidad de la Policía Nacional Adscrita a la Generalitat Valenciana, la conocida como Policía Autonómica. El objeto de todas estas visitas estaba relacionado con sus licencias de actividad, según ha informado el mismo cuerpo a Valencia Plaza. Mientras que para la Generalitat estas inspecciones son “normales”, la cantidad y singularidad de los casos de los que ha ido teniendo constancia este diario han hecho identificar el fenómeno por parte de los sancionados como “una persecución” o “una caza de brujas”.
El cuerpo explica que hay cuatro motivos por los cuales se realizan estas inspecciones periódicamente: “por zonas y/o localidades”, “siguiendo instrucciones del servicio de espectáculos”, por “campañas” (Fallas, Navidad, verano, etcétera) o “grandes eventos”. Atendiendo al criterio zonal, según puntualizan, desde el pasado 18 de enero hasta el día 20 de febrero funcionarios de este Grupo de Espectáculos realizaron inspecciones de locales en la zona de Abastos y calles aledañas, en unas ocasiones de paisano y en otras de uniforme. El resultado: 152 inspecciones y 34 actas que, si el trámite sigue su curso normal, acabaran convirtiéndose en sanciones.
En apenas un mes, la zona de ocio de Abastos recibió al menos cinco inspecciones diarias por parte de este cuerpo de seguridad, ajenas a cualquier tipo de denuncia por parte de vecinos (este tipo de alertas las aborda la Policía Local de València). Aunque unos pocos locales prefieren no identificarse ante la situación, otros reaccionaron incluso a través de las redes sociales advirtiendo cómo la ciudad estaba persiguiendo la celebración de talleres, proyecciones o conciertos de esta manera. Lo cierto es que en materia de actividades empresariales, los locales están sujetos a las administraciones autonómicas y locales. Desde entonces, una decena de hosteleros han mantenido seis reuniones para tratar de organizarse ya que, según comentan a este diario, “hasta la fecha no se habían realizado este tipo de inspecciones. Nunca de esta manera. Nos sentimos acosados y no entendemos la reacción”. “La policía nos ha llegado a decir que ha seguido nuestros eventos en Facebook para venir a sancionarnos. Vienen de paisano”, son algunos de los testimonios.
La casuística de las sanciones es variada. No pocos están relacionados con pequeños conciertos que, tras haber sido dados de alta en el correspondiente capítulo de Actividades, tienen derecho a hacer hasta en seis ocasiones a lo largo del año, debidamente publicitados. Pero también han tenido que ver con limitadores de sonido, horarios, venta de comida e, incluso, porque en alguna de sus tardes algún local ofrece clases de baile. De todo lo dicho, según si se tenga una licencia de cafetería, bar, restaurante, salón, pub o discoteca, la normativa marca una serie de posibilidades. Sin embargo, como algunos de los empresarios advierten, “las licencias son de otro tiempo. No están actualizadas al tipo de locales que existen en España o en Europa, que ofrecen un ocio que va más allá de lo que sucede en un restaurante o una discoteca”.
El que hace esta última apreciación es uno de los socios de La Fábrica de Hielo. Él mismo reconoce que “una sala de conciertos está obligada por la normativa a dedicarse en exclusiva a este aspecto. Es un espacio cerrado, sin ventanas, incomunicado”. El recorrido comercial del supuesto es difícil de encajar en locales como el citado: "no se puede asimilar en 2017 que cualquier actividad de ocio o exhibición cultural puede caber en lo que ha ocurrido en València en salas de conciertos o discotecas. ¿Tiene sentido que no haya posibilidad para que existan locales a los que puedas ir en familia, con ventanas, en los que la permeabilidad con el exterior sea proclive al ocio diurno o vespertino y en el que pueda haber conciertos, talleres, proyecciones...?".
La posibilidad de que los bares acojan la presentación de un libro, una charla, un taller infantil, un concierto acústico, vendan comida o no, hagan proyecciones, etcétera, es difícil de encajar en una normativa anquilosada que, además, cuenta con una Ley de Espectáculos “pensada para grandes discotecas y grandes conciertos”. Entre los hosteleros que han reaccionado a las inspecciones se encuentra Silvia Pons, responsable del local de la zona de Abastos Una Cosa Rara. El local fue traspasado hace tan solo unos meses, pero ha sido desde el inicio de este año cuando han sido objeto de las visitas. “No hay quejas de los vecinos y el local programa pequeños conciertos desde hace años. Sin embargo, ahora nos han advertido que no podemos hacer esta o aquella actividad dentro, he quitado una pequeña parte de comida que tenía en la barra… nos sentimos vigilados”. Esa sensación la admiten tres locales más en la misma calle o inmediatas, aunque prefieren no hacer declaraciones hasta que las actas levantadas se conviertan en sanción.
Pons, por ejemplo, ha estado haciendo visitas a las áreas de comercio del Ayuntamiento de València, "de una silla a otra, para no resolver nada", añade. No obstante, desde la concejalía del ramo advierten que “no hay ninguna política de persecución a los locales de ocio”. En el Consistorio han sido conscientes y sensibles a los mensajes en Facebook y otras redes ya que no pocos locales que programan pequeños conciertos han hablado de persecución y han acusado al Gobierno local. En este caso las inspecciones son de la Policía Autonómica y tienen que ver con la materia de Actividades, pero esos mismos establecimientos han visto como en los últimos meses, ciudades como Alicante o Bilbao han actualizado sus normativas. Sin ir más lejos, a mediados del mes de marzo entró en vigor la ordenanza municipal por la que en Barcelona todos los bares pasan a poder albergar conciertos con cierto tipo de limitación de ruido. Además, con una línea de financiación para aquellos locales que quieran invertir en su insonorización.
Ante el agravio comparativo, el Ayuntamiento de la ciudad, a consultas de este diario, se mostró “muy atento a estas normativas”. De hecho, reconoció que había solicitado información al Consistorio barcelonés “para conocer el proceso”. Y no es la musical la única sensibilidad que, normativamente, prevé incluir en una actualización tardía de esta realidad. Aspectos como talleres o artes escénicas parecen ser tenidos en cuenta por la concejalía tras este tipo de alertas vertidas a través de las redes sociales.
Sea como fuere, el conflicto está en la calle y la sensación de persecución ente hosteleros tiene un punto de partida. Algunos de los locales sancionados y consultados por este diario están “convencidos” de que este movimiento tiene que ver con las asociaciones de hosteleros que mantienen reuniones periódicas de trabajo con la Generalitat. Desde el Servicio de Espectáculos y las relaciones con Turismo, una de las asociaciones más activas en este tipo de reuniones es Fotur (Federación de Ocio, Turismo, Juego, Actividades Recreativas e Industrias Afines de la Comunidad Valenciana). Su secretario general admite a Valencia Plaza que han advertido "en numerosas ocasiones que existe una competencia desleal en el ocio de la ciudad. Exigimos el cumplimiento de la ley a rajatabla, como no podía ser de otra forma. Y si se tiene una licencia de restaurante es una cosa, si es pub es otra cosa, si es salón es otra cosa... y así".
Carbonell dice: "me consta que la Policía Autonómica está haciendo inspecciones. Es natural que sea exigible el cumplimiento normativo. Otra cosa es si hay algún colectivo, que creemos que lo hay, que pretende cambiar las normativas. Tampoco hay problema en eso". Preguntado por el posible apalancamiento de la ciudad en materia de licencias, el secretario general de Fotur se muestra permeable a modificaciones, "pero, de momento, hay que cumplir con las normas, ya sean de protección acústica. Si hay que reactualizar normativa para que los locales tengan más actividades, ningún problema. Lo que no vamos a permitir es que haya empresarios avispados que quieran hacer el agosto mientras nosotros cumplimos con la legalidad". El secretario general de esta asociación añade que lo que más preocupa a Fotur "es que haya empresarios serios, que busquen proyectos a futuro, y no especuladores".
Entre los hosteleros a los que se les ha levantado el acta y la Policía Autonómica hay una serie de contradicciones que este diario, por el momento, no ha podido contrastar. Mientras que desde la Unidad Adscrita ni desde el Servicio de Espectáculos de la Generalitat se tiene constancia de que se hayan hecho inspecciones por "talleres o proyecciones de cine", "que se inspeccionan de forma más esporádica pero en su justa medida", algunos hosteleros aseguran haber sido advertidos recientemente. Es más, en este caso sí esta comprobado el caso de al menos un acta levantada por las clases de baile y que entre los hosteleros de Abastos creen que no ha sido el único local objeto de esta denuncia.
Por otro lado, la Policía Autonómica asegura que las inspecciones se han hecho "solamente en sesiones de mañana y tarde, nunca de noche". No coincide con todos los testimonios recabados, además de que aseguran no haber repetido ninguna visita mientras que este sábado, por ejemplo, se levanto al menos una sanción por horario cuando un local permanecía abierto pasadas las 3 de la mañana; su licencia es hasta las 3:30 horas pero acababa de ser cambiada la hora, algo que desde este pub advierten como "de una mala intencionalidad deliberada". En este caso no era un acta, sino una multa.
Lo que sí es cierto es que desde que se iniciaran las reacciones de los locales a través de las redes sociales y más tarde en las reuniones a las que van captando a más empresarios -algunos de ellos, tras ser sancionados; otros, de otras zonas, para hacer presión en la actualización de normativas- no se ha producido ninguna sanción administrativa: "porque el trámite de la propuesta se prolonga bastante en el tiempo", apuntan desde la Policia. Esas actas levantadas, si todo sigue un curso natural, se convertirán en sanciones.
Las fuentes policiales y las del Ayuntamiento de València se mostraron sorprendidas durante los últimos días mientras eran consultadas por estas reacciones, especialmente ante la idea de que en la ciudad se este viviendo "una persecución de locales". "Ni se ha recibido queja en esta Unidad ni en el Servicio de Espectáculos de la Generalitat", apuntaban desde la Generalitat y lo mismo desde la concejalía de Comercio. La media docena de reuniones entre hosteleros afectados, los ya citados mensajes online y la sensibilidad de al menos una de las asociaciones ya consolidadas de empresarios del ocio hacen creer que el conflicto está en fase de incubación.
No pocos de los empresarios o bien afectados por las inspecciones o de los que llevan meses movilizándose para tratar de modificar la normativa advierten de que "son los agentes culturales los que se ven afectados por esta situación". Gema Clara, del Café Cerati situado en la zona del Cedro, advierte que "nuestra intención es poder tener una reglamentación clara que nos acoja. Claro que vemos como el resto de ciudades va aprobando normativas que son precisamente aquello que estamos demandando", en referencia a la nombrada nueva ordenanza de Barcelona. Los artistas de pequeño formato y en estados emergentes, desde pintores o fotógrafos que buscan un espacio público para la exhibición de su obra, pasando por músicos o artistas de escénicas, encuentran habitualmente un primer escenario en este tipo de locales.
Esa realidad no es nueva ni en València ni en cualquier otra ciudad. El factor en su contra, ahora, es la sensación de estos bares abiertos a este tipo de inquietudes de estar en el ojo del huracán. Para la mayoría de ellos, las sanciones pueden condicionar su continuidad o abocarlos al cierre. Sin embargo, la asociación que se está gestando pretende "encontrar interlocutores en el Ayuntamiento o la Generalitat, porque hasta ahora ha sido imposible", concluye Clara.