VALÈNCIA. El pasado miércoles se cumplió el primer aniversario desde la Dana que inundó decenas de municipios valencianos y que provocó la muerte de 229 personas, así como cuantiosos daños materiales en viviendas, industrias, comercios y vehículos, entre otros. En el plano sanitario, la catástrofe supuso más de 2.600 urgencias hospitalarias, de las cuales en torno al 11% requirieron de ingreso, según datos de la de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES).

En todo este proceso, las enfermeras de Urgencias y Emergencias cobraron un papel fundamental, pues entre sus funciones se encuentra la prestación de primeros auxilios o la estabilización de las víctimas hasta un centro sanitario. Con el objetivo de conocer con más detalle el papel de este colectivo durante una catástrofe como la Dana de octubre de 2024, Plaza conversa con Carmen Casal, vicepresidenta de Enfermería de SEMES.

Casal, que además es enfermera del servicio de emergencias sanitarias en el Samur de la Comunitat Valenciana y profesora de la Facultad de Enfermería y Podología de la Universitat de València, evita comparar esta catástrofe con otras emergencias vividas anteriormente como es el caso del covid en 2020: "En la pandemia estábamos todos afectados. Con la dana hubo un contraste muy grande porque había gente que lo había prácticamente todo y a los pocos kilómetros estábamos haciendo una vida prácticamente normal". "Era muy difícil de poder decir que a pocos kilómetros de Valencia ciudad había un escenario totalmente de guerra", apunta Casal. 

Ante esta situación, explica, los profesionales de Enfermería se preparan "como pueden". En este sentido, reconoce que es "difícil" poder tener una formación específica en una dana, aunque remarca que sí reciben indicaciones frente a otras emergencias como son los accidentes con múltiples víctimas y reclama la creación de "macrosimulacros" para que todos los profesionales trabajen "de la misma forma" ante una situación como la del pasado 29 de octubre y así poder "entenderse mejor" entre todos los medios presentes en la zona. 

"No estábamos preparados para actuar ante una Dana, no lo pensábamos, e igual nos pilló totalmente desprevenidos", apunta Casal. Una situación ante la que remarca la necesidad de mayor formación y entrenamiento en situaciones similares: "El equipo sanitario que trabajamos en urgencias y emergencias estamos acostumbrados a trabajar en terrenos hostiles en los que la improvisación es un factor importante, pero no estábamos preparados para una Dana de estas características". 

En esta línea, reclama "una formación homogénea y estandarizada" para todos los profesionales del país: "La catástrofe natural que tuvimos en Valencia se ha estado repitiendo en otros puntos de España, por lo que necesitamos un entrenamiento continuo". Casal considera que esta es la única manera de garantizar una atención especializada en cualquier punto del Estado en el caso de que vuelva a ocurrir una emergencia similar. 

El caos en las calles: principal escollo durante los primeros días

Respecto a la atención brindada durante la catástrofe, esta profesional cree que el mayor problema durante las jornadas inmediatamente posteriores a la catástrofe fue la situación en que quedó el terreno: "Había calles llenas de obstáculos, con pilas de coches que llegaban hasta arriba. Eso nos impedía llegar a los domicilios y no sabíamos qué había detrás de las puertas de cada vivienda". 

No obstante, frente a la adversidad, destaca un factor que les ayudó de manera importante en su tarea: "Tuvimos la fortuna de que los vecinos se conocían entre ellos y nos podían indicar qué - situación - había en cada calle". 

Entre la atención brindada por estos profesionales también se encuentra el acompañamiento emocional en estos momentos tan críticos. En este sentido, Casal recuerda que a los pocos días de la riada atendió una señora mayor "totalmente desbordada psicológicamente": "Se encontraba impedida de piernas y no tenía fuerzas en las manos, pero quería ayudar a quitar barro igual que sus vecinos y no podía", relata. 

El trabajo de las enfermeras en este caso concreto se basó en el acompañamiento emocional y en buscar alternativas para que esta persona sintiera que estaba contribuyendo a resolver la situación. "Se nos ocurrió darle un papel haciendo bocadillos para la gente que estaba trabajando en las calles. De esta manera, conseguimos que se sintiera realizada a pesar de su situación". 

El impacto emocional en los profesionales

Lo cierto es que la dureza de las actuaciones sobre el terreno tiene una importante repercusión a nivel emocional en los profesionales. "Lo llevamos mal. Hemos perdido amigas y compañeras y lo llevamos como podemos", reconoce Casal, que asegura que los sanitarios carecen de respaldo psicológico en este tipo de situaciones: "En algunas comunidades autónomas sí disponen de ayuda psicológica, pero en la Comunitat Valenciana nos lo buscamos nosotros por nuestros medios". 

El "truco" para sobrellevar la situación, considera, es "levantarse todas las mañanas y seguir dándolo todo". Además, pone de relieve el compañerismo dentro del ramo: “Hay compañeros que están en la misma situación que tú, que te entienden y que están dispuestos a hablar a cualquier hora para escucharte, entenderte y apoyarte”. 

"Existen todavía muchas carencias"

Preguntada por si ha observado diferencias a nivel de atención sanitaria entre la riada de octubre de 2024 y las danas que han ocurrido en las últimas semanas en España, Casal apunta: "Vamos muy despacio, existen todavía muchas carencias". En esta línea, remarca cuestiones como la "disparidad de materiales logísticos, equipos humanos y de formación entre los diversos puntos del territorio nacional".  "Esto es lo que hay que evitar y, de esta manera, lograr que todo el mundo tenga las mismas oportunidades de poder ser asistido independientemente de cualquier punto que ocurra esa catástrofe", apostilla. 

"Orgullosa” del trabajo de sus compañeros

En términos personales, Casal muestra su "orgullo de pertenecer a un pueblo que se ha volcado con el pueblo". "Me siento muy orgullosa de mis compañeras enfermeras, que con una mochila cargadas con vendas, gasas, con lo que tenían en su casa, fueron a recorrer calles gritando si necesitaban algún tipo de asistencia sanitaria", valora esta profesional que añade: "Y me siento muy orgullosa de todos mis compañeros y compañeras de emergencias y de los servicios de urgencias que lo dieron todo en esos días, y que seguían trabajando incluso a pesar de haber perdido todo en sus casas".