VALÈNCIA. Alfred Boix (Gandia, 1967) es el responsable de la Secretaría Autonómica de Promoción Institucional, Comunicación y Prospectiva, cuya función se circunscribe a la promoción e imagen institucional de la Generalitat Valenciana, política informativa, comunicación institucional de la enitdad y relación con los medios de comunicación, así como el apoyo para el análisis de las políticas del Consell. Viene a ser el responsable de un dinero público que se invierte en los medios de comunicación. Se supone que para hacer un reparto equilibrado y ponderado, y no para influir en los medios a la hora de dar mayor lustre a las acciones del Consell y ahuyentar de la primera plana aquellas informaciones que pueden ser comprometidas. Ya lo dijo Joan Llinares, responsable de la Agencia Antifraude: «La publicidad institucional es una forma de presionar». Boix, pues, tiene un cargo que se queda corto para lo que es, para lo que hace y para lo que dice que hace. Su currículo laboral se circunscribe a la política desde 1991. Concejal del Ayuntamiento de Gandia, diputado provincial, autonómico, nacional y secretario de Organización del PSPV-PSOE.
Hablamos de un hombre de confianza de Ximo Puig, president y líder de los socialistas valencianos. Lo es desde hace años. Muchos. No es amigo de la infancia como Andreu Ferrer, que es el más influyente asesor de los del núcleo duro del president, pero como si lo fuera. Como detalle curioso, Boix es primo de José Manuel Orengo, exalcalde de Gandia, uno de los históricos del PSPV, gran influencer en su día en el ala sur del Palau al que ciertos escándalos legales y éticos le obligaron a apartarse de la primera línea. El batacazo antes de nacer de una fundación llamada Cical inspiró su marcha. Sin problema. Orengo ha hecho carrera en Baleària, y qué carrerón.
El caso es que Boix es la segunda voz más influyente en el Palau. Pero no solo en cuestiones que afectan a la Presidencia sino también en otras de partido sobre las que ejerce como guía espiritual en la sombra.
Fue secretario de Organización del PSPV y, como buen fontanero que se precie, no despertó muchas simpatías. Lo normal teniendo en cuenta que ese cargo comporta hacer labores desagradables: mediar entre familias, hacer las listas, poner a este candidato en detrimento del otro. Ahora bien, hay quien apunta que era «un poco talibán». Vamos, que aunque viera a un colega con nivel y futuro, si no era de su cuerda, no abría la mano y cercenaba cualquier prometedora carrera. Eso contrasta con el nombramiento de José Muñoz como tres del partido porque era de su cuerda y le ayudó a conseguir el puesto. Se puede decir que fue un secretario de Organización que no triunfó pero que está en una situación de poder y sigue siendo el interlocutor entre Presidencia y partido.