A estas alturas de la película no le vamos a descubrir a nadie que León es un tesoro gastronómico (sobre todo para los carnívoros). La mejor cecina del mundo; el botillo del Bierzo; el bacalao al ajo arriero; los mantecados de Astorga… y, cómo no, el cocido maragato. Una versión con características diferentes al que se consume en la Comunitat Valenciana, Galicia o Madrid.
La cuna de este cocido es un precioso pueblo llamado Castrillo de los Polvazares, perteneciente al municipio de Astorga. El censo apenas supera los cien habitantes, pero su nombre es bien conocido entre los amantes de la buena mesa. El cocido maragato es el único que se come al revés, según manda la tradición. Cuidado, que no decimos que haya que comerlo con la cabeza colgando boca abajo. Nos referimos a que primero se comen las carnes, después las verduras y legumbres (repollo y garbanzos) y se culmina con la sopa, a la que se pueden incorporar fideos o, si nos ponemos en plan auténtico total, trocitos de pan viejo.
Si uno quiere comer un verdadero cocido maragato, lo suyo es tomarse un par de días de descanso, hacer el viaje hasta Castrillo y disfrutar de la experiencia completa. Pero ya sabemos que ahora la cosa está complicada. Y, aunque no existieran las restricciones de movilidad actuales, tampoco disponemos siempre del tiempo necesario para viajar. ¿Solución? Lo pides por correo a una casa de comidas de confianza. En Guía Hedonista hemos querido hacer la prueba con el Mesón del Arriero, regentado por Alfonso Botas, un descendiente de arrieros maragatos que se estableció en el pueblo en 2011 después de un largo periplo laboral por distintos restaurantes de estrella Michelin.