Los conflictos armados siguen, pero la vida también. Como otros tantos ucranianos y ucranianas, el equipo de Casa Ucrania, recalaron en València para empezar una nueva vida. Como otras tantas historias de personas forzadas a migrar, tratan de acercar su cultura gastronómica a su nueva residencia a través de dos locales: el bar, situado en la avenida Gran Vía Ramón y Cajal número 16 y el 5 de la calle Padilla.
En Casa de Ucrania encontramos bebidas tradicionales alcohólicas como la nalyvka, la varenukha, el spotykach y la medovukha, un calidoscopio de colores y sabores a frutas, granos, hierbas y especias. Anastasiia Obezemko, encargada del establecimiento, nos guía por las estanterías del local que funciona desde las 9 de la mañana —sirviendo cafés y productos de consumo rápido para desayunar— hasta la medianoche. “Tenemos distintos formatos de botella, ofrecemos degustaciones, tablas de chupitos, se puede tomar aquí o para llevar… cuando abrimos, hace dos meses, venían sobre todo personas de Ucrania, compraban botellas para regalar a sus amigos españoles, pero ahora ya empieza a venir gente de aquí. Intentamos asesorarles para que encuentren su bebida perfecta”.
La importancia de estos licores para la cultura popular del país difiere del concepto español: el vodka (gorilka), es la más consumida, pero hay un mundo de tragos con menos porcentaje alcohólico que superan en relevancia social (y en general, en calidad) a nuestra cazalla / orujo / mistela o desgracias destiladas como limoncello o chupitos de color fantasioso. ¿El paladar español tolera un trago largo de vodka con pimienta? “Tenemos combinaciones de chupitos y mezclas para la gente de aquí, que no está tan acostumbrada”.