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Benidorm descubrió el esquí náutico en España

  • El cable skí de Benidorm, en los años 70 (COL. DANIEL ARMAS)
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VALÈNCIA.-En 1966, Humberto Armas Cruz, emprendedor canario afincado en Alemania, decidió importar a España, de la mano del ingeniero alemán Bruno Rixen, una modalidad de esquí náutico con la que no hacía falta la tracción de una lancha rápida y en la que podían esquiar sobre el agua diez personas a la vez. Se trataba del invento alemán cable ski, un circuito de mil metros franqueado por cuatro torres clavadas en el agua y un cable que las unía a unos cinco metros de altura del agua. Lo alimentaba un motor Mercedes Benz de gasoil totalmente insonorizado y era operado por una persona, el ya mítico Juan Jiménez, que daba salidas y llegadas a los esquiadores. Así nació el primer cable ski del mundo y estaba en aguas de Benidorm.

Era la época del alcalde Pedro Zaragoza, el que convenció a Franco de que el bikini era muy bueno para las poblaciones costeras de España, el que comenzó a aprovechar la mayor especulación de terrenos de la historia y el promotor que supo convertir un pueblo de pescadores en una ciudad cosmopolita, donde las minifaldas, las melenas, los coches deportivos, las discotecas… comenzaron a ser habituales.

Humberto Armas estuvo valorando varios lugares para colocar su cable ski. Uno de ellos fue la Cala de Finestrat, pero los vientos y la meteorología sumaron más puntos para colocarlo en el ya mítico Rincón de Loix, en la playa de Levante, frente a los legendarios hoteles Nadal y Brisa. Un rincón en el que sobre sus dunas se han construido los edificios más lujosos y caros del mundo, y donde se ubicaba El Dátil, un bar de pescadores muy popular, o La Almadraba, un beach club al uso de la época.

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El Cable Ski de Benidorm era una atracción más de la ciudad, pero que poco a poco fue creciendo. Miles de visitantes lo hacían durante unos días para poder disfrutar del esquí en unas aguas placenteras y bajo una temperatura envidiable, ya que Benidorm disfruta de un microclima como no hay otro en España. Otros miles lo descubrían en su primer viaje y no lo olvidaban porque al año siguiente volvían a probar la experiencia.

* Lea el artículo completo en el número de octubre de la revista Plaza

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