O mejor, a las cosas son como siempre debieron haber sido: la gamba perfecta, el servicio impecable (exija que Miguel le hable de sus libros), la sobremesa hasta las seis, las copas y la historia de estos tres hermanos Seguí (Enrique, Miguel y Juan José).
No hay carta, sólo cocina sencilla y unas gambas rayadas epistorales, únicas. La culpa es de Juan José y de los cien kilómetros que se casca cada tarde a esa hora en que las barcas de la cofradía local llegan hasta la subasta en el puerto de Dénia.
Fotografía de Vicent Bosch