Entrevista

Comarca y empresa

Josep Almenar: "En dos o tres años una gran parte de la reconstrucción de Picanya puede estar hecha"

El alcalde de una de las localidades más afectadas por la Dana asegura que para avanzar en la recuperación, "es necesaria la coordinación entre todas las administraciones"

  • El alcalde de Picanya, Pep Almenar
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VALÈNCIA. Josep Almenar (Picanya, 1948) es, sin duda, uno de los alcaldes más longevos de la Comunitat Valenciana. A sus 77 años, ha estado al frente del Ayuntamiento de Picanya desde 1983, gobernando 42 años y 11 legislaturas consecutivas, muchas de ellas con mayorías absolutas. Hace ocho meses, Picanya vivió uno de los episodios más duros de su historia: la Dana del 29 de octubre. Durante aquella noche, el desbordamiento del barranco del Poyo inundó rápidamente viviendas, edificios públicos, garajes y sótanos, causando la pérdida de 11 vecinos. En algunos puntos del municipio, el agua llegó hasta los 4,75 metros de altura, por encima de los primeros pisos.

En esta entrevista con Valencia Plaza, Almenar aborda el proceso de reconstrucción en Picanya y despeja dudas sobre una de las cuestiones más controvertidas del municipio: el posible derrumbe de 23 viviendas en la calle Almassereta, junto al barranco. También habla sobre la crisis política del PSOE y confiesa no haber decidido aún si se presentará a las próximas elecciones, decisión que deja en manos de su partido.

¿En qué estado se encuentra Picanya ocho meses después de la Dana?

En términos generales, están en funcionamiento todos los puentes y todas las pasarelas. También el metro, que es importantísimo, y esta semana pasada se ha puesto en marcha ya una parte de la autovía de València-Torrent, lo cual son avances importantes, interesantes. Además, ya hemos empezado a redactar memorias para el tema de la reconstrucción. De hecho, tenemos tres obras ya en marcha: una es la plaza del Ayuntamiento conectada al mercado, otra es un módulo que tenemos al lado que será para servicios municipales, y otra es el juzgado de paz y servicios sociales. Después, se han enviado una serie de memorias que aún estamos pendientes de que el propio Ministerio resuelva. Eso por una parte, pero por otra estamos en una situación anímica todavía de dolor y tristeza, a pesar de que estemos en fiestas. Por una parte, creo que las fiestas ayudan, animan, pero no podemos dejar de lado lo que ha pasado y, sobre todo, el dolor que tenemos, especialmente la gente que ha sufrido más con la Dana. Y por otra parte, intentamos abordar las situaciones más complicadas, como es la zona de Vistabella, que es la más complicada que tenemos, y ver de qué manera podemos resolver la cuestión.

¿Y cuáles son las actuaciones prioritarias en estos momentos en el municipio?

En realidad, todo es prioritario: desde el funcionamiento diario del Ayuntamiento hasta las memorias técnicas que estamos poniendo en marcha, las cuales se irán ejecutando progresivamente. Algunas de las memorias que continuarán incluyen, por un lado, todo lo relacionado con la jardinería pública en el municipio; y por otro, la rehabilitación de calles, incluyendo el reasfaltado y la renovación de aceras, ya que hay bastantes zonas que requieren intervención. Otro proyecto importante es la construcción del garaje situado detrás del Ayuntamiento, que es muy necesario. Y también está la piscina cubierta, que se ha visto muy afectada y que debemos reactivar. Aunque, claro, estas últimas son obras que requerirán más tiempo.

¿Cuánto tiempo, más o menos, diría usted que podría durar la reconstrucción en Picanya? ¿Cuándo podríamos decir que ha finalizado esta fase?

No sabría decir. Creo que puedo decir que en dos o tres años una gran parte de la reconstrucción de Picanya puede estar hecha. Eso implica también que podamos resolver aquellos aspectos de Vistabella que están más dañados, como es la calle Almassereta o la bajada al barranco al otro lado del pueblo, y también la parte de detrás de Corts Valencianes que da al barranco y que también necesita intervención, sobre la que ya hay un proyecto en marcha.

  • Josep Almenar -

Hace dos semanas, la Generalitat levantó el nivel 1 de emergencia y actualmente todos los municipios afectados se encuentran en fase de post-emergencia. Si bien es cierto que muchos alcaldes estuvieron en contra de levantar el nivel 2 hace tres meses, ¿Considera que la decisión actual es adecuada?

¿Adecuada? Bueno, yo creo que discutir sobre eso no lleva a ninguna parte. Es decir, lo más importante es que tanto la Conselleria como el Ministerio aprueben todas aquellas cosas que van a mejorar los pueblos. En este momento tenemos algo que ha sido, yo creo, magnífico y que hay que destacar, y es que el Gobierno del Estado ha ingresado el dinero en el banco, en los ayuntamientos. Pero yo creo que hay que mejorar algunas cosas del decreto, en el sentido de que hay aspectos que no se han añadido y que deberían incluirse. Por ejemplo, la compra de viviendas o la compra de terrenos, que hacen falta en todos los pueblos. Así que, aunque la situación es positiva, aún nos enfrentamos a muchas dificultades que tenemos que superar.

Desde la Conselleria dicen que pasamos a esta fase de post emergencia porque los municipios ya no necesitan recursos de emergencia, sino que están centrados en la reconstrucción. ¿Es así?

Que estamos centrados en la reconstrucción es evidente. Que sería mejor seguir en emergencia también estaría bien, porque eso significa que puedes adjudicar obras más rápidamente. Lo que pasa es que creo que eso choca de frente, seguramente, con cuestiones de Europa, y llega un momento en el que tenemos poco que discutir, pero es lo que hay. En ese sentido, sí que es muy importante que tengamos tiempo suficiente para adjudicarlo todo. 

El pasado lunes se presentó el Plan de Reconstrucción de la Generalitat, el Plan ‘Endavant’, que recoge 339 medidas. Entiendo que usted como alcalde, aunque el Plan todavía no esté publicado, se habrá interesado por algunas.

Aún no lo conocemos con detalle, pero sí tenemos interés en saber más, porque aunque estamos muy centrados en el proceso de reconstrucción vía Ministerio, seguramente también necesitaremos recursos por parte de la Generalitat. De hecho, tenemos asuntos pendientes con ellos. Un ejemplo importante: antes de la Dana ofrecimos a la Generalitat un edificio, la joya de Picanya —una antigua alquería—, para que se convirtiera en un centro de salud mental destinado a niños y jóvenes. Y estamos ahora a la espera —ya que también ha sido afectada por la Dana— de arreglar los desperfectos. Y nos interesa tanto a la Generalitat como a nosotros, que se hagan las obras pertinentes, porque la salud mental es una de las cuestiones que más ha afectado a la población, tanto a niños como, diría yo, a adultos.

  • Josep Almenar -

¿Cree que hace falta más coordinación entre el Gobierno de España y la Generalitat?

Eso se dice mucho. Ahora tenemos una situación en la que la política, a veces, no es la que debería ser cuando pasan estas cosas, pero yo hablo desde mi punto de vista. Además, siempre he pensado lo mismo, tanto cuando las cosas van bien como cuando no van tan bien. De acuerdo con lo que dice la Constitución y con lo que dice el Estatuto de Autonomía, las administraciones tenemos la obligación de coordinarnos unas con otras. Desde esa perspectiva, nosotros siempre estamos a favor de eso, tanto cuando nos toca recibir como cuando nos toca aportar algo.

¿Y cómo valora usted la gestión de la emergencia, tanto de la Generalitat como del Gobierno, del 29 de octubre?

Pues no he hecho ninguna declaración en ese sentido. Mi trabajo es el que es: soy alcalde, y mi trabajo está centrado en Picanya. Creo mucho en la coordinación entre administraciones, y lo que pido es que todas las administraciones estén coordinadas a favor de los vecinos y vecinas de toda la zona afectada. Esto compete a todas las administraciones: al Gobierno del Estado, al Gobierno de la Generalitat, a los propios ayuntamientos. Por tanto, en ese sentido, se debe trabajar conjuntamente, de forma positiva.

¿Y qué hizo usted el 29 de octubre?

Yo estuve donde creo que tenía que estar, es decir, cuando me avisaron de cómo iba el barranco, vine al Ayuntamiento y me puse a trabajar.  Formamos un equipo, con concejales y técnicos, para afrontar la situación. Lo que se nos venía encima era como un tsunami. Lo primero que hicimos fue ir al punto donde el agua empezaba a desbordar el barranco. Yo estaba allí con un concejal. Antes de eso, personal del Ayuntamiento ya había estado impidiendo que la gente cruzara puentes y pasarelas, evitando posibles accidentes. Por suerte, no se produjo ninguno en ese momento. Por otra parte, también estuvieron intentando evacuar a personas que necesitaban ser sacadas. En algunos casos se consiguió, en otros no. Por ejemplo, en las viviendas tuteladas al principio no se pudo actuar, pero después con una pala sí se actuó y de las 30 personas que había, 25 fueron evacuadas y llevadas a la residencia. A Vistabella tampoco se podía entrar, pero cuando fue posible, también se trasladaron a la residencia, que aún no estaba abierta, pero la inauguramos con la gente que necesitaba ayuda por la Dana, y allí estuvieron el tiempo que fue necesario hasta que fueron reubicadas. 

Desde el primer momento nos organizamos: unos en el Ayuntamiento, otros en la calle. Cuando vimos que el agua venía con fuerza, pensamos en el garaje municipal. Avisamos a la gente para que sacara los coches. Pero cuando vi que el agua ya bajaba por la rampa, comprendí que ya no era seguro. Me coloqué en la puerta con un concejal y no dejamos que nadie más entrara, porque habría sido peligroso. Así actuamos todos: el equipo de gobierno, la policía local, las brigadas… intentamos coordinar lo que yo llamé “el caos”, coordinar “el caos”. Y creo que logramos coordinar el caos, al menos hasta que tuvimos que retirarnos hacia la otra zona del pueblo, la menos afectada. Allí nos instalamos en el almacén municipal, que no llegó a inundarse. Desde allí empezamos a trabajar, a recibir ayudas a partir del día siguiente. Lo primero que llegó fue una máquina de una empresa de aquí de Picanya, con una pala, que fue la que evacuó a gente de lugares donde ya no podían acceder ni la policía ni los vehículos pequeños. Desde allí comenzamos a preparar comida, agua potable, que se empezaron a distribuir de inmediato. Repartimos el pueblo, y a partir de ahí todo lo demás: la luz, el gas, el agua… que fueron llegando, y organizamos el “caos”.

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¿En qué momento se entera el alcalde de Picanya de que viene una barrancada? Ya no de tal magnitud, si no el desbordamiento del barranco.

En Picanya no llovió en todo el día y había total normalidad. Y yo concretamente vine cuando me avisó un policía y me dijo que el barranco estaba a punto de desbordarse. Eso sería a las seis o seis y media de la tarde. Y ya empezamos, la gente estaba, mucha gente haciendo fotos sobre el barranco, y cuando empieza a desbordarse es cuando empezamos a situarnos sobre lo que estaba pasando y a trabajar.

Hablemos de l’Almassereta. El Ayuntamiento paralizó las licencias de obra en la calle Almassereta, junto al barranco del Poyo. Un hecho que ha estado en el foco mediático durante semanas porque algunos vecinos no quieren irse de sus casas. 

El Ayuntamiento tiene que decir las cosas como son. Es decir, no todas las personas, hay mucha gente que no quiere vivir allí y hay gente que no quiere marcharse, pero no son tantas. En total, son unas 23 viviendas, de las cuales 3 o 4 familias han expresado claramente que no quieren continuar viviendo allí. Algunas personas mayores incluso han dicho que prefieren morir en ese lugar porque tienen un fuerte vínculo sentimental, pues sus padres y abuelos vivieron ahí muchos años. Desde el Ayuntamiento, lo que hemos hecho es suspender las licencias de construcción y hubo un acuerdo unánime, sin ningún voto en contra, lo cual es importante destacar para no confundir a la gente. Y después, aquellas personas que han manifestado que no quieren vivir allí, el Ayuntamiento les ha ofrecido comprar la vivienda e intentamos llegar a acuerdos con ellos. Nunca se ha hablado de expropiar, sino de llegar a acuerdos. 

Estamos pendientes de que las administraciones ayuden en este tema. Por lo tanto, no tenemos una respuesta definitiva porque a veces el Ayuntamiento por sí solo no puede. Una de las previsiones es la idea de reordenar terrenos que posiblemente podamos aprovechar, siempre que la gente esté de acuerdo y que podamos contar con recursos para comprar, adquirir o ponernos de acuerdo con las personas afectadas. Pero no es una situación que se haya planteado como definitiva. No hay ninguna solución definitiva. Lo que hay es la suspensión que se aprobó sin ningún voto en contra. La voluntad es la seguridad de la gente, de toda la gente, que esté de acuerdo en una cosa. Y esa es la obligación de este Ayuntamiento.

Entonces, para que quede claro: para la gente que quiere irse de su casa, la solución es la compra por parte del Ayuntamiento. ¿Y para quienes no quieren irse, cuál es la alternativa?

La alternativa está pendiente. Puede que se queden allí, lo cual creo que es una complicación, porque de cara al futuro no es una situación fácil. Pero mientras la casa sea habitable, nadie puede decirles que tienen que irse. Lo que sí tendremos que ver es cómo queda la resolución de la Confederación, cómo evoluciona todo en el futuro, o si planteamos una mejora de la zona, evidentemente se les ofrecerá primero a las personas que ya viven allí.

¿Cuál es el motivo principal por el que se ha optado por suspender las licencias en esa calle en concreto y también en la Baixada del Realenc y no en otras?

Muy sencillo: si te sitúas allí lo ves enseguida con claridad. Al llegar a 4,75 metros de agua, es evidente que estamos ante un problema de futuro, y creo que hay una evidencia clara. En el Ayuntamiento hay cuatro partidos, y ninguno votó en contra de esa decisión. Porque es muy difícil tomar una decisión que, si por desgracia esto volviera a ocurrir, no tuviera consecuencias muy duras. Esperamos que no pase, pero si volviera a suceder, sería una decisión muy difícil de asumir.

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Se especula entre los vecinos —y lo pregunto para desmentirlo o aclararlo—. Por una parte, se dice que se hará una zona verde, y por otra, hay quien dice que quizá se aproveche para construir viviendas un poco más atrás, hacia la parte posterior del polígono. ¿Podría aclararlo?

Los vecinos pueden pensar lo que consideren. Es cierto que ha habido reuniones entre vecinos y técnicos municipales, ha habido varios encuentros, pero no hay nada decidido. Lo único que hay de verdad es que tenemos una zona, la Almassereta, donde se llegó a 4,75 metros de agua. Por lo tanto, es una zona de riesgo, y lo seguirá siendo hasta que tengamos otra solución. A veces hay gente que habla y tergiversa las cosas o dice cosas que no son. Lo que sí hemos procurado y seguiremos procurando es la seguridad de todos los vecinos, digan lo que digan. Y por otro lado, a nadie se le ha dejado en la calle. Todas las personas han sido realojadas. Algunas siguen viviendo allí, sí, pero el resto han sido reubicadas. Algunas han sido realojadas en viviendas propiedad del Ayuntamiento, otras en viviendas de la Generalitat —por ejemplo, hay tres familias en Paiporta, a cargo de la Generalitat y del Ayuntamiento—. Otras están con sus propias familias, porque así lo han preferido, y otras se han quedado en sus casas, son tres o cuatro casos. ¿Qué pasará? El tiempo lo dirá. Pero lo que sí puedo decir es que la primera prioridad de este Ayuntamiento es la seguridad de todas las personas. La segunda y la tercera de las prioridades serán ver qué se puede hacer allí: si podemos mejorar la situación, si se puede reconstruir más elevado o buscar otras soluciones, ya se debatirá. Pero en este momento, no se está discutiendo eso.

¿Cómo ve usted la Picanya del futuro, la Picanya post-Dana?

Hay mucho trabajo por hacer. Yo estaba muy satisfecho de cómo estaba, no solo a nivel personal, sino como miembro de un equipo que lleva muchos años trabajando por este pueblo. Es decir, cómo estaba el 28 de octubre, y cómo iba a estar después de las tres o cuatro obras que estaban en marcha y que quedaron inacabadas, pero que ahora ya estamos a punto de terminar. Picanya es un pueblo que todo el mundo desde fuera dice que es modélico en muchas cosas. Yo siempre digo que un pueblo nunca se acaba, siempre hay cosas que hacer. Por lo tanto, aunque quede mucho por hacer, es un pueblo verde, es un pueblo amable. ¿Cómo me gustaría volver a verlo? Pues a mí me gustaría verlo, dentro de dos o tres años, al menos como era el 28 de octubre, antes de la Dana. El tiempo lo dirá.

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Usted lleva 11 legislaturas gobernando Picanya desde 1983. ¿Diría que este ha sido el momento más duro como alcalde? Son muchos años.

Yo siempre lo he dividido en bloques de cuatro años. Porque cada cuatro años te examinas, y cada cuatro años he tenido que ofrecer un programa a la gente, y la gente ha apoyado ese programa. Y, por tanto, cada cuatro años hemos ido avanzando en muchas cosas. Pero, hombre, ahora ha sido un golpe muy fuerte, muy duro. También lo fue la pandemia… no sé ya qué más nos puede faltar, ¿no? Pero si quieres que te diga la verdad, no recuerdo ninguna legislatura, desde la primera hasta la última, que no haya sido dura.

¿Y se presentaría usted a las próximas elecciones, después de 42 años?

Si me vuelvo a presentar a las elecciones dependerá del partido, que en su momento hará lo que tenga que hacer, como ha sido en otras ocasiones también.

Pero usted, de cara a su partido, ¿querría presentarse?

No lo tengo decidido, nunca lo he decidido hasta que el partido lo ha decidido. Siempre ha sido así: primero lo decide el partido y luego la mayoría de la población. Por lo tanto, cuando llegue el momento, ya veremos qué pasa.

  • El alcalde de Picanya, Josep Almenar -

Hablando un poco más de política, la Unió Municipalista, por ejemplo, busca implantarse en l’Horta Sud, y según fuentes de este partido, aseguran que Picanya es uno de los municipios donde la candidatura está más avanzada. De hecho, ya tienen nombre, aunque aún no lo sabemos. ¿Cómo valora usted, como alcalde, este movimiento político, especialmente cuando después de la DANA también ha crecido el descontento hacia los partidos tradicionales?

Yo creo que es una cuestión que, en ocasiones, incluso es lógica. Si hay descontento, es normal que haya personas que, sin estar vinculadas a un partido o a un municipio concreto, intenten aprovechar ese malestar para posicionarse. Yo creo que los partidos están para eso: para intentar estar en los ayuntamientos, presentar un programa, y que la gente lo apoye o no. No lo puedo valorar de otra forma.

¿Y cree usted que un partido como este, que nace un poco del descontento, podría ganar fuerza en las próximas elecciones?

 Bueno, está por ver. No voy a decir nada en contra de Unió Municipalista. Tengo la mejor de las referencias de sus promotores, especialmente del alcalde de Ontinyent, que es una persona amiga. De hecho, hemos reflexionado mucho juntos sobre el municipalismo, y conozco bien Ontinyent. Por tanto, no voy a criticar un partido que aún está por nacer.

En Picanya ha gobernado el PSPV siempre, desde la llegada de la democracia, y puede decirse que usted es un histórico socialista. ¿Cómo valoraría, como militante socialista y como alcalde del PSOE, la situación actual en la que se encuentra su partido?

La verdad es que es una situación complicada, como sucede siempre en los partidos en algún momento de su historia. Yo creo que Pedro Sánchez, en el gobierno de la nación, ha hecho en líneas generales cosas muy bien hechas y extraordinarias. También es verdad que ha habido alguna dificultad relacionada con cuestiones de corrupción, que creo que se han cortado muy rápidamente —y no siempre pasa—, pero que, evidentemente, nos han afectado ante la ciudadanía. Y yo espero, sobre todo, que Pedro Sánchez tenga la posibilidad de recuperarse de eso que nos ha impactado y que pueda acabar la legislatura. Por otra parte, tengo que decir que Pedro Sánchez, en relación con lo que ocurrió con la Dana, ha hecho lo que no se había hecho nunca desde un gobierno: dejarnos en caja el dinero para la reconstrucción.

¿Cree que el PSOE puede perder fuerza en l’Horta Sud? Lo digo porque es históricamente el cinturón rojo de la provincia de Valencia.

Bueno, yo creo que estamos ante algo que se ha comentado muchas veces a lo largo de los 45 o 50 años de democracia. Recuerdo un momento especialmente duro, que fue en 1995, cuando muchos ayuntamientos que habían tenido mayorías socialistas las perdieron, y el PP remontó. Pero cada momento es distinto, y la gente, cuando vota, lo hace con libertad. Cuando llegue ese momento, la ciudadanía decidirá si nos da o no su confianza.  Lo que sí te digo es que nosotros, los socialistas, estamos muy acostumbrados a pelear donde nos toca: si ganamos, donde nos toca; y si no ganamos, también donde nos toca.

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