VALÈNCIA. Desde una "salida honorable" hasta convertirse, casi, en una especie de "mártir" por la unidad de los empresarios valencianos. La renuncia de Salvador Navarro, presidente de la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV), a presentar su candidatura en las próximas elecciones de la patronal no ha dejado indiferente ni a su círculo más afín ni a la facción más crítica con su gestión. Tras esta decisión, Navarro se propone centrarse en su papel en la CEOE, donde es vicepresidente, y donde podría ser uno de los candidatos con más posibilidad de dirigir la patronal nacional en caso de que Antonio Garamendi decidiera no presentarse a las próximas elecciones, cuyo horizonte se sitúa a finales de 2026.
Para algunos, la renuncia de Navarro en la CEV en apenas una semana ha supuesto un sacrificio en pos del proyecto y, para otros, una nueva oportunidad bajo el probable liderazgo de Vicente Lafuente, presidente de la patronal del metal (Femeval), que presentó este martes su candidatura después de que Navarro hiciera pública su renuncia. La lectura que se extrae del entorno empresarial es que Navarro ha dado un paso al lado para evitar una división interna ante la amenaza, incluso, de que se levantara otra organización paralela, algo que habría tirado por tierra ocho años de trabajo desde que la CEV se convirtiera en patronal autonómica con el objetivo de enterrar las disputas provinciales y vertebrar a todo el territorio después del fracaso de su antecesora, Cierval.
Una de esas voces críticas fue la de Cristóbal Aguado, que representa al sector agrario valenciano como presidente de AVA-Asaja. A su parecer, la renuncia de Navarro es "una decisión sabia" que pone en valor al todavía presidente de la CEV. "Creo que es bueno para la salud de la CEV. Veo bien que haya un relevo y que cada mandato no se prolongue más de dos legislaturas", afirma el dirigente a este diario.
En ese sentido, considera que Navarro ya había amortizado su etapa como presidente de la patronal valenciana. "Salvador Navarro ha hecho un gran trabajo y su decisión ha sido fruto del diálogo que ha tenido con direfentes representantes", agrega. Según Aguado, es una prioridad atajar las tensiones existentes en las organizaciones provinciales. "Hay discrepancias territoriales que deben resolverse", señala Aguado, quien insiste en que a Navarro "le ha pesado mucho" que saliera otra candidatura. "Él buscaba el consenso y ha escuchado a esas voces críricas. Es valiente y luchador; ha propiciado un relevo de forma honorable", enfatiza.

- Cristóbal Aguado, presidente de AVA-Asaja.
- Foto: KIKE TABERNER
Otras voces de peso dentro de la organización empresarial sostienen que el presidente de la CEV se ha "sacrificado" por el bien de la organización, puesto que consideran que Navarro habría ganado con "casi toda seguridad" las próximas elecciones, lo que podría haber desencadenado en nuevas disputas provinciales y sectoriales. De hecho, Navarro llegó a admitir durante la rueda de prensa en la que anunció su decisión que su intención es "no replicar" la polarización que hay en la esfera política. "No quiero que peligre la organización", llegó a decir.
Eva Blasco, presidenta de CEV Valencia, considera que Navarro ha sido fiel al propósito que ha tenido desde el principio con la creación de la CEV como patronal autonómica: trabajar en la cohesión territorial y empresarial. "Ha demostrado altura de miras, ha visto que el trabajo de estos ocho años podía irse al traste y ha tomado la decisión en frío", señala Blasco.
Del mismo modo, fuentes del entorno de Navarro explican que el punto de inflexión para el actual dirigente patronal ha sido el de calmar los ánimos especialmente en Alicante, donde Mazón no ha ocultado su buena sintonía con el empresariado de la provincia tras su distanciamiento con respecto al presidente de la CEV. De hecho, se ha llegado a decir que el jefe del Consell habría influido en sus acólitos del mundo empresarial alicantino para presionar a favor de una candidatura alternativa.
Una semana de alto voltaje
En cuestión de una semana, el empresariado de la Comunitat Valenciana ha vivido una montaña rusa de emociones con respecto al futuro de la organización autonómica encargada de representar sus intereses. Primero, Navarro anunció el adelanto de las elecciones y su voluntad de volver a presentarse para optar a un tercer mandato tras ocho años al frente como presidente. Después, a este anuncio le siguió una cascada de rumores sobre la gestación de una candidatura alternativa, algo totalmente insólito en el seno de la patronal, que durante los dos procesos electorales que lleva a sus espaldas como organización autonómica siempre ha funcionado con una candidatura de consenso.
Dicha rumorología estalló de manera más evidente en la Noche de la Economía Valenciana, cuando el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, recriminó a Navarro su ausencia antes del final de la gala en medio de un auditorio con más de 1.000 empresarios. Aquel desaire denotó el distanciamiento que se venía fraguando entre el dirigente empresarial y el jefe del Consell en los últimos meses debido, en un primer lugar, al bulo que se difundió sobre que Mazón estaba de comida con Navarro el día de la dana y, después, por varios desencuentros a cuenta de la Plataforma por la Financiación autonómica, así como el tijeretazo a las partidas que iban destinadas a patronales y sindicatos en los Presupuestos autonómicos.
Tras el episodio vivido en la Noche de la Economía, las voces críticas con respecto a la gestión de Navarro sonaron con más fuerza, hasta el punto de que Lafuente llegó a admitir que estaba preparando una propuesta alternativa. Sin embargo, ni él ni Navarro presentaron sendas candidaturas en la Junta Directiva, celebrada el pasado jueves, donde se abrió formalmente el proceso electoral. A esto se sumó que justo un día después, el viernes, Navarro se ausentó de la reunión prevista en el Palau de la Generalitat de la Mesa de Diálogo Social por una indisposición.
Ahora, con la retirada de Navarro, se abre una nueva era para la patronal valenciana, que se enfrenta al reto de lidiar con los intereses provinciales y sectoriales, además de los desafíos propios del tejido empresarial como la amenaza de los aranceles y acuerdos comerciales, la reducción de la jornada laboral o el aumento de las bajas por incapacidad temporal.