El gobierno de Donald Trump ha intensificado sus esfuerzos para que Irak reanude las exportaciones de petróleo kurdo, bajo una amenaza implícita de sanciones económicas. Esta medida forma parte de la estrategia de 'máxima presión' de Estados Unidos contra Irán, cuyo objetivo es reducir a cero las exportaciones de crudo iraní. Aunque las autoridades iraquíes han negado haber recibido amenazas directas, diversas fuentes señalan que la presión estadounidense fue determinante para que Bagdad anunciara la posible reactivación del flujo petrolero kurdo.
Una de las principales razones detrás de esta exigencia es el cierre del oleoducto que conecta el Kurdistán iraquí con Turquía. Esta interrupción ha favorecido el contrabando de crudo hacia Irán, desafiando directamente los intereses estadounidenses en la región. Ante esta situación, Washington exige que Bagdad detenga este flujo ilegal y restablezca las exportaciones oficiales a través de Turquía. La intención es debilitar la influencia económica y geopolítica de Teherán en Irak.
Sin embargo, la reanudación de estas exportaciones enfrenta varios desafíos. Las tensiones entre el gobierno central iraquí y la región kurda, particularmente en lo que respecta a los pagos y al control de los ingresos petroleros, han dificultado los avances. Además, el estado del oleoducto, que requiere mantenimiento urgente, complica aún más el reinicio de las operaciones.
Otro obstáculo significativo proviene de las empresas petroleras internacionales que operan en la región kurda. Estas compañías exigen garantías de pago claras antes de reiniciar los envíos, temiendo retrasos o incumplimientos por parte de Bagdad. La falta de confianza entre las partes ha generado un ambiente de incertidumbre que podría frenar cualquier avance en el corto plazo.
Incluso si se logra reanudar el flujo de petróleo, su impacto en el mercado global sería limitado. Irak está sujeto a los compromisos de producción establecidos por la OPEP+, lo que restringe su capacidad para aumentar las exportaciones de manera significativa. Estos límites buscan mantener la estabilidad de los precios internacionales del crudo, evitando una sobreoferta que podría desestabilizar los mercados.
No obstante, una reactivación parcial de las exportaciones kurdas podría contribuir a mitigar algunas tensiones geopolíticas y económicas en la región. Para Estados Unidos, lograr este objetivo fortalecería su estrategia contra Irán, mientras que para Irak, implicaría un delicado equilibrio entre satisfacer las demandas internacionales y mantener la estabilidad interna.
En conclusión, la presión de Estados Unidos sobre Irak para reanudar las exportaciones de petróleo kurdo refleja la compleja dinámica geopolítica en Medio Oriente. Aunque Bagdad enfrenta varios desafíos internos y externos para retomar estas exportaciones, el interés de Washington en limitar la influencia iraní sigue siendo un factor clave. La resolución de este conflicto dependerá de la capacidad de Irak para equilibrar sus compromisos internacionales con las tensiones políticas internas, mientras las potencias mundiales siguen observando de cerca cada movimiento en el mercado petrolero global.
Antonio Di Giacomo es analista de mercados financieros en XS