La semana pasada hablábamos en esta columna de la arriesgada apuesta de Pedro Sánchez por convocar un adelanto electoral que maximice los efectos de la manifestación de Colón y de la foto de Albert Rivera con Santiago Abascal. El objetivo, claro e indisimulado, es llamar al voto útil en la izquierda (a costa de Podemos y de la abstención) para frenar al tripartito de las derechas, mientras el PSOE también puede crecer por el centro, a costa de votantes de Ciudadanos desengañados al ver a un supuesto partido de centro liberal coaligándose alegremente con la extrema derecha.
El punto de partida, para Sánchez y el PSOE, es muy difícil: las derechas rozan la mayoría absoluta (en votos y escaños), y además el debate público en estos meses va a estar monopolizado, inevitablemente, por el juicio a los dirigentes independentistas: el tema favorito de la España eterna, que quiere un castigo ejemplar. Además, para más inri, Sánchez ha publicado su nuevo libro, plagado de espeluznantes sentencias "ejemplares" que nos dan un perfil del personaje que ya conocíamos, pero no por eso deja de sorprender que lo ponga por escrito: el presidente está cada vez más encantado de haberse conocido. ¡Qué diferencia con Mariano Rajoy, que sólo estaba encantado de conocer a jugadores del Real Madrid y de la selección española de fútbol!
Sin embargo, parece que los astros se están alineando en favor de los intereses electorales de los socialistas desde dos puntos de vista: por un lado, en Cataluña es posible que ERC obtenga un resultado histórico a costa del PdeCAT, con lo que quizás el PSOE sólo tuviera que negociar con los republicanos una eventual votación de investidura. Es decir, el PSOE podría ahorrarse a Puigdemont y los partidarios, en el bando independentista, del "cuanto peor, mejor".
Pero, sobre todo, al PSOE le ha tocado la lotería con la decisión de Ciudadanos de montar un cordón sanitario en torno a los socialistas, anunciando que no pactarán en ningún caso con ellos una investidura ni un Gobierno. Claro está que hablamos de Ciudadanos, un partido que dice no haber pactado con Vox en Andalucía mientras gobierna gracias a ellos y se manifiesta con ellos y se hace fotos con ellos; de manera que igual cuando dice que jamás pactará con el PSOE está diciendo, en realidad, que ya tienen ultimado el pacto. Pero no descarten que el votante asuma que, si Ciudadanos dice que no pactará con el PSOE, es que no va a pactar. Que Ciudadanos, en resumen, considera más alejado de sus posiciones a los socialistas (centroizquierda), que a Vox (extrema derecha).
Cabría considerar, en tal caso, dónde ubicamos a Ciudadanos. Desde luego, no en el centro político. Esta decisión es el mejor regalo que podría hacerle Albert Rivera a los socialistas, porque polariza más la campaña (llamando así al voto útil contra la amenaza de las derechas) y propicia que muchos votantes que aún creen que Ciudadanos es un partido de centro abandonen sus siglas para irse a otras opciones. En particular... a los socialistas.