VALÈNCIA. Es el valenciano más influyente en la política española desde Eduardo Zaplana. Pero al contrario que el expresidente de la Generalitat, que diseñó con esmero y un cierto apresuramiento su trayectoria hasta el ministerio, José Luis Ábalos (Torrent, 1959) ha alcanzado la cima de su carrera rozando ya los 60 años y casi sin proponérselo.
El 1 de octubre de 2016 era un diputado raso del PSOE. El 1 de junio de 2018 se le abrieron las puertas del gobierno de España. Los 21 meses exactos que separan la defenestración de Pedro Sánchez de la Secretaría General del PSOE y su investidura por el Congreso de los Diputados son también los del triunfo de quien mejor supo ver en la dramática crisis socialista su gran, y posiblemente postrera, oportunidad.
Ábalos lo apostó todo por Pedro Sánchez cuando, más que un caballo cojo, era un rocín deshauciado. Entonces pudo parecer un envite a la desesperada y lo fue en cierta manera. Con Sánchez amortizado y Susana Díaz erigiéndose en salvadora del socialismo español con el apoyo de Ximo Puig, el círculo de la irrelevancia se cerraba en torno a Ábalos.
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Después de la coronación de la presidenta andaluza vendrían los congresos autonómicos, provinciales y locales. El peligro de ver laminada su influencia en la ciudad de València con la consiguiente pérdida del liderazgo provincial que ostentaba desde 2012 alcanzaba cotas alarmantes.
* Lea el artículo completo en el número de diciembre de la revista Plaza