VALÈNCIA. Lo pidió hace dos años, aproximadamente, el entonces secretario autonómico de Medio Ambiente y Cambio Climático, Julià Álvaro. Hace ahora apenas un mes lo volvió a solicitar el concejal de Conservación de Áreas Naturales y Devesa-Albufera, Sergi Campillo. La Albufera necesita que el agua del Júcar vuelva. Y que ese agua sea de calidad.
“Es importante que la Confederación Hidrográfica del Júcar entienda la trascendencia de destinar a l’Albufera el agua del Júcar, que es la que tradicionalmente entraba, para recuperarla y volver a tener la laguna de aguas cristalinas, llena de plantas y animales que serían un polo de atracciones de visitantes y de desarrollo local”, aseguró entonces Campillo.
El aporte de agua dulce al parque resulta esencial para contrarrestar los problemas de salinidad de sus suelos. Las necesidades hídricas que se han fijado en el Ciclo de planificación hidrológica 2015 – 2021 de la CHJ hablan de 210 hectómetros al año, de los cuales 157 entrarían en el lago en el periodo comprendido entre septiembre y abril.
Este lunes Campillo se reunía con la presidenta de la Confederación Hidrográfica del Júcar, María Ángeles Ureña. Y lo hizo en la sede de la Confederación, en el 48 de la Avenida Blasco Ibáñez de València. Campillo no quiso hablar al término de la reunión, si bien desde su equipo se transmitió la idea de que se quiere hacer frente común con la Conselleria. En este sentido, las mismas fuentes aludieron a una futura cita con el equipo de Elena Cebrián de la cual saldrá una línea común de actuación. “Es un tema complejo y hay que poner a todas las partes de acuerdo y en la misma línea”, explicaron.
Uno de los puntos donde se buscará esa postura común es la petición de aguas de más calidad. Tal y como denunciaron el año pasado los biólogos de SEO/BirdLife, con su delegado en la Comunidad Valenciana, Mario Giménez, a la cabeza, este descenso de aportes de calidad procedentes del Júcar, unido al vertido masivo de aguas residuales, ha contribuido a asfixiar a la laguna y ponerla “al borde del colapso”, poniendo en peligro su biodiversidad.
En concreto, desde SEO/Birdlife criticaban que, pese a la mejora en la depuración, los vertidos urbanos e industriales sin tratar continúan llegando al lago. Esto, unido a la entrada de aguas provenientes de las depuradoras, que según decía Giménez “se ha disparado”, y la sobreexplotación del Júcar por las presiones de las comunidades de regantes de toda la cuenca, habían retrasado la mejora del estado del humedal “que depende en gran medida de los aportes hídricos del río”. Y es que todos los caminos para recuperar la Albufera pasan por el Júcar.