VALÈNCIA. El arte urbano ha sido siempre una forma de expresión directa del sentir colectivo, estrechamente vinculado al pulso de la calle y a las emociones que atraviesa la sociedad. Tras la Dana del pasado 29 de octubre, que anegó viviendas, negocios y calles y se cobró la vida de 228 personas, el arte ha emergido en los municipios afectados como una herramienta para reconstruir el tejido emocional de la ciudadanía, golpeada por un fenómeno meteorológico de una intensidad sin precedentes en la Comunitat Valenciana.
En una pared desconchada de Catarroja, un cardo florece dibujado con rabia. No es una flor decorativa: es símbolo de resistencia, de tierra herida y de memoria. Sus espinas se abren paso entre las grietas del cemento de una casa que se vino abajo y de la que solo quedan escombros. El cardo, planta áspera y silvestre, no es solo metáfora, sino también reflejo fiel de un municipio que, siete meses después de la catástrofe, continúa saliendo adelante.
Pero esta imagen no es un hecho aislado, sino parte de una práctica que, tras las inundaciones, se extendió por comarcas y municipios golpeados por el agua. Uno de los murales más conocidos es el llamado Guernica de la Dana. El artista mexicano Roberto Márquez lo pintó en la pasarela peatonal que conecta la pedanía de La Torre con el barrio de Sant Marcel·lí de València, en el ya rebautizado como Puente de la Solidaridad. Su intención: plasmar en un muro el dolor y la resistencia de los damnificados.

- Un voluntario realiza un graffiti en un mural del barrio de El Raval de Catarroja -
- Foto: ALEJANDRO MARTÍNEZ VÉLEZ/EP
En Picanya, la decimotercera edición de Art al Carrer, organizada por Dones de Picanya, cobró este año un significado especial. Más de 35 obras feministas se exhibieron en los balcones del municipio, muchas de ellas acompañadas por piezas afectadas por la riada, recuperadas y resignificadas como símbolo de superación.
El homenaje también alcanzó a quienes no pudieron contar su historia: los animales. En marzo, el artista valenciano Josep Roca, ‘Rekiem’, homenajeó a cinco de ellos —tres cerdos, una cabra y un perro— que murieron aquella noche. Lo hizo con un mural en la protectora de animales Cencaval, en Aldaia. Bajo el lema 'Davant la tempesta, el poble lluita, la obra sirve como recordatorio de todas las vidas —humanas y no humanas— y del papel de los voluntarios que ayudaron en los días más difíciles.
A diferencia de otras iniciativas culturales de carácter institucional, muchas de estas intervenciones surgieron de forma espontánea, sin permisos. Algunas nacieron como expresión de duelo, otras como denuncia social.
De ese mismo impulso han brotado también pintadas de contenido político o reivindicativo. Mientras algunos las consideran vandalismo, otros las interpretan como un gesto legítimo de protesta. En los últimos meses, han aparecido mensajes en fachadas de partidos políticos, supermercados o entidades bancarias, señalando como “responsables” a personas o instituciones. Una de las más visibles es al president de la Generalitat, Carlos Mazón.
Pero estas expresiones no se han limitado a sedes oficiales. También han aparecido en puertas de garajes inundados o en muros donde aún hay restos de barro: una forma de dejar constancia de lo vivido y exigir respuestas.
Murales a los voluntarios
El reconocimiento también ha llegado a quienes se volcaron en ayudar. Los dibujantes valencianos Paco Roca y Martín Forés rindieron homenaje a los voluntarios de la Dana con un mural en las paredes del Centro Cultural La Rambleta. Una pieza de 16 metros de alto por 10 de ancho que conmemora la oleada de solidaridad que surgió tras la catástrofe: desde ciudadanos anónimos hasta pueblos enteros movilizados. “Nos vamos a recomponer”, afirmaron los autores durante la inauguración.

- Mural en el Centre Cultural de La Rambleta -
- Foto: Jorge Gil/EP
También en el barrio de Sant Marcel·lí, los muralistas Nacho Mawe y Pauceda crearon en los muros de un instituto una obra donde dos figuras enfundadas en trajes EPI manchados de barro representan el esfuerzo de los voluntarios. Un tributo visual y un recordatorio de cómo la colaboración ciudadana también puede ser arte.
El arte no solo embellece, sino que también consuela y reconstruye. En los muros donde antes hubo barro, hoy florecen trazos de memoria y esperanza.