Hace poco más de un año, Gran Azul abrió sus puertas en la Avenida de Aragón con el aval de su ‘casa madre’, la arrocería Duna de El Saler. En ese periodo, Abraham Brández ha conseguido que intuyéramos las enseñanzas de su madre en los arroces (los bordan) y que apreciemos su buen tino al incluir una buena oferta de brasas y una barra que se presta maravillosamente a disfrutar de los regalos del mar con un buen cava.
Gran Azul es un proyecto ambicioso, que se sube al carro de esa nueva generación de restaurantes, como Valencia&Cia o Saiti, que recrean la atmósfera acogedora del salón de casa. Es un local amplio, cómodo y luminoso, idóneo para las reuniones familiares, aunque demasiado ruidoso como para una cena romántica.