VALÈNCIA (EFE). Save de Children alerta de que, trascurridos casi seis meses de la dana que azotó la provincia de Valencia, más de 70.000 niños y niñas "crecen en viviendas insalubres", muchos de ellos no pueden asistir al colegio con normalidad y preocupa su salud mental y su protección frente a cualquier tipo de violencia.
Según ha indicado el responsable de la respuesta a la emergencia de la organización humanitaria, Rodrigo Hernández, se calcula que el paso de la riada provocó daños en más de 75.000 viviendas en la zona cero y "muchas familias con niños, niñas y adolescentes viven todavía a día de hoy en pisos que no reúnen las condiciones adecuadas".
Explica que habitar lugares con graves deficiencias de construcción, insalubres o convivir en hacinamiento tiene efectos sobre la salud, seguridad y bienestar de las personas y afecta especialmente al crecimiento, desarrollo y oportunidades de niños, niñas y adolescentes.
Es el caso de Eduvmary, vecina de Paiporta, madre de un niño de 10 años y un bebé de 10 meses, que relata que el moho en su apartamento "ha destruido todo" y sus hijos han contraído, a raíz de ello, enfermedades respiratorias.
"Es imprescindible aumentar y consolidar las ayudas para la renovación y rehabilitación de viviendas que hayan sido afectadas por la Dana, ya que crecer en casas insalubres afecta al desarrollo de los niños y niñas y a su salud física y mental. Además, es necesario seguir reforzando alternativas habitacionales para familias con hijos e hijas a cargo", pide Hernández.
Respecto a las medidas destinadas a la compensación por daños en las viviendas, Save the Children recuerda que las familias más vulnerables suelen vivir de alquiler, muchas de ellas incluso sin contrato, por lo que es necesario que se tomen medidas para ayudarlas también en esta materia.
Cuidar la salud mental
La organización indica que seis meses después de la Dana todavía hay niños o niñas a los que les da miedo la lluvia o los fenómenos atmosféricos o salir a la calle, mientras que los principales síntomas de la adolescencia han sido experimentar sentimientos de ira, rabia o tener problemas de sueño, y algunos de ellos y ellas han entrado en una etapa de tristeza.
"Cada vez que llueve a mi hijo mayor le da miedo, y me pregunta si le voy a ir a recoger al colegio. Siempre intento tranquilizarlo diciéndole que si eso vuelve a pasar suba al último piso, que no vuelva a casa, espere allí tranquilo y ayude a sus compañeros", relata Eduvmary.
Save the Children considera necesario que desde las administraciones se refuercen los servicios de salud mental infanto-juvenil.
Una educación interrumpida
Las primeras semanas tras el desastre natural, se estima que casi 40.000 niños, niñas y adolescentes en edad de educación obligatoria en las zonas más afectadas estuvieron sin poder asistir a clase debido a los destrozos materiales ocasionados por la catástrofe.
Esto provocó que se quedaran muchos de los contenidos sin impartir, pero también de otras necesidades que no se han podido cubrir, explica la organización.
A día de hoy, denuncia Hernández, todavía hay muchos niños y niñas que no pueden asistir con normalidad a su centro educativo porque no están finalizados los trabajos de reconstrucción o siguen en barracones.
"Ahora que el fin de curso está a la vuelta de la esquina es imprescindible la planificación de programas de apoyo y refuerzo a medio y largo plazo para que se pueda recuperar el contenido que no se haya podido impartir, así como flexibilizar los criterios de evaluación y que la repetición de curso no sea una opción, por ser una medida socialmente injusta", añade.
La organización ha puesto además en marcha siete espacios siete "seguros y amigables" para la infancia en diferentes municipios de la zona, ante la vulnerabilidad de los menores que puedan estar sufriendo violencia de algún tipo.