VALÈNCIA. En el subsuelo del área metropolitana de València se está gestando una de las infraestructuras hidráulicas más ambiciosas de las últimas décadas. Una inversión de 100 millones de euros que no cambiará el paisaje urbano, pero sí el abastecimiento de agua para 1,7 millones de personas en 48 municipios de la provincia. A finales de 2026, las potabilizadoras de Manises (La Presa) y Picassent (El Realón) estarán conectadas para garantizar el suministro incluso en episodios críticos como el vivido en la última Dana, cuando la rotura del canal Júcar-Turia y la turbidez del río Turia pusieron en jaque el sistema de abastecimiento.
"Con esta conexión ganamos en seguridad hídrica. Si una de las plantas tiene un fallo, la otra podrá seguir abasteciendo al área metropolitana", ha explicado el responsable de Emimet, Pepe Díaz. Las obras de interconexión se estructuran en varios tramos. Este verano concluirá el tramo 3, que discurre por Mislata, mientras que en noviembre de 2026 se finalizará el restante en Xirivella. El proyecto contempla dos tuberías de 1,5 metros de diámetro que garantizarán el trasvase de agua entre las dos potabilizadoras.
"Una de ellas se conectará con la planta de Picassent y la otra rodeará València por el norte para entrar por Maestro Rodrigo", detalla Díaz. Emimet, filial de Global Omnium, es la encargada de ejecutar las obras bajo la encomienda de la Entidad Metropolitana de Servicios Hidráulicos (Emshi). "Cada municipio contribuye a estas infraestructuras mediante la factura del agua, lo que permite acometer inversiones de gran envergadura sin recurrir a fondos externos", ha sostenido el concejal del Área de Mejora Climática y Gestión del Agua del Ayuntamiento de València y presidente de la Emshi, Carlos Mundina.

- Tuberías situadas en el tramo 3, en Mislata, para facilitar la conexión de las plantas potabilizadoras. -
- Foto: VP
La modernización de La Presa
Además de la interconexión, la planta de La Presa está en proceso de modernizarse para aumentar su capacidad de tratamiento. En la actualidad, puede potabilizar 3.440 litros por segundo, mientras que la planta de Picassent alcanza los 3.000 litros por segundo. Entre las principales mejoras, destaca un nuevo decantador, que permitirá tratar hasta 2.100 litros por segundo adicionales.
"El decantador es clave para mejorar la calidad del agua, sobre todo, en episodios como la Dana, cuando el nivel de turbidez se dispara", ha señalado el director técnico de Emivasa, Eliodoro Sancho. La ampliación de La Presa también incluye la renovación de filtros y sistemas de desinfección con radiación ultravioleta y cloro. "Estas mejoras garantizan la salubridad del agua y refuerzan la seguridad del suministro", ha añadido Sancho.
La potabilizadora de La Presa, con más de un siglo de historia, ha sido objeto de continuas modernizaciones para adaptarse a las crecientes necesidades del área metropolitana. "No hay ninguna ciudad en Europa que mantenga en funcionamiento una potabilizadora desde el siglo XIX con este nivel de actualización tecnológica", ha destacado Sancho. La infraestructura cuenta con sistemas avanzados de control de calidad, como sensores multiparamétricos en tiempo real que analizan el pH, el cloro y la turbidez del agua antes de su distribución.
Una inversión a futuro
La conexión de las potabilizadoras y la modernización de La Presa forman parte de un plan de choque iniciado en 2009. "Es una apuesta decidida por la garantía del abastecimiento. Son inversiones cuantiosas, pero imprescindibles", ha enfatizado el responsable de Global Omnium, Dionisio García. Además, se han implementado tecnologías avanzadas de control en tiempo real y sistemas de fibra óptica para optimizar la operación desde el centro de control de Vara de Quart.

- Obras de construcción de las tuberías que conectarán las potabilizadoras de Manises y Picassent. -
- Foto: VP
La infraestructura no solo aumentará la seguridad del suministro ante futuros eventos climáticos extremos, sino que también contribuirá a la transición energética con la instalación de placas fotovoltaicas en las plantas. "Reducir la dependencia eléctrica nos hace más eficientes y permite estabilizar el coste del agua a largo plazo", ha concluido García.