VALÈNCIA. Minimizar la dependencia energética de otros países, cumplir los objetivos de descarbonización y agilizar la transición verde de Europa son solo algunos de los factores que han llevado a varias empresas a apostar por el biogás, un gas de origen renovable. Y una de esas compañías es la valenciana Genia, que se ha propuesto conquistar este sector con un ambicioso plan que pasa por el desarrollo de 20 plantas de biometano en territorio nacional y Portugal con horizonte 2030. Una tecnología incipiente en España, pero que, sin embargo, ya tiene un largo recorrido en otros países debido al desarrollo normativo y el impulso que ha recibido este sector en esos territorios.
Uno de los principales problemas en España es su obsoleta legislación y los largos tiempos administrativos de tramitación que no favorecen la inversión. Así lo asegura Gabriel Butler, CEO de Genia. "Vivimos una instrumentalización política de los proyectos de renovables en España", lamenta. De hecho, estas trabas han provocado que la compañía, que ha desarrollado grandes parques solares propios, haya decidido 'aparcar' este negocio solar y únicamente asesore y promueva para terceros. "El problema es que las empresas como nosotros tenemos plazos tan largos para obtener las licencias de construcción que nos toca desinvertir a mitad camino para poder generar caja y mantener los puestos de trabajo", explica.
Por tanto, ahora su foco está en atacar con el biogás, principalmente a través de plantas de biometano, una alternativa renovable al gas natural que se origina a partir de materia orgánica, como residuos agrícolas y ganaderos. Además de su uso como sustituto del gas convencional tiene otras aplicaciones industriales, como la producción de combustibles renovables e hidrógeno verde o la fabricación de productos químicos, con una reducción asociada de los gases de efecto invernadero (GEI). Una estrategia que Genia acelera junto a Repsol, que entró en su filial de biogás con el 40%.
-La compañía cuenta con varias divisiones, ¿cuál tiene más peso dentro de la compañía?
-Genia es un grupo empresarial especializado en la sostenibilidad ambiental, la economía circular y el desarrollo de modelos de descarbonización. Tenemos tres líneas estratégicas. Por una lado, Genia Solar Energy, que fue pionera en España a la hora de desarrollar grandes plantas fotovoltaica que se integraran en el entorno; Genia Bioenergy, empresa totalmente integrada en desarrollos de tecnología e innovación relacionada con la valorización de los residuos orgánicos no peligrosos, enfocada en el biogás; y Genia Energy Solution, dedicada a cuestiones de descarbonización, industria inteligente y soluciones de tratamiento de residuos
Ahora mismo, estamos muy enfocados en lo que es la parte de la bioenergia. Evidentemente, la parte solar ha sido una de las partes nucleares de nuestra actividad y hemos desarrollado casi 4 GW en proyectos fotovoltaicos. Tenemos un expertise muy importante, pero ahora mismo estamos muy centrados en el proceso de transformación que necesita España para poder adaptarse a lo que nos pide Europa con el REPowerEU y para que seamos capaces de aprovechar nuestros propios residuos. Por eso, el biogás va a más allá de un tema de sostenibilidad energética o de descarbonización, sino que habla también del sector primario al utilizar residuos del campo. En España, tenemos dos motores: la agricultura y la ganadería; y el turismo. Ambas tienen que afrontar retos muy importantes y estas plantas de biometano aportan una solución integral a la cuestión de la valoración.

- Gabriel Butler, CEO de Genia
- Foto: EDUARDO MANZANA
-Es cierto que en los últimos meses Genia ha estado creciendo con fuerza en el desarrollo de plantas de biometano. ¿Qué proyectos tiene en cartera?
-Estamos trabajando en Genia Bioenergy en dos áreas. Por un lado, como ingeniería y constructora está prestando servicios a terceros, tanto a nivel nacional como internacional. Estamos finalizando la puesta en marcha de la planta más importante en España en Pozoblanco, Córdoba, con COVAP, la mayor cooperativa láctea. También, el gobierno de Aragón nos adjudicó dos plantas de biogás, que estamos poniendo en marcha. Por otro lado, somos operadores integrados de biometano, es decir, desarrollamos propios proyectos, invertimos en ellos y los gestionamos a largo plazo. Tenemos un objetivo de desplegar una de las mayores inversiones en la historia de España con más de 600 millones de inversión, creando un verdadero ecosistema de plantas. Nuestra misión es aportar valor en el entorno. No somos un fondo de inversión que viene a especular, por lo que no vamos a vender los proyectos.
-Entiendo que esos 600 millones van a ser posibles tras la entrada de Repsol en el accionariado de Genia Bionergy con el 40%. ¿Qué ha supuesto esta alianza? ¿Cómo es la convivencia con una multinacional?
-Es gratificante porque nos aporta muchísimo valor. Es una empresa industrial y pionera a nivel mundial, con profesionales apasionados y que nos da unas capacidades únicas como es una visión a largo plazo de la operación de este tipo de plantas, que trabajan muy integradas en el entorno sin generar impacto ni olores. Al final, estamos creando un ecosistema que tiene que aportar valor y, para eso, hay que cumplir con los compromisos que se están alcanzado con agricultores y ganaderos. Estamos viendo mucha especulación de gente que no va a operar en el largo plazo, sino que su objetivo es vender las instalaciones cuando tienen la licencia o concluye su construcción. Repsol nos garantiza financiación, vocación de permanencia en el largo plazo y la venta del biometano para que Repsol la ofrezca a sus clientes.
-¿Existe mucha especulación en el sector?
-Hay empresas que no están especializadas en bioenergía y que están empezando a entrar y a hacer creer a los agricultores que tratar residuos es gratis. Y eso es una equivocación. Cualquier residuo que pasa por una planta industrial tiene un coste operativo de energía, personal, sustitución de equipos… Es importante que la gente busque socios que vayan a estar en los proyectos durante los próximos 20-30 años. Por tanto, existe especulación de operadores cuya misión no es construir y operar las plantas en el largo plazo, sino construir y vender. Al final, a los fondos de inversión les interesa su rentabilidad y esto no son activos convencionales, sino plantas industriales que ofrecen un servicio social.
-De ese plan con Repsol tan ambicioso de inversión se habló del desarrollo de 20 plantas de biometano. ¿Qué hay ahora mismo en marcha? ¿La Comunitat Valenciana está en esa hoja de ruta?
-Para nosotros invertir en la Comunitat Valenciana siempre ha sido una prioridad. Estamos desarrollando diferentes iniciativas y proyectos que están en fase de tramitación administrativa. Uno de ellos aspira a convertir en biogás la paja del arroz. Es un proyecto referente con tecnología valenciana que hemos desarrollado.
-¿Cuántas plantas e inversión estima la compañía en tierras valencianas?
-Nosotros tenemos estimado invertir en la Comunitat Valenciana alrededor de unos 90 millones de euros en 3-4 proyectos de aquí a 2030 con el objetivo de poder iniciar la construcción de alguno de esos proyectos este 2025.
-Precisamente, el proyecto de la paja del arroz está bastante avanzado a la espera del trámite ambiental. El objetivo es producir cerca de 90 GWh de biogás al año a partir de cerca de 50.000 toneladas de la paja del arroz. Ya tienen los terrenos en Sollana y hay prevista una inversión de 25 millones de euros.
-Sí. El problema es que con la Dana se han suspendido todos los procedimientos urbanísticos hasta que resuelva la revisión del Plan de Acción Territorial de carácter sectorial sobre prevención del Riesgo de Inundación en la Comunitat Valenciana (PATRICOVA). Por tanto, está parado.

- Gabriel Butler, CEO de Genia
- Foto: EDUARDO MANZANA
-¿Genia tiene pensado dar entrada a otras compañías o comprar empresas para seguir creciendo?
-No, por el momento. El acuerdo con Repsol incluye ser una plataforma única, por lo que todo el negocio de biometano de grupo Repsol es Genia el que lo desarrolla, invierte y canaliza. Por tanto, de momento, estamos con el foco en España y Portugal porque tenemos unos objetivos estratégicos a cumplir de aquí al 2030. No obstante, en la parte de servicios a terceros estamos en EEUU y en algún país de Sudamérica.
-¿Descarta entonces llegar a otros mercados con desarrollos propios o con acuerdos con inversores locales?
-Estamos abiertos a ese tipo de acuerdos y a hacer joint ventures para abordar nichos específicos. Es verdad que hay diversos países que están traccionando como Brasil, México o Argentina. Son tres países que tienen un sector primario muy potente y necesidades de tratamiento y valorización de residuos. Son mercados que estamos estudiando y evaluando, pero nuestro plan estratégico a 2030 está centrado en España y Portugal.
-Hace poco, también trascendió que vendieron su gran proyecto fotovoltaico, y el más grande en la Comunitat Valenciana, bautizado como 'Valle Solar' a la firma Saeta, que, a su vez, ha sido adquirida por Masdar, brazo inversor en renovables de Abu Dabi. ¿Genia va a seguir desinvirtiendo?
-Más que desinvertir hemos alcanzado un acuerdo para garantizar la inversión del proyecto y su construcción, cuando estamos en uno de los momentos más difíciles para levantar capital. Por tanto, hemos conseguido cerrar un acuerdo y el proyecto se va a realizar y será referente. En fotovoltaica, estamos viendo de forma generalizada en el mercado que por culpa de los tiempos administrativos que tememos, las empresas no se pueden permitir ser un operador integrado de electricidad porque están años invirtiendo. Nosotros hemos destinado a Valle Solar más de 12 millones de euros solo en costes de desarrollo. El problema es que empresas como nosotros tenemos plazos tan largos a la hora de obtener las licencias de construcción que nos toca desinvertir a mitad camino para poder generar caja y mantener los puestos de trabajo. Tenemos el sistema administrativo más garantista del mundo y todo el mundo tiene que informar y reiterar sus informes tres veces.
-Entonces la idea inicial no era vender este parque fotovoltaico…
-No, claro que no. El problema es que pasa tanto tiempo desde que se origina un proyecto hasta que se obtiene la licencia, que las empresas no pueden aguantar los costes de estructura y te toca desinvertir. Y, ahí, están los fondos de inversión que aprovechan esas oportunidades. Las pocas empresas que han podido quedarse con sus activos son cotizadas. Si los proyectos tardaran menos en tramitarse y no viviéramos en un país que es rehén de los tiempos de la administración, la economía sería más ágil y las empresas podrían aspirar a poder gestionar estos activos en el largo plazo.
-Por tanto, ¿la compañía va a seguir desarrollando proyectos fotovoltaicos?
-Hace cuatro años vimos el riesgo tan elevado que había y los tiempos tan largos en las tramitaciones que decidimos no seguir aportando capital en proyectos fotovoltaicos propios, sino codesarrollar con terceros. Por tanto, ahora desarrollamos proyectos para otras empresas, en los cuales no asumimos el riesgo de capital, sino que somos la ingeniería-promotora, pero no somos los propietarios. La cartera de proyectos que tenemos actualmente son las siguientes fases de Valle Solar, pero el resto son ya de terceros.
-En el caso de las plantas de biometano, ¿la tramitación es tan compleja y lenta como en fotovoltaica?
-Por un lado, tenemos un marco normativo que no se adapta a las soluciones tecnológicas que tenemos actualmente en 2025 porque es antiguo. En este sentido, un proceso de compostaje, que genera emisiones a la atmósfera, así como olores y genera moscas, la norma le da una condición de residuos, la misma que a una planta de última generación, totalmente cerrada y en la cual hay una trazabilidad exquisita de cualquier residuos que entra. Es marciano. Vivimos con una normativa que no ha sido adaptada a los retos tecnológicos. En Europa hay más de 15.000 plantas de biogás y en España no llega ni al centenar. Además, la tramitación ambiental es la más compleja que hay.
-¿Por qué ha pasado esto?
-Porque no hay nadie al volante. Nadie se ha preocupado de verdad por desarrollar esto.

- Gabriel Butler, CEO de Genia
- Foto: EDUARDO MANZANA
-¿Existe falta de voluntad política?
-Hay poca voluntad política tanto a nivel nacional como en determinadas administraciones autonómicas. Hay un tema ideológico a nivel nacional, es decir, para el Ministerio de Transición Energética, el biogás es solo para autoconsumo en una caldera. Ellos no quieren que exista gas natural porque quieren electrificar el mundo, pero no se puede electrificar solamente porque hay un 40% de la demanda que es de energía térmica y no se puede desplazar. No podemos poner bombas de calor en empresas que, por ejemplo, hacen acero o en las azulejeras. Por eso, es importante tener un mix energético. En Europa se van a invertir de aquí a 2030 más de 25.000 millones de euros en plantas de biometano, con un impacto positivo para la economía de más de 12.000 millones al año. Por tanto, en diez años estas plantas van a aportar 120.000 millones a nuestra sociedad generando, además, empleo, inversión y un combustible que no tenemos que comprar a Rusia.
-Algunos municipios ya han alzado la voz contra este tipo de proyectos. ¿existe un rechazo generalizado o son casos puntuales?
-Existe una parte pequeña que opina de cualquier iniciativa sostenible y ambiental. Se inventan un relato de que esto afecta a la salud física y mental de las personas y eso mentira, como también lo es que estas plantas generan esterilidad. Son relatos que luego cuando la gente los lee tiene miedo. El problema es que cada vez más nos estamos encontrando una oposición organizada, financiada y estructurada, que se une para oponerse en una zona y decir a los vecinos que se va a montar un vertedero, que va a generar aguas tóxicas y que trata elementos peligrosos y eso es falso.
-¿Quién esta detrás de esta oposición "organizada, financiada y estructurada"?
-Las mismas asociaciones ecologistas que se oponen a las plantas fotovoltaica y que, además, tienen ayudas del Estado.
-Pero existen proyectos que no siempre han cumplido con la normativa.
-Evidentemente, no todas las plantas han hecho bien las cosas. Hay algunas que son antiguas, de hace 15 años, y que no han trabajado bien y no tenían como objetivo producir biogás, sino tratar residuos. Hay determinados pueblos que tienen su verdad. En Europa hay miles de plantas al lado de poblaciones porque no producen olores, ya que el residuos entra en un circuito cerrado. Al final, estamos actuando conforme a la norma urbanística. Una de las críticas es que son edificaciones altas, pero ¿respecto a qué? ¿El Miguelete? ¿La Estatua de la Libertad? Hay mucho sesgo respecto de cualquier tipo de proyecto, que, ademas, aporta valor en el entorno.
-Por parte de los ayuntamientos, ¿hay más aceptación u oposición?
-Hace años había una total aceptación, pero falta valentía política porque en el momento que empieza una contestación social, el alcalde, aunque sepa que es bueno y es mentira lo que se dice, no se quiere exponer públicamente. Estos proyectos se instrumentalizan por parte de la oposición. Eso es lo que estamos viviendo en España: la instrumentalización política de los proyectos de renovables.
-¿Algún color político es más reticente a estos proyectos que otro?
-No. Lo que pasa es que el que no está gobernando y quiere hacerlo instrumentaliza este tema para mover a la sociedad porque el objetivo de muchos políticos es polarizar. Yo también estoy en contra de plantas que gestionen basuras y que generan olores o vertidos a aguas contaminante, pero eso no son las plantas de biogás. En Dinamarca, el 100% de la energía renovable es con instalaciones de biometano que están integrados en las ciudades, pero están bien hechos y gestionados. Hay mucha profesionalización en el sector y, por eso, la gente debe tener confianza en los procesos administrativos hipergarantistas, que revisan toda la documentación de los proyectos.

- Gabriel Butler, CEO de Genia
- Foto: EDUARDO MANZANA
-En renovables, la Comunitat Valenciana ha estado a la cola en cuanto a potencia instalada. En el caso del biogás, ¿cómo se sitúa la región? ¿Estamos mejor?
-Estamos viendo una valentía política muy importante y un impulso real por parte de la administración. Ya hemos celebrado dos reuniones para plantear cómo tienen que ser este tipo de soluciones para que aporten valor en el entorno. Estamos muy contentos porque vemos que son productivos, pero el tiempo dirá si eso se aplica en leyes que permitan agilizar proyectos y regular cuáles se hacen y cuáles no.
-¿Cuánto tarda de media la tramitación de este tipo de desarrollos?
-En la Comunitat, la media está en los 3-4 años, es decir, 40 meses, mientras que hay otras autonomías que van más rápido como Andalucía y Castilla y León, que son 18 meses. El problema ha sido la falta de regulación, de medios y, en su momento, de falta de voluntad.
-¿Cuántas plantas y potencia instalada hay ahora mismo en la autonomía?
-Ahora mismo, es cierto que la Comunitat está a la cola junto con España, en general. En este momento, se está construyendo una planta en Requena. Necesitamos una ventanilla única para este tipo de proyectos y coordinación entre departamentos.
-Pero el anterior Consell del Botànic presentó una hoja de ruta del biogás, que fijaba un objetivo de 100 plantas y 6.000 empleos en 2030. ¿No favoreció el impulso de este sector?
-Eso estaba en su mente. Si no dotas de medios, ni de recursos ni estableces una estandarización y coordinación entre administraciones... Además, el Botànic tenía visiones internas distintas y una pata presentaba una cosa que luego a los otros no les parecía bien.
-¿Qué previsiones tiene la compañía para este 2025?
-Crecer y atraer talento. Somos 110 personas y este año queremos contratar a unas 30-40 personas.