VALÈNCIA. En diciembre de 2024, Paiporta llegó a la Navidad con el pulso detenido. Apenas habían pasado dos meses desde que la Dana desbordó el barranco del Poyo y alteró la vida del municipio. El barro seguía incrustado en los bajos comerciales, muchas persianas continuaban bajadas y las calles reflejaban una actividad mínima. Algunos negocios intentaban abrir de manera provisional, pero otros seguían cerrados, pendientes de las obras de reconstrucción, las ayudas económicas o, simplemente, de recuperar fuerzas.
Un año después, la imagen es distinta. Sin olvidar lo ocurrido ni borrar las huellas que dejó la riada del 29 de octubre de 2024, Paiporta afronta estas fechas desde otra perspectiva. La mayoría de los negocios han vuelto a abrir, la actividad ha regresado de forma progresiva a las calles de este municipio de l'Horta Sud y la reconstrucción, aún incompleta, empieza a notarse en el día a día.

- Una tienda de Paiporta. - Foto: MARGA FERRER
Si bien los comercios locales han aprendido a convivir con este contexto, la recuperación no ha sido lineal ni homogénea, y cada negocio la ha afrontado desde su propia realidad. Basta con entrar en algunos de ellos para entender cómo ha sido ese proceso lento y poco visible que ha sostenido la vuelta a la 'nueva' normalidad.
"No esperamos grandes cifras, pero sí una Navidad normal"
En la papelería Tangram, su propietario, José Antonio Casans, explica el impacto de la Dana desde la distancia que da el paso del tiempo. Aquí, el agua alcanzó alrededor de un metro y medio y el daño fue total. "Todo el material se perdió. Los muebles, que son de papel prensado por dentro, se estropearon y se vinieron abajo", recuerda Casans.
Aun así, Tangram fue uno de los comercios que reabrió antes, poco más de mes y medio después de la riada. Sin embargo, no fue una reapertura completa. "Abrimos el 16 de diciembre de 2024, pero la tienda estaba a medio montar y con muy poco género. Fue una apertura forzada por necesidades administrativas, no porque estuviéramos preparados", cuenta Casans.

- José Antonio Casans en la papelería Tangram de Paiporta. - Foto: MARGA FERRER
Aquella Navidad fue, para él, poco más que una muestra de resiliencia. Los colegios no habían recuperado la normalidad y la clientela habitual tampoco estaba en disposición de comprar. Un año después, el escenario es distinto. La tienda está completamente operativa, el surtido de productos ha vuelto al nivel habitual y la campaña navideña se afronta con una expectativa moderada pero realista.
"No esperamos grandes cifras, pero sí una Navidad normal, que ya es mucho después de lo que pasamos", explica. Para Casans, que además preside la Asociación de Comerciantes de Paiporta (Acopa), el mayor cambio se da en el plano emocional: "El año pasado trabajabas con una sensación de provisionalidad constante. Ahora sabes que estás aquí y que el negocio sigue en pie".

- José Antonio Casans, en la puerta de su papelería Tangram de Paiporta. - Foto: MARGA FERRER
Buenas sensaciones en el comercio local
La historia de Tangram no es una excepción en el municipio. En otros puntos del casco urbano, la reapertura de los comercios adoptó ritmos distintos, pero estuvo marcada por las mismas incertidumbres y por un calendario que rara vez dependía solo de la voluntad del comerciante. Ejemplo de ello es Passarella, la papelería que Flor Miretti abrió en plena pandemia por Covid-19.
Cuando la Dana golpeó Paiporta, el agua alcanzó 1,80 metros en este negocio y arrasó con todo, incluida una campaña navideña que Miretti había dejado preparada antes de viajar a Argentina, su país natal. "Había dejado la tienda lista, con el escaparate montado. No se salvó absolutamente nada", explica. Durante semanas, la reapertura de la papelería fue una sucesión de avances y parones, condicionados por la falta de manos profesionales y la magnitud de las obras necesarias para su reconstrucción.

- Flor Miretti atiende a una clienta en su papelería Passarella de Paiporta.- Foto: MARGA FERRER
La papelería Passarella volvió a abrir en marzo, cuando muchos comercios del municipio empezaron a hacerlo casi al mismo tiempo. "Había semanas en las que parecía que todo iba rodado y otras en las que no avanzabas nada", recuerda Miretti. La comparación que hace entre las Navidades pasadas y las actuales es clara: "El año pasado ni siquiera me planteé abrir. Este año, estamos trabajando con buenas sensaciones".
En ese sentido, Miretti habla de una campaña que está funcionando bien, de clientes que han vuelto y, en muchos casos, han aumentado su frecuencia de compra. "Creo que la gente ha tomado conciencia de lo importante que es el comercio de proximidad. Cuando no lo tienes, lo echas mucho de menos", añade. A diferencia de otros momentos de crisis, lo que más valora es la normalidad que han recuperado. "Que la gente entre, mire, pregunte y se lleve algo… Eso es vida", concluye Miretti.

- Flor Miretti, en su papelería Passarella de Paiporta.- Foto: MARGA FERRER
"Durante un tiempo, te planteas muchas cosas"
A pocos minutos a pie, en otro punto del casco urbano, Perfumarte siguió un calendario similar de reapertura. La tienda volvió a abrir sus puertas el pasado 13 de marzo. Cristina López, su responsable, vivió la Dana con una mezcla de intuición y desconcierto. Aquella tarde decidió cerrar antes de tiempo al percibir que algo no iba bien. El agua alcanzó casi tres metros en el local y los daños iban desde la instalación eléctrica hasta las paredes, el mobiliario y los productos.
Además, su vivienda de Picanya también resultó afectada, lo que obligó a priorizar los esfuerzos de reconstrucción. "Durante un tiempo te planteas muchas cosas", reconoce López. "Nunca te ha pasado algo así y dudas de todo: de si merece la pena volver a empezar o de si esto puede volver a ocurrir", dice, en referencia a que su negocio se sitúa a orillas del Poyo. Finalmente, pesó más la trayectoria de la tienda, abierta desde el año 2013, y el apoyo que recibió por parte de los voluntarios.

- Cristina López sostiene el cartel de "Abierto" en su tienda Perfumarte de Paiporta.- Foto: MARGA FERRER
La reapertura de Perfumarte coincidió con una etapa en la que los comercios del entorno aún estaban muy tocados por la Dana. "Había días en los que venía y prácticamente no había nadie en la calle. Era triste", recuerda López. Ahora, la situación es otra. López explica que la campaña de Navidad de este año se está desarrollando con normalidad, similar a la de ejercicios anteriores a la Dana.
"No puedo compararla con la del año pasado porque no abrí, pero sí con 2023, y estamos en cifras parecidas", afirma López. También ha notado la llegada de nueva clientela y una mayor vinculación al comercio local. "La gente del pueblo ha sido muy fiel. Eso te da mucha tranquilidad", añade.

- Cristina López, en su tienda Perfumarte de Paiporta. - Foto: MARGA FERRER
Sobrevivir a la Dana
Justo al lado de Perfumarte, se encuentra un negocio muy conocido en Paiporta: Mi Frutería, una empresa familiar que regentan tres hermanos y que también tiene un punto de venta en Alfafar, otro municipio arrasado por la riada. Cristina Toribio, una de las hermanas, atiende entre cajas de fruta fresca y un trasiego constante de clientes. Para ellos, la Dana supuso un golpe doble: dos locales afectados y una logística completamente alterada durante meses. "La prioridad fue volver a abrir cuanto antes, aunque fuera poco a poco", explica.

- La frutería "Mi Frutería" de Paiporta. - Foto: MARGA FERRER
En el caso de la frutería de Paiporta, se perdió todo el género y el proceso de reapertura se demoró durante seis meses. "Tuvimos que limpiar, reparar y volver a abastecernos. No había margen para esperar mucho", recuerda. La Navidad pasada fue muy distinta, ya que con el local de Paiporta cerrado y el de Alfafar funcionando a medio gas, el foco estaba puesto en "sobrevivir".
Este año, la campaña se encara con más estabilidad. "No hablamos de un crecimiento espectacular, pero, por ejemplo, tenemos clientes que ya nos han encargado varias cestas de Navidad para sus trabajadores", señala Cristina. Para los tres hermanos, el reto ha sido coordinar esfuerzos y mantener la actividad en dos municipios que aún arrastran los efectos de la Dana. "Hemos aprendido a organizarnos mejor y a no dar nada por hecho", añade.

- Las hermanas, Cristina y Maite Toribio, en su frutería de Paiporta.- Foto: MARGA FERRER
Los bonos comercio, un 'salvavidas'
En ese proceso de recuperación, los comerciantes coinciden en señalar el impacto positivo de los bonos comercio como una de las herramientas más eficaces para reactivar la actividad económica en el municipio.
Iniciativas basadas en poner dinero directamente en manos de los vecinos han permitido sostener el consumo en momentos clave y devolver parte del movimiento perdido a las calles. No como una solución definitiva, pero sí como un impulso concreto que ha ayudado a muchos comercios a volver a funcionar con cierta estabilidad.

- - Foto: MARGA FERRER
Con matices y recorridos distintos, los cuatro negocios comparten una misma idea: la recuperación no ha sido una acción puntual, sino una suma de decisiones diarias. Sin embargo, el comercio vuelve a cumplir su función más básica, la de dar vida a un pueblo. Un año después de la Dana, Paiporta no presume de haber superado la tragedia. Lo que hace, cada mañana, es algo más sencillo y difícil a la vez: seguir adelante.